No hacía falta que lo dijeran los expertos,
hace un año. La mayor parte de los humanos que tienen o tuvieron alguna vez contacto con animales, lo intuía o lo sabía:
los animales ni son un capricho de la naturaleza, ni un juguete de nadie.
Tienen entidad propia. Son extraordinarios.
En mayor o menor grado piensan, sienten, sufren y aman. Presienten el
peligro, temen huyen, o confían y se
aproximan. Conocen el remedio para
muchos problemas. Aprenden. Se comunican. Se alegran con todo su ser y sienten
la soledad tanto o más que los humanos. Expresan respeto o simpatía ante las
diferentes crías. Su lenguaje es entendible. Cualquiera puede comprobar la
eficacia. Es muy elocuente observar la ternura que adultos y pequeños no humanos,
demuestran con un niño.
Los animales son extraordinarios compañeros de viaje. Son compañía tanto
porque la dan, como porque la comparten. Algunos, con los que solemos convivir,
se han convertido en símbolo. De trabajo paciente, de lealtad y ayuda. De fidelidad a toda prueba por encima
de la abundancia o la pobreza de sus dueños. Sienten aprecio hasta traspasar la
barrera de los años y la vida. Tienen memoria. Son capaces de sentir y
acompañar a “su amo” más allá de la muerte.
En la tierra, en el aire, en los
ríos y en el mar, la búsqueda, la visión o el contacto con los animales cambia
el semblante y el ánimo de los humanos y produce una sensación placentera, como
si un rayo de luz entrara hasta su corazón. Muchos países lo han descubierto y
multiplican los proyectos de divulgación, conservación y estudio. Tan solo el
avistamiento ya merece la pena. La avifauna es riqueza de variedad y de vida. Todo
lo relacionado con ellos ¡además de ilustrativo, es muy rentable!
Pero efectivamente hay más que belleza, variedad y movimiento. O esa
belleza que percibimos por los sentidos, con ser cautivadora y fascinante, no es toda la
hermosura de esos extraordinarios seres con los que compartimos el
planeta. Hay ignorancia también, claro. En
muchos casos los humanos les han puesto al borde de la desaparición. Una cosa
es la intuición o la experiencia en el trato y otra la constatación científica
de su dignidad.
El 7 de
julio de 2012, prestigiosos científicos de diferentes ramas de
la neurociencia, hicieron una declaración que no se ha difundido, ni se ha
estudiado como merece. Me refiero a la "Cambridge
Declaration On Consciousness" (Declaración de Cambridge sobre la
Conciencia). En síntesis, declararon y afirmaron en presencia de Stephen
Hawking que, “la mayoría de especies animales posee los sustratos
neurológicos que generan la conciencia”. Según ellos “los animales no
humanos, incluyendo todos los mamíferos, pájaros, y otras muchas criaturas,
poseen también estos sustratos neurológicos” que generan conciencia, al igual
que en el ser humano.
Philip
Low, en la presentación de las conclusiones: "decidimos llegar a un
consenso y hacer una declaración para el público que no es científico. Es
obvio para todos en este salón que los animales tienen conciencia, pero no es
obvio para el resto del mundo… No es
algo obvio para la sociedad."
El Estudio de los expertos concluye que los animales no humanos tienen
sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de
conciencia, junto con la capacidad de exhibir comportamientos intencionales. Es
decir, que poseen la capacidad y la utilizan. La conciencia implica varios procesos cognitivos
interrelacionados. Además, la conciencia requiere del uso de los sentidos como medio de conectividad
entre los estímulos externos y sus asociaciones.
Ahora
bien, convendría recordar previamente que, las aproximaciones al concepto de
conciencia en los seres humanos, van desde la metafísica a la neurobiología,
pasando por la física teórica. El estudio de la conciencia en los humanos, se
aborda por un lado como fenómeno trascendente o metafísico, y por otro como
estado de vigilia en el que se desarrollan los diferentes procesos de la
conciencia, particularmente la percepción, la visión y la atención. La conciencia humana se genera
en la parte posterior del córtex cerebral (Cristof Koch).
