martes, 26 de abril de 2011

¡La vida en vuelo, madre!


Salieron de Los Ángeles una mañana muy temprano. Iban alegres. La acreditada tripulación estaba satisfecha por la maravillosa compañía. Ellos les conducirían a sus destinos para lo cual, como expertos, contaban con muchas horas de vuelo. Desde la cabina podían reconocer la geografía de cualquier parte del mundo. A “vista de pájaro”, tan solo el mar les confundía, por su inmensidad y su brillo. El mar no tiene fronteras. Las nubes limitaban también su visión, pero en general, las nubes, estaban más abajo, y parecían proteger el mundo entre algodones. Se encendió la pantalla de su GPS (“Generosos Padres Siempre”).

La alegría era contagiosa, la luz llenaba todo y hacía la travesía esperanzada y distendida. Había amaneceres y ocasos pero no relojes. ¿Qué es el tiempo? Posiblemente no sea más que la aproximación a algún destino.

¿Dónde y cuándo sería la llegada? Nadie estaba preocupado. Habían comentado que siempre habría unos brazos esperando. Sería un momento maravilloso, indescriptible. Cada uno sabría distinguir la ternura y el calor de los brazos que les diera la bienvenida. Y sería emocionante.

Absortos en sus juegos y sus sueños, los pasajeros no se habían percatado de cuántos iban en el viaje. ¿Le importan, a un niño, los compañeros que están jugando en el recreo? Lo importante es viajar, jugar y reír; y llegado el caso, buscar la sonrisa acogedora de un ángel llamado mamá.

Sin ser conscientes, algunos ya habían llegado al final del viaje. No estaban los mismos que habían iniciado la travesía. Nada sabían de la puerta de salida.

Una nube negra se acercaba. Un pequeño se puso triste y se fue a un rincón. Se puso a llorar, al parecer sin causa alguna. ¿Qué te pasa, por qué lloras?, preguntó alguien a su lado.

-Mi mamá está triste. Dice que no podrá estar en la Terminal, porque no tiene dinero.

-Si es por eso no llores. Mis papás tienen mucho dinero, seguro que eso no va a ser problema. Cuando llegue les digo que le den a tu mamá lo que necesite.

Volvió a sonreír. Salió de nuevo el sol. Continuaron el viaje.
Pasó algún tiempo. Cruzó un relámpago. Una pequeña, se puso seria y pálida. Había estallado una tormenta.

-¡Gritan tanto que casi no les oigo! ¡Me hacen daño! Trataba de contener las lágrimas. ¡Intentó taparse los oídos! Están discutiendo. Mi padre no acepta que yo haya decidido coger este avión para hacer el viaje. Pero mi madre dice que si él no quiere ir a recibirme, acudirá ella sola.

-Tu mamá es muy valiente, le dijo un niño. Un portazo hizo estremecer la nave. A lo lejos se escuchó un trueno.


-Sí que es valiente. ¡Gracias! Luego, abandonó su posición fetal ¡Creo que va a ser posible llegar al paraíso del planeta azul!

Transcurrió un rato largo. El viaje seguía su rumbo y su destino. Se hizo de noche y cuando el ruido despertó al último niño dormido, los otros ya no estaban. Se puso de puntillas para asomarse, y comprobó que nadie le esperaba.

Escuchó algo parecido a un ruido de cuchillos. ¡Se sobresaltó! Sus padres eran ricos. Había cesado la música. Se sintió caminar sobre ruedas. Estaremos aterrizando, pensó. Nunca había olido a medicina, pero el olor era inconfundible. Creo estoy bien y mamá está sana también, no hay que preocuparse. ¿Dónde se encontraba? Le llegaron voces desconocidas…

-¡Ya lo podían haber decidido antes! Se creen que por que tengan dinero, todos tenemos que estar a su servicio. ¡Enciende el monitor de ultrasonidos! Y… lo deciden ahora.

-¡Hoy cualquiera tiene dinero! A ti te pagan y punto. ¿Qué más te da de cuánto tiempo esté? Han pasado por aquí mujeres mucho más jóvenes.

-¡A ellos como si les zurcen! ¡No saben lo que se pierden! ¡Pobre criaturita!

-¿Cómo se te ocurre ahora pensar en eso? Además, no eres ningún novato.

-Pero no me acostumbro. Aunque no lo creas, me quita el sueño.

La criatura se estremeció en aquel lugar oscuro. ¡Mamá, mamá! gritó, moviendo sus pies y manos. ¡Nadie respondió!

- ¡Perro mundo!, dijo el médico, mientras introducía, en la mujer, el instrumental de muerte. La Ley, dice que hay que protegerte, ¡vida…! Los políticos, que puedo finalizar tu vuelo… ¡Qué fácil es hablar! ¡Sangraba el ángel de nieve! Al darse cuenta dijo: ¡Seguro que mañana irán a felicitar a su madre!
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES,
[27-04-11 11:07] - ¡La vida en vuelo, madre!Bitácorade BELMONTE CiViCa, el Jue, 28/Abr/2011 .

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