sábado, 14 de junio de 2014

La bomba de que dispone la Humanidad.

Sabemos poco o nada, de casi todo. Posiblemente de lo que menos sabemos es de lo esencial o de lo más necesario. De un sabio, como Einstein, ignoramos más. Acercarnos a un genio, podría aportar nuevas maneras de innovar y de pensar y de actuar.
          Se le considera el científico más importante del siglo XX  (1879-1955). Hijo de comerciantes judíos nace en  Ulm  y luego pasó a Munich. Nació en un clima propicio que determinó su vida. A finales del siglo XIX los primeros grandes avances tecnológicos empezaban a sucederse a un ritmo vertiginoso.

           Cuando su familia tuvo que ir a Italia, gracias a amigos de familia  pudo estudiar en Zurich, donde se licenció en 1900. Y se le concedió la nacionalidad  suiza y pudo  trabajar en la Oficina de Patentes de Berna. En Suiza es donde hizo sus mayores descubrimientos científicos como la Teoría de la Relatividad restringida (1905) y la general en 1916 y el efecto fotoeléctrico.

          No recibió precisamente el Premio Nobel de Física por su formulación de la Teoría de la Relatividad especial o general, sino por sus contribuciones a la física teórica. Concretamente por la teoría de los cuantos de luz (actualmente denominados fotones) que escribió en su año más fecundo y admirable el 1905: sobre la producción y transformación de luz.

          “Este artículo constituyó uno de los pilares básicos de la mecánica cuántica. Una explicación completa del efecto fotoeléctrico solamente pudo ser elaborada cuando la teoría cuántica estuvo más avanzada. Por este trabajo, y por sus contribuciones a la física teórica, Einstein recibió el Premio Nobel de Física de 1921”.

            Antes de científico era un hombre, con todos los sentimientos y circunstancias. De salud precaria, hijo de judío, en Alemania, y obligado a desplazarse. A finales del siglo XIX los primeros grandes avances tecnológicos empezaban a sucederse a un ritmo vertiginoso. Se necesitaba una mente abierta, pensante, lúcida.

          Sus padres le habían enviado a estudiar a Suiza. Allí se hospedó en casa de un amigo de sus padres, la familia Winteler, que tenía tres hijas. Cursaba el tercer año, en la escuela de Aarau, en Suiza, cuando se enamoró de una de las hijas llamada Marie. Tenían en común el gusto por la música. Marie tocaba el piano y él el violín. Ese romance  no era mal visto por los padres de ambos, pero no duro… más allá de 1897.

           Por entonces, se enamoró de una compañera de clase de origen serbio. Su familia se opuso a esta relación con Mileva.   Si bien, con ella tuvo una hija en enero de 1902, llamada Lieserl, cuyo paradero se desconoce, aunque dicen que fue dada en adopción. Cuando el padre de Eistein enfermó, aceptó que se casara, en 1903. En mayo de 1904, tuvieron un hijo, Hans Albert.

             Luego vino su otro hijo: Eduard. Estaba enfermo. Sufría esquizofrenia. Fue internado en una institución alemana para tratamiento de enfermedades mentales. Con el tiempo, Hans  Albert emigró, como su padre a estados Unidos y se instaló en California. Eduard murió en Alemania en 1965.  

              Einstein mismo estaba enfermo con frecuencia. Eran años muy duros. Tenían que cuidarle. Einstein, terminó divorciándose de Mileva y casándose con una prima, Elsa, con la que no tuvo hijos.

             Se instaló en Berlín en el año 1914 y gracias a su nombramiento como miembro de la Academia de Ciencias Prusiana, consiguió la cátedra meses antes de estallar la I Guerra Mundial. Él, que se consideraba antibelicista, se refugió durante esa época en sus estudios y continuó desarrollando las teorías que le valdrían el reconocimiento universal.

            Albert Einstein fue un pacifista de izquierdas. Siente desprecio por la violencia, la agresión, la injusticia.  Piensa que la preocupación por el hombre debería constituir el esfuerzo  de la tecnología. Cuando ves que no es así []“uno se da cuenta de lo absurda que es la especie animal a la que pertenece”.  

            Recordemos su fórmula de la equivalencia masa-energía, según la cual, la energía E de un cuerpo en reposo es igual a su masa m multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado: E=mc².

