¿Por qué al hilo de la vida?. Porque según la mitología griega, las Parcas, -diosas de la Vida y de la Muerte- estaban representadas por tres hermanas, hijas de Nix, que era una personificación de la Noche: Clotho, Láchesis y Átropo.
Eran las ejecutoras del destino que regulaban la vida de cada mortal con la ayuda de un hilo y tenían repartida la tarea: Clotho se encargaba de hilarlo; Láchesis o Láquesis lo enrollaba y Átropo, la implacable, lo cortaba cuando la correspondiente existencia llegaba a su fin.
El hilo de la felicidad estaba hecho de lana blanca; el de la desgracia era de lana negra y aquellas personas en cuya existencia habían alternado los buenos momentos con los aciagos, estaba formado por una mezcla de ambas lanas.
De manera que, en realidad, se trataba del hilo del sostén de la vida y de él dependíamos todos los mortales.
De ahí nació la expresión el hilo de la vida, utilizada hoy con sentido metafórico, para dar a entender lo frágil, débil y quebradizo de nuestra existencia.
Por eso, al hilo de la vida, porque la vida es bella. Por que tenemos una sola y porque pende de un hilo.
Al hilo de la vida, porque merece la pena, porque una vida importa, y hay que defenderla.
Al hilo de la vida, mientras nos quede un hilo, un aliento, mientras haya esperanza, mientras nos queden fuerzas para seguir luchando.
Al hilo de la vida, porque cuando nacemos, ese hilo es un cordón que está unido a la madre, y hay miles de tijeras en el aire, y no son Parcas.
Al hilo de la vida, que está llena de sueños, de momentos grandes y también de pequeños, de momentos sublimes y también eternos.
Al hilo de la vida, que se enreda en un beso, o en el gesto de subir embozo para arropar a un niño y en el temblor del que escucha a su hijo llamarle “mamá” o “papá”.
Al hilo de la vida que se renueva y florece como una primavera, que la sociedad espera, porque los años pasan, porque la muerte llega.
Al hilo de la vida, porque desde la ciencia nos dicen cuando empieza, y desde la experiencia, nos cuentan lo importante de no desistir nunca, de buscar como hombres lo que nos pertenece, sin prescindir de nadie, porque todos tenemos derecho a la alegría, sin que nos maten sueños, sin acortar los días.
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES el 22-02-2010
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