domingo, 22 de agosto de 2010

Con el enfermo hasta el final de la vida

La vida es lo más grande que tenemos. Es el primer Derecho Humano y la base donde se apoyan todos los demás. Es tan frágil que desde el mismo instante de tenerla, la podemos perder o nos la pueden quitar. Nadie tiene derecho sobre la vida de nadie, ni en el seno materno, en el espacio exterior, o en la unidad de cuidados intensivos.
Nunca la vida de un ser humano ha valido tan poco como en la actualidad. Nunca hasta ahora, dar muerte a un ser humano había sido tan fácil porque hoy es “un derecho”.
Es significativo que aquellos que no defienden la dignidad y el derecho a la vida desde su concepción, proponen y defienden “una muerte digna” al final de nuestros días. Quienes discriminan a los seres humanos y su derecho a nacer según tengan o no anomalías o malformaciones, -legislación actual-, tienen obsesión también por el final de la vida. Resulta curioso que quienes defienden el aborto, con la ley de “salud sexual y reproductiva...”, aboguen por la “muerte digna”, con la eutanasia y la sedación terminal.
Una vez más utilizan eufemismos (eu= bien; pheme= modo de hablar). Disimulan palabras tabúes o mal sonantes para que algo se acepte. ¿Quién puede estar contra la salud? Nadie. Pero en el aborto se elimina una vida. ¿Quién puede estar contra la “muerte digna”? Nadie. Sin embargo el resultado puede ser la muerte a una persona. En uno y otro caso, suelen buscarse las “garantías legales” para los inductores. Ello indica que, se demuestre o no, la mala praxis es éticamente posible y condenable.
Podemos estar de acuerdo en que morir en paz sea un derecho. Y estamos de acuerdo en que se debe aliviar el sufrimiento de un enfermo mediante unos cuidados paliativos de calidad, dignos y respetuosos con la persona humana y con sus creencias. Eutanasia, (también del griego eu= bien , y thanatos= muerte), es precisamente eso, muerte sin dolor, “buena muerte”.
Pero la “eutanasia” se ha convertido en bandera de los que defienden la legitimidad de poner fin, con la muerte, a los sufrimientos de los enfermos incurables. Por supuesto, para ellos el término eutanasia se ha quedado pequeño. Por eso hablan ya de “eutanasia y suicidio asistido”

Conviene recordar ahora que los avances médicos y farmacéuticos han procurado una mejora para la salud. Estos avances podrían también alargar el proceso de muerte. Tenemos derecho a ser informados de los tratamientos y de sus consecuencias. En la práctica, al no disponer de conocimientos precisos, en general se acepta lo que el médico prescriba o suministre. En ello se basan algunos para vender "el testamento vital".