            Los científicos de los años 1930 confirmaron la fórmula de Einstein E=mc² utilizando máquinas que podían romper los núcleos de los átomos. La energía liberada en una transformación nuclear era tan grande que podía causar un cambio apreciable en la masa del núcleo. Podía convertirse en un peligro potencial.
          Ya en 1933 con la llegada de Hitler al poder y la persecución del pueblo judío en  toda Europa, Einstein decidió irse a Estados Unidos a la ciudad de Princeton.

          “En agosto de 1939 los físicos nucleares fueron a ver a Einstein, no en busca de ayuda científica, sino de ayuda política. Recientemente se había descubierto la fisión del uranio. Un amigo de hacía años, Leo Szilard, y otros científicos se dieron cuenta de que el uranio se podría usar para construir bombas devastadoras. Tenían buenas razones para creer que la Alemania Nazi podría construir tales armas. Einstein, como reacción al peligro de agresión por parte de Hitler, ya había abandonado su estricto pacifismo. Ahora firmó una carta dirigida al Presidente Norteamericano, Franklin D. Roosevelt, aconsejándole entrar en acción. Esta carta, y otra de marzo de 1940 firmada por Einstein y Szilard, se unieron a los esfuerzos de otros científicos para empujar al gobierno de los Estados Unidos a que se preparase para la guerra nuclear”.

             Esta firma es su principal participación en cuestiones mundiales. Demuestra  que una conciencia inquisitiva, profunda y diáfana, no siempre puede mantenerse independiente. Solo por eso, por apoyar el  Proyecto Manhattan se le considera “padre de la bomba atómica”. Sin embargo, en el discurso pronunciado en Nueva York, en diciembre de 1945, razona que: “Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo”.

          Durante los últimos años de su vida dedicada a la enseñanza, trabajó por integrar en una misma teoría la fuerza gravitatoria y la electromagnética. Einstein pensaba mucho, y escribió mucho.  Lo dispuso todo, para que nadie convirtiera su casa en lugar de peregrinación, ni sus cosas en reliquias. Por eso mismo decidió ser incinerado y que sus cenizas fueran esparcidas en el río.

          Este hombre que conoció a J.Henri Poincaré, habló e intercambió opiniones con Marie Curie,  y debatió con el físico danés Niels Henrik David Bohr, (Nobel de física en 1922), era un sabio que hablaba sin tapujos. Como ejemplo, el hecho de que durante el desarrollo de un debate de física cuántica, Einstein dijo al danés: "Dios no juega a los dados". Mientras Bohr le contestó "¡Einstein, deja de decirle a Dios qué hacer con sus dados!".

           Es un dato para indicar que Einstein era un sabio, pero humano. Seguro que llevó, como padre, la nostalgia y la preocupación por su hija Lieserl.

         Supuestamente, Einstein habría escrito, una carta a Lieserl, (o tal vez sea apócrifa). Dice:

        "Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.

        “Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.

         “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.

          “Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.  El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es Amor.

            “Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
           “Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

            “Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

          “Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

          “Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

           “Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta”.

             Sería el contrapunto. Suya es la frase: “al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos”. He tenido la suerte de escuchar el mismo razonamiento sobre la energía, a algún  eminente profesor de Física Cuántica. Otros sabios también han indicado la necesidad de un cambio urgente para la Humanidad: descubrir el potencial interior de energía.

                El Papa ha dicho (26-06-2014) Il fuoco della Pentecoste, la potenza dell'Amore, può fermare il fuoco delle armi, dell'odio e della vendetta".  ¿Es tan distinto?

PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES, Blog LA TANGENTE:15-06-2014:: http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=21668;BITACORA DE BELMONTE EN CIVICA, 15-06-2014: http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/la-bomba-de-que-dispone-la-humanidad


2 comentarios:

  1. Muy bueno, y hermoso artículo. Sólo los Grandes, entienden revelan a los Grandes.
    Sólo puedo decirte, ¡Ole!

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  2. Gracias, de verdad.
    He intentado dejar claro que tenemos más capacidad de la que usamos. Esa capacidad es infinita, no se agota, ni muere. Es una y nos une a todos desde dentro.
    Un gran abrazo. José Manuel


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