Sabemos poco o nada, de casi
todo. Posiblemente de lo que menos sabemos es de lo esencial o de lo más
necesario. De un sabio, como Einstein, ignoramos más. Acercarnos a un genio,
podría aportar nuevas maneras de innovar y de pensar y de actuar.
Se le
considera el científico más importante del siglo XX (1879-1955).
Hijo de comerciantes judíos nace en Ulm y luego pasó a Munich. Nació en un
clima propicio que determinó su vida. A finales del siglo XIX los primeros
grandes avances tecnológicos empezaban a sucederse a un ritmo vertiginoso.
Cuando su familia tuvo que ir a Italia, gracias
a amigos de familia pudo estudiar en
Zurich, donde se licenció en 1900. Y se le concedió la nacionalidad suiza y pudo
trabajar en la Oficina de Patentes de Berna. En Suiza
es donde hizo sus mayores descubrimientos científicos como la Teoría de la
Relatividad restringida (1905) y la general en 1916 y el efecto fotoeléctrico.
No recibió precisamente el Premio
Nobel de Física por su formulación de la Teoría de la Relatividad especial o
general, sino por sus contribuciones a la física teórica. Concretamente por la
teoría de los cuantos de luz (actualmente denominados fotones) que escribió en su año más fecundo y admirable el 1905: sobre
la producción y transformación de luz.
“Este artículo constituyó uno de los
pilares básicos de la mecánica cuántica. Una explicación completa del efecto
fotoeléctrico solamente pudo ser elaborada cuando la teoría cuántica estuvo más
avanzada. Por este trabajo, y por sus contribuciones a la física teórica,
Einstein recibió el Premio Nobel de Física de 1921”.
Antes de científico era un
hombre, con todos los sentimientos y circunstancias. De salud precaria, hijo de
judío, en Alemania, y obligado a desplazarse. A finales del siglo XIX los
primeros grandes avances tecnológicos empezaban a sucederse a un ritmo
vertiginoso. Se necesitaba una mente abierta, pensante, lúcida.
Sus padres le habían enviado a estudiar
a Suiza. Allí se hospedó en casa de un amigo de sus padres, la familia Winteler,
que tenía tres hijas. Cursaba el tercer año, en la escuela de Aarau, en Suiza, cuando
se enamoró de una de las hijas llamada Marie. Tenían en común el gusto por la
música. Marie tocaba el piano y él el violín. Ese romance no era mal visto por los padres de ambos, pero
no duro… más allá de 1897.
Por entonces, se enamoró de una
compañera de clase de origen serbio. Su familia se opuso a esta relación con
Mileva. Si bien, con ella tuvo una hija en enero de
1902, llamada Lieserl, cuyo paradero se desconoce, aunque dicen que fue dada en
adopción. Cuando el padre de Eistein enfermó, aceptó que se casara, en 1903. En
mayo de 1904, tuvieron un hijo, Hans Albert.
Luego vino su otro hijo: Eduard. Estaba enfermo. Sufría esquizofrenia.
Fue internado en una institución alemana para tratamiento de enfermedades
mentales. Con el tiempo, Hans Albert
emigró, como su padre a estados Unidos y se instaló en California. Eduard murió
en Alemania en 1965.
Einstein mismo estaba enfermo con
frecuencia. Eran años muy duros. Tenían que cuidarle. Einstein, terminó
divorciándose de Mileva y casándose con una prima, Elsa, con la que no tuvo
hijos.
Se instaló en Berlín en el año
1914 y gracias a su nombramiento como miembro de la Academia de Ciencias
Prusiana, consiguió la cátedra meses antes de estallar la I Guerra Mundial. Él,
que se consideraba antibelicista, se refugió durante esa época en sus estudios
y continuó desarrollando las teorías que le valdrían el reconocimiento
universal.
Albert Einstein fue un pacifista de
izquierdas. Siente desprecio por la violencia, la agresión, la injusticia. Piensa que la preocupación por el hombre
debería constituir el esfuerzo de la tecnología.
Cuando ves que no es así “uno
se da cuenta de lo absurda que es la especie animal a la que pertenece”.
Recordemos su fórmula de la equivalencia masa-energía, según la cual, la energía
E de un cuerpo en reposo es
igual a su masa m multiplicada
por la
velocidad de la luz al cuadrado: E=mc².
Los científicos de los años 1930
confirmaron la fórmula de Einstein E=mc²
utilizando máquinas que podían romper los núcleos de los átomos. La energía
liberada en una transformación nuclear era tan grande que podía causar un
cambio apreciable en la masa del núcleo. Podía convertirse en un peligro
potencial.