Con estas premisas, ¿tenemos que aceptar, como dicen, que “se muere mal”? ¿Debemos aceptar la eutanasia y la guía de sedación terminal? “¿Se imagina que pudiéramos salir de esta vida cómo y cuándo quisiéramos?”, dice el folleto de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Pues no, no me lo imagino. Y además, que otro pueda decidir el cómo y el cuándo, resulta paradójico. La muerte puede ser el último vuelo que “nos obligan a coger”, para ahorrar costes o algo parecido.
El suicidio asistido se da cuando el enfermo, o paciente, hace petición de que se le quite la vida, pero no tiene autonomía para poderlo hacer él mismo. Es decir que, para el suicidio asistido, es necesaria la colaboración del médico o de otra persona. La inducción y la colaboración están tipificadas en el código penal.
Según los promotores de “la eutanasia y el suicidio asistido”, se trata de “un derecho humano del siglo XXI que hay que ganar y conquistar”. Por ahí va a ir próximamente tanto la batalla ideológica, como la dialéctica y la política. Como en el caso del aborto, se intenta sacarlo del código penal y convertirlo en “derecho”. Y todo por “una muerte digna y de calidad”.
El nacimiento y la muerte deben estar amparados universalmente, en cualquier lugar donde se resida. La izquierda ya ha impuesto la muerte digna en una parte del territorio nacional. Es disparatado, y suena a astracanada, que el Parlamento andaluz aprobara la Ley de la muerte digna el 17/03/2010. Esta ley regula el derecho del paciente a recibir tratamiento para el dolor, incluida la sedación paliativa y los cuidados paliativos integrales. En un tema de general y vital importancia, es una región de España, la que por la vía de los hechos impone “la muerte digna” allí donde gobierna. ¿Nada tiene que decir el gobierno de España? Algunos ayuntamientos -de la misma cuerda- han asumido y hecho concesiones y despachos para explicar esos derechos a los ciudadanos. Es una manera de forzar los hechos y la Constitución, como lo fue el Estatut en Cataluña.
La pregunta lógica es: ¿Se necesita una ley para la “muerte digna”? Rotundamente no. Disponemos de un amplio marco legislativo, capaz de garantizar la dignidad, el acompañamiento, la información y la ayuda y cuidados paliativos en los momentos cercanos a la muerte. En este sentido, la Ley Básica de Autonomía del Paciente, la Ley de Calidad del Sistema Nacional de Salud, la Ley de Ordenación de las profesiones Sanitarias, y por supuesto el Código Deontológico del Médico que sigue estando en vigor. Son instrumentos jurídicos, profesionales y éticos, mejorables como todo en la vida, pero capaces de otorgar al enfermo autonomía, respeto y cuidados integrales de calidad para que tenga una “muerte digna”.
Es el Estado quien debe dotar económicamente al sistema de Salud Nacional de unos medios para que haya en todo el territorio unos Cuidados Paliativos al 100% suficientes e iguales, independientemente del lugar donde se encuentre el enfermo. Y vigilar su cumplimiento desde el punto de vista social y ético.
Necesitan una nueva ley quienes desean que la eutanasia abarque “el suicidio asistido”. En este caso se encuentran en el marco jurídico vacíos legales.
No parece lógica su pretensión de que “la objeción de conciencia ante la eutanasia debe ser delito”. Su argumento es que se les debe imputar “un delito de lesiones por omisión del deber de socorro( Dr Luis Montes) Lo cierto es que este personaje, y sus apoyos mediáticos y políticos hace mucho que han dejado atrás la eutanasia” Su batalla es “el suicidio médicamente asistido”. Van a seguir llamando a “eso” “eutanasia”, “buena muerte”, “muerte digna”, “derecho a la muerte”. Les interesa llamarlo así, por puro “eufemismo”, para que la sociedad lo apruebe, no lo rechace, y que los profesionales no puedan objetar. Es igual de perverso que llamar “salud sexual” al aborto.
Ilustro el artículo con fotos de Stephen Hawking discapacitado y enfermo, pero lúcido. Tal vez su persona y su ejemplo, demuestren como nadie que ningún hombre es completo hasta su fin. Y merece respeto. En los últimos instantes, un enfermo puede estar completando, para sí o para otros, su última lección. ¿Qué sabe nadie del aprendizaje interior? Podemos ver un cuerpo deteriorado, pero su alma está al final de un túnel abierto a la luz (según Jessie y cuantos lo han podido contar su experiencia al volver en sí) ¡Ningún médico puede ver esa realidad!
¿Qué dicen los católicos? En su día el arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián, proclamó la oposición de la Iglesia católica a esa forma de eutanasia y defendió que la muerte de Jesús en la cruz fue “absolutamente digna” a pesar de que “no tuvo cuidados paliativos".
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES [24-08-10 17:20] - Con el enfermo hasta el final de la vida; Ver en 20minutos.es : día 29-08-2010, la noticia de que un bebé prematuro resucita tras 2 horas sobre el pecho desnudo de su madre, en Australia; NUEVA ALCARRIA 1-9-2010; FORO DE CIVICA 5-9-2010.
;http://actualidadyanalisis.blogspot.com/2010/10/aplican-eutanasia-monja-que-no-la-pidio.html

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