Tales de Mileto (624-546 a C), fundador de la Escuela Jónica y considerado uno de los 7 Sabios de Grecia, cuando le preguntaron ¿Cuál es la más difícil de todas las cosas?, respondió: “Conocerse a sí mismo”.
Después de tantos siglos, y tantos progresos de la Humanidad, la dificultad no ha variado.
Se dice que en alguna parte del templo de Delfos, dedicado al dios Apolo, se hallaba la inscripción "conócete a ti mismo". De hecho Sócrates, nacido en Atenas, (470 a.C) considerado como el fundador de la ética, se sirvió en sus enseñanzas de la inscripción délfica. Para Sócrates el lema está en relación no sólo con el reconocimiento de nuestros límites, sino también con su afirmación de que “la virtud reside en el conocimiento”.
Algún tiempo después, Platón (427- 347 a C) escribió su obra Menón. En esta obra, el personaje llamado Sócrates, mediante preguntas, demuestra que el esclavo de Menón, (que ha nacido en su casa, y a quien nadie le ha enseñado nada), sabe mucho más de lo que se imagina. Eso le lleva a concluir: “Luego si no las ha adquirido (esas verdades) durante la presente vida, ¿es necesario que lo haya sido anteriormente, y que por anticipado haya aprendido lo que sabe?”. Está diciendo que aprender es recordar. “Todos” somos mucho más sabios de lo que imaginamos.
En todas las épocas, mucha gente piensa que los niños vienen cada vez más capacitados. ¿Por qué? Los genes no son suficiente explicación. No todos los padres son sabios. La mente humana y la conciencia humana no nacen de los genes. Cada uno puede y debe preguntarse: ¿quién soy yo? E intentar encontrar la respuesta.
Las religiones, en general y el cristianismo en particular, según el lenguaje de su tiempo, hablan de imagen, espejo o chispa de la vida o de la divinidad. Las diferentes culturas hacen referencia a lo que llamamos alma.
Sigmund Freud, uno de los pensadores más influyentes en el siglo XX, sostenía que nuestras mentes guardan recuerdos y emociones en nuestro subconsciente. Es decir, en la parte que no controlamos de nuestra propia mente. Su gran aportación es, que lo que guardamos en ese subconsciente suele subir, parcial o fragmentariamente, a la superficie consciente durante los sueños. Ahora bien, su teoría de la interpretación de los sueños o “psicoanálisis” tuvo importancia en su momento. Actualmente se sigue utilizando su división de “consciente” y “subconsciente”. El subconsciente y los sueños hablan de nosotros a su manera. De alguna manera puso de manifiesto la importancia de descubrir la sabiduría del subconsciente.
El subconsciente es el alma. El alma no tiene sexo, ni hormonas, ni genes. Es pura energía. Es espíritu. Es inmortal y eterna. Sentirla y escucharla es transcender. Descubrirla es toda una revelación y una revolución personal y social.
Desde 1975 en que comenzó el interés por los relatos de las experiencias cuasi-muerte, cada vez son más los estudios y las personas interesadas en experiencias psíquicas o espirituales. Además, los recuerdos alcanzados mediante hipnosis se han convertido en una excelente terapia de curación tanto del dolor, como de las fobias y miedos, e incluso de relaciones y comportamientos destructivos. La hipnosis no es más que una forma de relajación y concentración. Por eso puede ser un proceso personal o inducido. La meditación, y la introspección hipnótica descubren en uno mismo fórmulas de autocontrol y curación. ¿De qué forma? Teniendo acceso al subconsciente.
El poder transformador de la actitud mental es desconocido e ilimitado. ¿Por qué? “El subconsciente no está limitado por las impuestas fronteras de la lógica, el espacio y el tiempo. Puede recordarlo todo, cada instante. Puede transmitir soluciones creativas a nuestros problemas. Puede transcender lo ordinario, para alcanzar una sabiduría muy superior a nuestra capacidad cotidiana”(B. Weiss, A través del tiempo).
Y aquí entra de nuevo el pensamiento, en un doble sentido, positivo y negativo. Se trata de potenciar los pensamientos y emociones positivos y descubrir la alegría, la paz, el amor, la felicidad, y abandonar los negativos. El poder está en nuestro interior, en elegir adecuadamente. La decisión importa. Decidimos encender una luz o permanecer a oscuras, abrir una puerta para salir a pasear o quedarnos en casa, saludar a alguien o pasar de largo.
Ignoramos de nosotros mismos casi todo, pero algo sabemos. La sabiduría con todo lo que encierra, está en nuestro interior. Hay que descubrir el alma. Descubriremos que, gracias a ella, estamos conectados con todos. Recordar que somos inmortales. Sólo nos llevaremos al entrar en otra dimensión, lo que hayamos aprendido y lo que hayamos hecho por los demás. En eso consiste, fundamentalmente, el progresar; en descubrir quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Ante tanto ruido, tanto engaño y tanta desorientación, es más importante la dirección que la velocidad. Nadie dijo que fuera fácil conocerse.
PUBLICADO en EL HERALDO DEL HENARES,[20-10-11 22:49] - Progresar en el conocimiento; Bitácora de BELMONTE en CiViCa, 21-10-2011; EL DIA, 28-10-2011.
http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/blogs/belmonte
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