Miriam,
vino para poner las cosas en su sitio. Llegó a Guadalajara, desde Perú, para
dejar algunas cosas claras. Vino a reclamar justicia y remover lo que fuera
necesario para defender la dignidad y los derechos de su familia. Y sobre todo
para darle a su hija el último adiós que merecía.
Una madre
respeta la vida y los caminos de los hijos, pero existen cartas, conversaciones
telefónicas y matices en la voz y en la forma de expresar lo que se escucha,
que ponen en alerta las antenas del corazón de una madre. Miriam, desde allá sabía cómo iban las cosas en
Cifuentes y el miedo que su hija sentía al hombre con el que convivía (así lo
declaró en el juicio).
Al no responder al teléfono, intuyó que algo
grave le había sucedido, antes de que nadie se lo dijera. Tenía la esperanza de
que el niño del que estaba embarazada de 8 meses le ayudara a tomar la decisión
más adecuada para ambos.

He seguido
de cerca los pasos de la madre que perdió a su hija Carolina y a su futuro nieto, el 30 de
septiembre de 2013. Desde finales de octubre he podido hablar con Miriam y
descubrir el valor y los recursos de una madre dolorida y apenada. Es una
peruana valiente que nadie sabe de dónde saca las fuerzas para luchar como una
leona por los suyos.

El prestigioso Psicólogo Javier Urra, escribió al año siguiente
de los hechos, en Nueva Alcarria el 12-09-2014: "Quebrar el horizonte de
los niños es el arquetipo de la infamia, es el crimen más imperdonable de la
humanidad".
Miriam, que
se había podido aguantar las lágrimas en el juicio al conocer detalles
escalofriantes sobre el asesinato de su hija y del hijo que esperaba de José
Miguel. Pero el asesino confeso no hizo nada por salvar siquiera a su propio
hijo.
El cobarde
asesino y su padre, se habían acogido a su derecho a no declarar.
Lo cierto es que Carolina, con solo 32 años, dejaba otros 3 hijos, de su anterior
matrimonio, huérfanos para siempre. Fueron unos días muy duros para su familia.
(El30-10-2015:http://www.elheraldodelhenares.com/pag/noticia.php?cual=27857;
http://belmontajo.blogspot.com.es/2015/10/en-cifuentes-un-muerto-o-dos.html)
Después del juicio, Miriam ha descubierto muchas
más cosas. Alguien le hizo llegar el texto completo del que fuera en su día
Defensor del menor, quien desveló un secreto, cuyo dato no apareció en el
juicio, pero pone de manifiesto los antecedentes y la catadura moral del
asesino. ¡Ojalá Catalina hubiera conocido ese dato antes de confiarse al
carnicero!
"La Justicia
puede hacer justicia, pero perdonar solo puede la víctima", dice J. Urra. "En
eso no, estoy de acuerdo, -dijo Miriam-: Quien perdona es Dios. Yo no. Yo pido
la máxima condena para el asesino de mi hija Carolina. Cadena perpetua o que se
pudra en la cárcel".

Miriam, me mira y deja las fotocopias
del artículo sobre la mesa. Solo acierta a murmurar: "desgraciadamente mi
hija no puede reconstruir su vida desde sus cenizas. ¿Nadie sabía nada de esto
en Cifuentes? ¿Por qué nadie abrió los ojos a mi hija? ¿Porqué nadie gritó
cuando mi hija faltaba?"

La
verdad es que si uno no se implica y acepta lo inadmisible, lo que pueda
suceder a los demás, puede ser culpa del silencio. La in-humanidad del perverso
o del psicópata, se afianza, crece y toma aliento en ese miedo. Lo estamos viendo
cada día, en los violadores y en la Violencia
Machista. Recordemos que en España en 2013 fueron 57 las mujeres
asesinadas. En 2014 fueron 59, y en 2015 ascendieron a 64.

Su lazo
morado, decía: Carolina, 30 de
septiembre 2013. Cifuentes -España.
Había fabricado además, una bolsita que llevaba en una cara la foto de su querida
hija; en la otra, el siguiente texto: Carolina con su dulce angelito: 01-08-1981 + 30-09-2013.
Se las
ingenió para entregar a sus amigos un recuerdo entrañable, con esa bolsita y ese
lazo. Dentro iba una cadena con una medalla de plata de la Virgen madre con su
hijo, que su hija levaba al cuello.

Rodeada
de sus nietos y de su familia, llevó a la Concatedral de Guadalajara, en una
urna, las cenizas de su hija. Puso una banda con la bandera de su país sobre la
urna y la rodeó de flores y cariño. También colocó junto a ella la fotografía
de su hija, esta vez con un tamaño visible para los asistentes.
El Vicario
de la diócesis ofició el funeral conmovido por la tragedia de la hija y la
valentía y el tesón de la madre. Los hijos de Carolina, que han pasado tanto, -en
Cifuentes y en el juicio-, se estremecieron
al acercarse para besar los restos de su mamá. Los ojos del menor se
humedecieron y se sentó en la grada para mirarla desde allí, sin comprender
tanto misterio y tanta maldad. Los dos mayores permanecieron en pie, junto a su
abuela.
Al día
siguiente, a la hora convenida, toda la familia, se reunió en el Columbario. El
hijo mayor, portaba el cofre. La abuela había preparado una oración especial de
despedida. Eran una piña. Allí mismo, entregó un recuerdo especial a cada nieto.
Antes de salir
del cementerio, quiso hacerse con ellos una foto, cerca de la Cruz y los
cipreses, junto a un hermoso texto a los héroes caídos: "Os tiene Dios y
os guarda España". Su hija, descansa ya para siempre allí cerca.

En la
lápida, dejaba un grito de desgarradora realidad y de esperanza:
"Sé que desde el cielo nos cuidas, pero aquí nos haces falta".
Al
recibir la foto con la lápida junto a una rosa por su hija, Miriam, desde Perú
cerraba ese difícil capítulo con este comentario: "Me encuentro contenta.
Quedó muy bien".
Cuando
más débil parecía, supo sacar la fuerza y el coraje de una madre. ¡Qué gran
mujer! Me alegra haberla conocido, aunque tal vez no fuera el mejor momento.
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES: 26-02-2016:
BITACORA DE
BELMONTE EN CIVICA, 29-02-2016:
http://investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/la-madre-de-la-mujer-asesinada-en-cifuentes