“Los niños, decía León Tolstoi, son mucho más sagaces que los adultos, y no sólo ven los defectos de sus adultos, sino también el peor de sus defectos: la hipocresía de ellos”. Los extranjeros tienen también una mirada especial y captan matices que suelen pasar desapercibidos a la gente. Se puede aprender de los niños, porque son los mejores maestros; de los inmigrantes, porque ven el país con ojos nuevos; y también de un pueblo, cuando su actuación es ejemplar, pero sobre todo cuando ha sabido educar a sus compatriotas en los principios esenciales, para su dignidad y para el bien común.
El pasado año 2011, llegó a mis manos, un documento que me hizo pensar. Era la carta a un compatriota, escrita por el inmigrante vietnamita Thanh Minh que trabajaba en Japón, en Fukushima, como policía. Vivió el Tsunami, y el posterior desastre.
“Hermano: ¿Cómo estáis tú y tu familia?
Estos últimos días, todo era un caos. Cuando cierro mis ojos, veo los cadáveres. Cuando abro los ojos, también veo los cadáveres.
Cada uno de nosotros debe trabajar 20 horas al día, sin embargo, me gustaría que hubiera días de 48 horas, para que podamos seguir ayudando y rescatar gente.
Estamos sin agua y electricidad, las raciones de alimentos se encuentran cerca de cero. Apenas se consigue trasladar a los refugiados antes de que haya nuevas órdenes para trasladarles a otro lugar.
Actualmente estoy en Fukushima, a unos 25 kilómetros de la planta de energía nuclear. Tengo tanto para decirte que si pudiera escribirlo todo, seguramente se convertiría en una novela acerca de las relaciones y comportamientos humanos en tiempos de crisis.
Aquí la gente mantiene la calma - su sentido de la dignidad y el comportamiento adecuado son muy buenas - así que las cosas no son tan malas como podrían serlo. Pero dado una semana más, no puedo garantizar que las cosas lleguen a un punto en que ya no se pueda proporcionar la debida protección y el orden.
Son seres humanos después de todo, y cuando el hambre y la sed reemplacen la dignidad, van a hacer lo que tienen que hacer. El gobierno está tratando de proveer suministros por vía aérea, con alimentos y medicinas, pero es como dejar caer un poco de sal en el océano.
Hermano, hubo un incidente realmente conmovedor. Se trata de un niño japonés que dió a un adulto como yo, una lección sobre cómo comportarse como un ser humano.
Ayer por la noche, me enviaron a una escuela de gramática para ayudar a una organización de caridad a distribuir alimentos a los refugiados. Era una larga fila que serpenteaba de un lado a otro y vi a un niño de alrededor de 9 años de edad. Llevaba una camiseta y un par de pantalones cortos. Estaba haciendo mucho frío y el niño estaba en el final de la cola. Me preocupaba que en el momento que le llegara el turno, no hubiera ningún alimento. Así que hablé con él. Dijo que estaba en la escuela cuando ocurrió el terremoto. Su padre trabajaba cerca y se dirigía a la escuela. El estaba en el balcón del tercer piso cuando vio el coche de su padre barrido por el tsunami.
Le pregunté acerca de su madre. Dijo que su casa está junto a la playa, que su madre y su hermana pequeña, probablemente no se salvaron. Volvió la cabeza, se secó las lágrimas cuando le pregunté acerca de sus familiares. Estaba temblando por lo que me quité la chaqueta de policía y se la puse a él. Ahí fue cuando mi bolsa de ración de alimentos se cayó. La recogí y se la di a él. "Cuando llegue tu turno, podrías quedarte sin alimentos. Así que aquí está mi parte. Yo ya comí. ¿Por qué no te lo comes?"
El muchacho tomó mi comida, se inclinó. Pensé que se lo comería de inmediato, pero no lo hizo. Tomó la bolsa, se acercó al principio de la cola y la puso con toda la comida que estaba esperando para ser distribuida.
Me sorprendió. Le pregunté por qué no se lo comía, en vez de añadirla a la pila de los alimentos. Él respondió: "Porque veo gente con mucho más hambre que yo, si lo pongo allí, se van a distribuir los alimentos por igual".
Cuando escuché eso me di vuelta para que la gente no me viera llorar.
Una sociedad que puede educar a un niño de 9 años de edad para que entienda el concepto de sacrificio por el bien común, es una gran sociedad, un gran pueblo.
Bueno, en estas pocas líneas envío a ti y a la familia mis mejores deseos. La hora de mi turno ha llegado nuevamente.” Ha Thanh Minh .
((Fue publicada en New America Media, el 19 de marzo de 2011. Fue traducido por el MNOAL editor Andrew Lam, autor de "Come Oriente Occidente”.”Escribiendo en dos hemisferios", condensado en Shanghai Daily).
Este relato es verídico. Estas personas son reales. El país del que habla existe. No es un cuento, ni una utopía. Lo digo por si alguien percibe alguna diferencia o contraste entre los comportamientos individuales y colectivos que se describen y los de aquí. Padres, educadores, agentes sociales, políticos y gobierno, ¿es suficiente lo que hacemos? ¿Nadie tiene que aprender disciplina, sacrificio, respeto, solidaridad, amabilidad, dignidad, orden, justicia, igualdad, saber exactamente lo que se debe hacer y hacerlo, tener conciencia.
Un terremoto y un tsunami ¿son la mayor catástrofe o es la falta de valores? Japón se está levantando del fango y de la crisis. ¿Y nosotros? No solo tenemos que respetar la vida en general y la vida humana en particular, también tenemos que aprender a vivir como seres humanos civilizados. Deberíamos recordar, lo que en su día dijo Martin Luther King: “O vivimos todos juntos como hermanos, o pereceremos todos juntos como idiotas”.
PUBLICADO EN Bitácora de Belmonte en CiViCa, 24-02-2012,http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/blogs/belmonte; EL HERALDO DEL HENARES, Columna de opinión LA TANGENTE, Aire limpio y dignidad, 25-02-2012;
Excelente articulo y excelente testimonio,el relato no dudo que sea veridico, lo que dudo es que esos valores se den aqui en nosotros y que en muchos años se vuelvan a dar, un abrazo
ResponderEliminarÁngel, sabes que es verdad. Tenemos que tender a esos valores y mientras no lleguemos habremos avanzado muy poco. Hay que saber que se puede. Coniar y luchar. No podemos tirar la toalla. Estamos en el mismo barco y debemos llegar a puerto todos y no solo unos pocos.
ResponderEliminarGracias, amigo.