Ya en 1933 con la llegada de Hitler
al poder y la persecución del pueblo judío en toda Europa, Einstein decidió irse a Estados
Unidos a la ciudad de Princeton.
“En agosto de 1939 los físicos nucleares
fueron a ver a Einstein, no en busca de ayuda científica, sino de ayuda
política. Recientemente se había descubierto la fisión del uranio. Un amigo de
hacía años, Leo Szilard, y otros científicos se dieron cuenta de que el uranio
se podría usar para construir bombas devastadoras. Tenían buenas razones para
creer que la Alemania Nazi podría construir tales armas. Einstein, como
reacción al peligro de agresión por parte de Hitler, ya había abandonado su
estricto pacifismo. Ahora firmó una carta dirigida al Presidente
Norteamericano, Franklin D. Roosevelt, aconsejándole entrar en acción. Esta
carta, y otra de marzo de 1940 firmada por Einstein y Szilard, se unieron a los
esfuerzos de otros científicos para empujar al gobierno de los Estados Unidos a
que se preparase para la guerra nuclear”.
Esta firma es su principal participación
en cuestiones mundiales. Demuestra que una
conciencia inquisitiva, profunda y diáfana, no siempre puede mantenerse independiente.
Solo por eso, por apoyar el Proyecto
Manhattan se le considera “padre de la bomba atómica”. Sin embargo, en el
discurso pronunciado en Nueva York, en diciembre de 1945, razona que: “Nosotros
ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la
humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían
consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo”.
Durante los últimos años de su vida
dedicada a la enseñanza, trabajó por integrar en una misma teoría la fuerza
gravitatoria y la electromagnética. Einstein pensaba mucho, y escribió mucho. Lo dispuso todo, para que nadie convirtiera su
casa en lugar de peregrinación, ni sus cosas en reliquias. Por eso mismo
decidió ser incinerado y que sus cenizas fueran esparcidas en el río.
Este hombre que conoció a J.Henri Poincaré, habló e intercambió
opiniones con Marie Curie, y debatió con
el físico danés Niels Henrik David Bohr,
(Nobel de física en 1922), era un sabio que hablaba sin tapujos. Como ejemplo,
el hecho de que durante el desarrollo de un debate de física cuántica,
Einstein dijo al danés: "Dios no juega a los dados". Mientras Bohr le
contestó "¡Einstein, deja de decirle a Dios qué hacer con sus dados!".
Es un dato para indicar que Einstein
era un sabio, pero humano. Seguro que llevó, como padre, la
nostalgia y la preocupación por su hija Lieserl.
Supuestamente,
Einstein habría escrito, una carta a Lieserl, (o tal vez sea apócrifa). Dice:
"Cuando propuse la teoría de la
relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo
transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios
del mundo.
“Te pido aun así, que la custodies todo
el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado
lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
“Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
“Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del
universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da
y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas
personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que
la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es Amor.
“Esta fuerza lo explica todo y da
sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que
hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya
que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a
manejar a su antojo.
“Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
“Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
“Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
“Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
“Quizás aún
no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante
potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el
planeta. Sin embargo, cada individuo
lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía
espera ser liberada.
“Cuando aprendamos a dar y recibir
esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo
lo trasciende y todo lo puede,
porque el amor es la quinta esencia de la vida.
“Lamento profundamente no haberte
sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti
toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el
tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta”.
Sería el contrapunto. Suya es la frase: “al
principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor
pertenece a los pensamientos”. He tenido la suerte de escuchar el mismo
razonamiento sobre la energía, a algún
eminente profesor de Física Cuántica. Otros sabios también han indicado
la necesidad de un cambio urgente para la Humanidad: descubrir el potencial
interior de energía.
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES, Blog LA TANGENTE:15-06-2014:: http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=21668;BITACORA DE BELMONTE EN CIVICA, 15-06-2014: http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/la-bomba-de-que-dispone-la-humanidad
El Papa ha dicho (26-06-2014)
“Il fuoco della Pentecoste, la potenza dell'Amore, può fermare il fuoco
delle armi, dell'odio e della vendetta". ¿Es tan distinto?
Muy bueno, y hermoso artículo. Sólo los Grandes, entienden revelan a los Grandes.
ResponderEliminarSólo puedo decirte, ¡Ole!
Gracias, de verdad.
ResponderEliminarHe intentado dejar claro que tenemos más capacidad de la que usamos. Esa capacidad es infinita, no se agota, ni muere. Es una y nos une a todos desde dentro.
Un gran abrazo. José Manuel