Las necesitamos, urgentemente.
Porque el próximo 24 de febrero se cumplirá el primer año de la invasión de Rusia contra Ucrania, y las armas convencionales no han resuelto nada. Además, porque los aliados no llegaron el viernes 20 de enero a un acuerdo, para el envío de los tanques Leopard a Kiev. Y porque Rusia de inmediato ha respondido que: si los aliados refuerzan a Kiev con armas ofensivas, “el conflicto conducirá a una catástrofe global, porque
está dispuesta al empleo de armas de destrucción masiva”.Por lo que sabemos
hasta la fecha, al menos 5,5 millones de niños y niñas de
Ucrania están en grave peligro de sufrir daños físicos, graves trastornos
emocionales y desplazamientos, tras la escalada de ataques.
De hecho, los bombardeos,
ya han obligado a 1,5 millones de niños y niñas a huir del país, y más
de 800 niños y niñas han sido heridos en esta guerra y al menos 400 han muerto.
La guerra ha
reducido o impedido gravemente el acceso a la enseñanza presencial y más
de 2.700 centros educativos han sido dañados, y otros 337 destruidos en un año
de guerra.
Conviene recordar que
los ataques contra escuelas y hospitales están clasificados por Naciones Unidas
como una de las seis violaciones graves. Rusia debe detener inmediatamente
estos bombardeos y cumplir con el Derecho Internacional Humanitario.
¿Han arreglado algo
las armas? ¡NO! Al contrario, solo hacen
destruir y matar, para lo que están hechas. Luego…aunque los gobiernos sigan
apoyando -por interés- el negocio de las armas, no se debe seguir por ese
camino porque terminaremos si es que no estamos ya, en manos de algún loco, o
sencillamente aniquilados por una catástrofe o una hecatombe.
Opinar se puede, decir a otros lo que deban hacer o dejar de hacer, es otra
cosa. Sin embargo, las armas y las
guerras no han arreglado nada. Algo va mal. Puede ser que en las instituciones haya
corruptos o que las personas sin valores no convencen.
Lo ha puesto de relieve Santiago Porteguillo en su trilogía sobre las Guerras Púnicas, y lo está descubriendo la técnica, 78 años después de los campos de concentración y los hornos crematorios, con las montañas de calzado y otros objetos. Como dice Wpjciech Plosa, jefe de los archivos de Auschwitz-Birkenau,: “todos estos objetos que manipulamos pertenecieron a personas con sueños, con planes de futuro, como cualquiera de nosotros". Por eso, según su director: "decidimos devolverles la vida y, de repente, empezaron a contarnos las historias de sus dueños". Demuestran que, somos herederos supervivientes de las viejas injusticias de la guerra.Pese a la advertencia
de la Sra. Bronson y de la amenaza rusa, ¿alguien duda que los tanques llegarán
a Ucrania y se aumentará el miedo y el desastre? España ya ha decidido sumarse
al envío.
Entonces, ni armas, ni
palabras diplomáticas, tramposas y llenas de mentiras. A nivel mundial, ya
está bien de perder el tiempo enfangados en la corrupción, la crispación y el fanatismo
político y el menoscabo de la democracia. Hay que volver a lo esencial: la voluntad
de vivir en paz, que la justicia internacional haga cumplir los acuerdos
internacionales, y que sea prioritario respetar la vida, respetar la paz e
implicarse, TODOS, en mejorar el medioambiente.
La justicia necesita
ideas nuevas, gestos que ayuden a pensar, silencios profundos para interiorizar
y acciones que hablen por si solas y lleguen a todos, sin necesidad de
traductores. La Humanidad necesita hacer visible el renacer la esperanza, la fe
en la vida y que la luz de la alegría acabe con el dolor y las cenizas de la guerra.
Y… todo ello, con la sencillez y la curiosidad de un niño que disfruta jugando
mientras llena su mente con lo positivo que contempla y comparte con los demás.
Resumiendo, necesitamos:
¡Hechos y Personas responsables, capaces y comprometidas!
He pensado en quienes
han estado en Ucrania y representan –solo con decir su nombre- el triunfo sobre
las ruinas. Me refiero a 1) Banksy,
el graffitero más famoso del mundo, y a 2) José Andrés, el
chef que ha sido nominado al premio Nobel de la Paz por su
compromiso con los afectados de los desastres naturales y su respuesta ante las
necesidades humanitarias.
Uno y otro, han
encontrado la forma, -después de pensar lo que sucede- para dejar su impronta enseñando
al mundo a pensar y actuar. ¡Hechos elocuentes!
1) Los grafitis de Banksy en Ucrania, sobrecogen por su acierto. Son la alegoría
del triunfo sobre las armas y el poder de quienes las manejan. El
reivindicativo artista británico Banksy ha plasmado con arte sus grafitis sobre
paredes de edificios en ruinas. Es el triunfo de la vida sobre la sin razón. Tal
vez simplemente recuerdan lo que él viene repitiendo: que “la vida es bella”. El
artista ha confirmado su trabajo en Ucrania publicando en su cuenta de
Instagram. Sus grafitis impactan por la
idea que transmiten y el entorno en que están. Ahí pueden ver la fuerza del
arma poderosa de los débiles que llegará al corazón y contagiará a cuantos la
vean, en contraste con la destrucción explosiva de las armas convencionales.
En un grafiti, se muestra a una niña equilibrándose sobre escombros reales del edificio en ruinas. Fue la primera obra que se encontró de su paso por el país.
En otro grafiti, un niño derriba en un combate de judo a un gran luchador cuya cara, parcialmente oculta, recuerda a la del presidente ruso, Vladímir Putin, que tiene cinturón negro de este deporte.
2) El chef Jose Andrés y su equipo, habla desde los hechos, desde lo que han visto que se necesita, después de evaluar la situación. Su equipo no espera un año, porque hay soluciones en la guerra, con la destrucción, el dolor y el hambre, que no pueden esperar. ¡No llevan más armas que el corazón desnudo! Muchas veces, lo que necesitan procuran encontrarlo allí mismo.
Dicen estar preparados
para una respuesta rápida, en la frontera o desde el interior, llegando hasta
donde se pueda para que las personas no se sientan abandonadas, ni solas, a
pesar de los bombardeos. Fue meridianamente claro, en el programa El
Hormiguero, en España. Aquí ha estado varias ocasiones. Merece la pena escucharle.
El famosos Chef
asturiano, dice que las personas, cuando ven lo que intentas hacer para ayudar,
se implican ayudando como pueden y son parte de la solución.
Como humanos tienen
sentimientos. A veces sienten impotencia hasta el llanto, pero intentan adaptarse
para seguir ayudando, desde un lugar concreto o desde otro cercano, sin bajar
la guardia.
Ni la guerra, ni el incremento de armamento -por muy sofisticado que sea-, son la solución, aunque Ucrania o cualquier otro país lo pida. ¡Solo ayuda a la venta de armas y más muertes! ¡Pura espiral de violencia, terror y miedo!
Sin duda muchas personas piensan que hay otras soluciones. Lo difícil es ponerse de acuerdo. Entonces…me uno a lo que escribió Antonio Gala: “¡Que el Dios de todos los hombres, llámese como se llame, nos proteja de nosotros mismos, porque nosotros no sabemos!” (En su Quintaesencia).
José Manuel Belmonte




