viernes, 30 de julio de 2010

Nada es ajeno, porque me golpea.


Uno sale de casa y el paisaje le duele. Cuando uno ya no puede tomar el café donde solía tiene que pensar, y fijarse un poco más. Y de repente saltan las alarmas: ¡cada vez hay más tiendas cerradas!. “Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desaparecido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muertes súbitas o las desgracias inesperadas...En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas después de un combate sangriento”

Hay que ponerse en su lugar para sentir la tragedia personal que encierran:“la ausencia de clientes, el miedo a que tal o cual crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños”.

Es el estallido de la crisis. Los carteles y anuncios de esas fachadas, de esos escaparates me golpean con la misma rotundidad que los números. Que el paro pase del 20%, lo dicen también las luces apagadas de los rótulos, y esos colgajos de “se vende o traspasa”. Sueños que se mueren.

Dice la encuesta que ya hay cerca de 5 millones de parados, y lo que es peor, o más lacerante, que más de 1.300.000 familias tienen todos sus miembros en paro. ¡Todos! Sueños y vidas hechos añicos.

Ríase usted del “test de estrés” de los bancos. Mientras su interés y salud crecen, saneados por activa o por pasiva con dinero de todos, siguen apretando el cuello del crédito a las familias y a la pequeña y mediana empresa.

Y mientras los orondos políticos, como cabestros, jugando con los toros, recortando la inversión pública, aunque sigan los carteles del Plan E y manejando los peones para las elecciones. Siguen en otro planeta. No se enteran o no quieren enterarse de la gravedad de España. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice, hoy mismo, que “España afronta "graves" desafíos por tener un mercado laboral disfuncional, una burbuja inmobiliaria que se desinfla, un gran déficit fiscal y un alto endeudamiento público y privado”.

La otra gran noticia viene de Francia. Supuestamente una mujer asfixió a sus 8 hijos recién nacidos y los enterró envueltos en bolsas de plástico. Y la prensa titula “homicidio voluntario”, como asépticos jueces. Otros, más sensacionalistas dicen en su cabecera:”el mayor infanticidio en la historia de Francia”.

Yo niego rotundamente que sea el mayor infanticidio, ni de Francia, ni de España, ni de Rusia, ni siquiera de Estados Unidos. El mayor infanticidio, de todos estos países es el aborto. ¿Cuándo nos vamos a enterar del genocidio que estamos cometiendo?. Ocho recién nacidos asesinados por su madre y arrojados a la basura o a un hoyo en bolsas de plástico, son una monstruosidad, pero en el conjunto de vidas segadas por abortos, una minucia. Son miles las mamás y los médicos que hacen eso diariamente. Al año millones. ¿Le importa a alguien que tuvieran 9 meses y un día de vida? ¿Sería distinto si tuviera 7 meses o 14 semanas? ¡Hipocresía!

Por lo visto, ni a su padre le importaron ya que “el esposo de esa señora ha sido puesto en libertad sin cargos”. Aquí en España, en caso de aborto, “el causante” de ese embarazo” pasa igualmente desapercibido y libre, por ley y por la voluntad de la Ministra de Igualdad.

Hoy he comenzado con unas palabras del genial Arturo Pérez Reverte en un Semanal. Quiero concluir con una llamada de atención de Rainier María Rilke: “Todo lo aterrador, en su forma más profunda, es algo indefenso que necesita nuestra ayuda”.

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