El córtex
es la región del cerebro que genera la conciencia del entorno y de uno mismo,
según una investigación que describe por vez primera los mecanismos neuronales
del psiquismo humano. Aunque la investigación sobre la formación de la
conciencia está aún en un estado primitivo, se considera que las facultades de
nuestro cerebro pueden explicarse totalmente por la interacción de las células
nerviosas, lo que convierte estos fenómenos en meros episodios de las
reacciones bioquímicas del cerebro, según una investigación realizada por el
Premio Nobel Francis Harry Compton Crick. (Justamente la reunión de
Cambridge se celebró como homenaje a Crick).
Aunque la ciencia no suele hablar más que de soporte neuronal y de las
reacciones bioquímicas, los científicos,
después de veintiún siglos, por fin, han aceptado que también en los no
humanos, existen los sustratos neurobiológicos
de la conciencia. Es todo un hito.
Pese a que son más de un millar los científicos de todo el mundo
investigando en la función del psiquismo, la definición de conciencia ha sido
siempre muy controvertida. Tal vez, el ser humano se ha sentido como un ser “a
parte”,”superior”, “único”, “exclusivo”. Si ahora, ésta se ha aplicado también a seres
vivos no humanos es, como decimos, un logro. No es que el animal racional deje de serlo, pero tal vez tenga que
apreciar más a su entorno.
Y es un logro, porque están reconociendo, que también tienen alma. Chispa
vital. Animal animado. Ser viviente. Conciencia. Los sustratos neurales de
las emociones no parecen limitarse a las estructuras corticales. De hecho, redes
neuronales subcorticales suscitados durante los estados afectivos en los
humanos también son críticamente importantes para la generación de
comportamientos emocionales en los animales.
Habrá que matizar lo matizable, y seguir estudiando esa conciencia que
para los científicos es ya obvia, pero no para la gente en general, según ellos. Se detallan que en particular las urracas (ave
de la familia de los córvidos) exhiben impresionantes similitudes en este
terreno con los humanos, al igual que grandes simios, delfines y elefantes,
según se demostró en estudios de autorreconocimiento en el espejo.
Podrían desconocer lo del “sustrato neurológico”, sin embargo, como
decía al principio de mi artículo, para muchos no científicos, simples
ciudadanos, “todo lo demás”, era obvio.
Como escribió en su día Antonio Gala “¿Para qué afirmar que los perros
tienen voluntad y sentimientos?: salta a la vista”. Es decir, es evidente.
http://now.msn.com/dogs-welcome-home-military-owners-in-viral-video?ocid=expfb
Lo han corroborado científicamente: “la evidencia indica que los seres humanos no son los
únicos que poseen los sustratos neurológicos que generan conciencia. Animales no humanos, incluidos todos los
mamíferos y las aves, y muchas otras criaturas, incluyendo pulpos, también
poseen estos sustratos neurológicos“.
La base del el ser. Pero también el operar.
Algunos gobiernos están adaptando su legislación para mejor defensa de
los animales, de sus crías e incluso de sus fetos. Curiosamente, en algunos
países, como España, están más defendidos los fetos animales que los fetos humanos.
¡Absurdo, pero cierto!
Este
escrito, pretende potenciar el conocimiento y el aprecio de los animales. El aprecio
y puesta en valor, tiene que ser sobre todo, respeto y nunca maltrato o
abandono. La ley que permite su propiedad, tiene que protegerlos del capricho y de la crueldad.
Ellos, tienen conciencia para lo mejor, pero también para ser capaces de
sufrir.
Ser animales racionales debería ser equivalente a apreciar y tener empatía con los seres no humanos,
que tanto nos ayudan. En muchas cosas nos dan lecciones. Debemos recordarlo
siempre, especialmente en vacaciones, que es cuando más “ellos” se sienten
traicionados.
PUBLICADO en EL HERALDO DEL HENARES: BLOG LA TANGENTE: 30-06-2013:http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=17964; BITACORA DE BELMONTE EN CiViCa, =5-07-2013: http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/la-declaraci%C3%B3n%E2%80%A6-de-la-conciencia.