Gracias a mi amigo Frank Walter, he conocido la historia de una mujer valiente narrada por Debi Vinnedge. ¿Puede una persona, un “ama de casa” enfrentarse al mismísimo Estado y todo su aparato? ¿Puede enfrentarse a la justicia y hacer cambiar la ley?
Esto es una reflexión sobre los puntos clave de esta historia, dado que hoy mismo Benedicto VI ha citado la “Lettera Apostolica Mulieris Dignitatem” (C.A. La dignidad de la mujer, 1998) de su antecesor Juan Pablo II.
Hay que partir de dos supuestos: No toda ley es constitucional por estar aprobada, y en vigor. No hace falta una mayoría para cambiar una ley injusta. Si una persona convencida se opone a ella y objeta en conciencia puede hacerlo. Demostrar que la ley es injusta obligará a cambiarla. Una mujer puede hacerlo. ¿Por qué no?
El punto de partida, en este caso, son LAS VACUNAS. Los hijos de Shannon Law ya habían recibido algunas. Estaban al día, cuando tuvo conocimiento de que “varias vacunas fueron cultivadas en líneas de células tomadas de tejido de pulmón de bebés abortados”. Y confiesa: “me asqueó por dentro al pensar que mis propios preciosos bebés estaban beneficiándose del asesinato…”
Así que cuando le avisaron de que le tocaba ponerles la vacuna de la varicela (MRC-5 y WI-38), se negó rotundamente a permitir que se la pusieran a sus dos hijos menores. Eran vacunas manchadas de sangre. La amenazaron con la expulsión de la escuela. Ahí comenzó la batalla. No estaba dispuesta a admitir que el Estado pudiera salirse con la suya, en contra de su conciencia y de su fe.
Le indicaron que las leyes del Estado (Arkansas en USA) eran fuertes y prácticamente no admitían excepciones. Pero no se dio por vencida y comenzó a revolver Roma con Santiago. Nunca mejor dicho. Como las organizaciones locales y la Iglesia a la que pertenecía guardaban silencio, llamó directamente al Vaticano. Le contestaron amablemente que estudiarían el caso y que mientras se pusiera en contacto con la Conferencia Episcopal. Ya no estaba sola. Dos organizaciones pro-vida se pusieron en contacto con ella y le ofrecieron apoyo y ayuda legal.
El oficial de Salud del Estado de Arkansas declaró que “El estado no reconoce exenciones religiosas basadas en declaraciones personales”. Su hijo menor fue expulsado del colegio.
Se encontró a un abogado Erik Stanley, sin miedo al aparato del Estado. Aceptó su defensa de lo que sería “Shannon Law vs el Estado de Arkansas“.
Otro padre se unió a la objeción y con ello comenzó también una batalla mediática.
Llegaron a juicio. Después de escuchar a las partes, el juez dijo: “A primera vista esta ley parece ser inconstitucional tal como está escrita. Sin embargo no puedo cambiar la ley en esta audiencia. Lo que haré es conceder el derecho de los hijos de estos padres a asistir a la escuela mientras el asunto se investigue más por el estado”.
Un año y medio después, la ley fue enmendada y los ciudadanos liberados de su obligado cumplimiento.
En España y en otros países, las vacunaciones no son obligatorias.
“Está universalmente aceptado que las vacunas son una medida de salud pública preventiva altamente eficaz y rentable para prevenir epidemias”. Dicho esto hay que añadir, que una gran parte de las vacunas tienen un “origen técnicamente objetable“, procedente de embriones humanos. Las vacunas son iguales en cualquier país. La Humanidad dispone de medios para buscar alternativas a esa procedencia. A la industria farmacéutica no le interesa.
Consecuencia primera: cualquier ciudadano tiene derecho a seguir una conciencia correctamente formada. Segundo, la Iglesia Católica admite que su seguimiento no es solo un derecho, sino un deber innegable, irrefutable e incambiable.
Shannon ha luchado por su conciencia, por sus hijos y por la dignidad de la mujer. La señora Law, es ciertamente un ejemplo.
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES [05-09-10 22:35] - Una mujer contra la ley
Pueden ver estos 3 videos si lo desean:
http://www.dailymotion.com/video/xdoln6_dr-john-rengen-virapen-1-de-3_news
¡Genial Jose Manuel, no es lo que dice, que todos lo decimos, sino como lo cuentas, Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso