jueves, 24 de julio de 2014

De nosotros depende que las consecuencias… sean positivas



     El miedo, pone en movimiento el torbellino de la mente que gira sin control. El auténtico fracaso no son los sueños rotos, sino la incomprensión. Una mujer se despierta sin haber pegado un ojo de noche. Las preguntas recorren su cuerpo con la fuerza de un rayo.

     Ayer aún vivía en el edén, soñaba y podía gozar. Nada ha cambiado en apariencia, pero hoy nada es lo mismo. Un simple cambio de color, en un análisis, le ha arrebatado el paraíso. Algo se ha roto en sus esquemas porque su forma de mirar y ver las cosas, no es la misma. Nadie se da cuenta. No encuentra dulzura en otros ojos. Las palabras, que ayer eran de afecto, resuenan en sus oídos como piedras. Necesita un poco de ternura, pero ¿dónde?

     Se ha roto el hechizo. Nadie escucha el galopar de sus venas. El silencio es amargo como la misma hiel. El corazón se mueve a impulsos. El sexo también. ¿En dónde quedó la razón, la inteligencia, el saber lo que hay que hacer en cada instante? ¿Se reduce todo a la nada que se siente? El recuerdo le produce temblor. ¿Qué futuro puede haber en el dolor?

   Es real como la vida. Una mujer desconcertada ante su embarazo, necesita de todo menos la incomprensión. Lo necesita todo. Acaba de concebir una vida, el futuro puede ser el mayor regalo. Los actos tienen consecuencias. Las decisiones también. ¿Condicionan el futuro? Los políticos hacen leyes, pero no enseñan a pensar ni a decidir.


    “En la vida no hay premios o castigos… solo consecuencias”. “El sufrimiento no es un castigo, sino un resultado”. “La felicidad no es un premio, sino una consecuencia”. Son sentencias de Robert Green Ingersoll, o Bob Ingersoll, político y orador agnóstico.


    He pensado en ellas, por dos razones. Por amistad, una. Otra, por deporte. Y ambas entrelazadas. Intentaré explicarme y seguro que me van a tender. Las consecuencias, son las mismas, seas agnóstico, creyente o ateo.

     Cuando, la semana pasada publiqué “¿Hay vidas desechables?”, me refería como es natural, a las vidas que se desechan, como consecuencia de una decisión personal. Que hay que respetar, pero no hay por qué compartir.

http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=21986; http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/%C2%BFhay-vidas-desechables
http://belmontajo.blogspot.com.es/2014/07/hay-vidas-desechables.html.

     Que se quiera amparar la decisión bajo el pretexto de una anomalía o malformación, en el grado que sea, o en la cobertura de una ley, más o menos permisiva, no dejan de tener consecuencias. Se admita o no, hay una responsabilidad en lo que hacemos, o dejamos de hacer, porque hay consecuencias. No se puede ignorar. “La vida es demasiado corta para malvivirla, extremadamente frágil para no cuidarla y sumamente bella y compleja para destruirla” (José Telmo).


     Un amigo al leer el artículo, me escribió, comentando la aparición del libro de la madre de Cristiano Ronaldo, en el que dicha señora comenta que estuvo a punto de abortarle, y que fue su médico quien se opuso a su deseo. Cristiano, vive hoy, porque el médico no quiso matarlo en el vientre materno. ¿Se imaginan las consecuencias? “Hoy es una mujer feliz que mira con orgullo los éxitos de su hijo, pero la historia pudo ser bien distinta por un duro episodio del pasado, que cuenta en su libro, Dolores Aveiro.

      Dolores en su libro, Madre coraje: la vida, la fuerza y la fe de una luchadora, cuenta que cuando supo que estaba embarazada de Cristiano Ronaldo pensó en abortar debido a los problemas económicos por los que pasaba la familia”. El médico familiar fue quien ‘salvó’ a ese niño: “¡De ninguna manera! Usted tiene solo treinta años y ninguna razón física por la cual no pueda tener ese bebé. ¡Ya verá como es la alegría de la casa!”.

     Mi amigo aprovechó para hacerme una confidencia. “ Esa experiencia de la madre de C. Ronaldo es escalofriante y grandiosa. Yo he vivido en mi familia esa situación, muy de cerca. Ha dado lugar a un trabajo que también he puesto por escrito. En esta experiencia familiar, yo fui "el médico de familia" que surgió en la historia como la madre del futbolista. Nunca olvidaré ni dejaré de agradecerme, a mí mismo, o al mandato que me inspiró aquella intervención, siendo yo, como era "un progre de retorno”. “Ese ha sido el "salvamento" más grandioso que haya hecho en mi vida, y eso que he salvado varias vidas en circunstancias diversas”.

     Por supuesto, yo desconocía ese dato y me quito el sombrero ante mi amigo. Me pareció interesante y le pedí permiso para hacerlo público. “Eres libre de hacerlo como a ti te plazca y como consideres más útil”, me respondió. “Solo te pido algo de discreción, para evitar protagonismo alguno, pero tampoco es imprescindible, no estarías violando deseo alguno mío”.

     Me limito, pues, a omitir su nombre. Quien me conoce, sabe que no invento, ni lo uso como artificio literario. Si acaso, añado lo que me parece una paradoja emocionante, que prueba su grandeza, y su amistad. “Por tus esfuerzos y espíritu de lucha, por tu entrega y dedicación, mi agradecimiento eterno y más sincero, en nombre de los más débiles. Sin ser creyente, y aunque parezca una paradoja: ¡Que Dios te bendiga!” Eso demuestra que la luz brilla donde le da la gana, y que hay gente maravillosa en todas partes. Conocer gente así, ayuda a seguir en la brecha. A mí, por lo menos. Me identifico con el humanismo y el sentido común de forma prioritaria. Me enorgullece que alguien sea capaz de desear lo mejor de esta manera.

     Con estas anécdotas, se demuestra que “se puede hacer algo”, se tenga la fe que se tenga,-si se tiene-. Basta dejar hablar al corazón en un asunto humano. Callar o acatar los deseos de quien quiere terminar con una vida es cooperar en acabar con un niño. Hablar, por el contrario, puede hacer que la familia tenga un miembro más, un regalo inmenso, la sociedad un nuevo compañero de camino y la Humanidad un genio. En todo caso un ser único e irrepetible. Como todos, sí, pero, único, como cada uno, como tú o como yo.

     Como señalaba Antonio, un amigo común, “¡Sencillamente impresionante, el ejemplo de una figura tan popular! ¿Servirá para convencer a los abortistas de que podemos estar cercenando la vida de personas que pueden ser los líderes que salvarían a este mundo?”

      "En nuestra sociedad los hombres tenemos toda la responsabilidad de criar a nuestros hijos, pero nos han quitado el derecho de protegerlos antes de su nacimiento; esto no puede aceptarse, es una irresponsabilidad  social", puede leerse en CIDEVIDA.

     Por eso, el novio o el marido,  el abuelo, el hermano, el amigo, o el médico, que conoce la situación de desconcierto no deben tener miedo a preguntar a quien desea abortar. Ese intento, puede tener consecuencias extraordinarias. Los hombres, también cuentan. ¡Claro que ellas pueden decidir, pero también los varones! Y “que cada cual hable lo que pueda en favor de quien no pueda hablar por sí" (San Agustín).


     En éste sentido, conozco jóvenes (ellos y ellas), estudiantes, con los que he podido hablar, que me han contado la experiencia de organizarse, turnarse, y velar en el camino de los “abortorios” (Lugares pensados para acabar con la vida de indefensos niños, y que algunos llaman clínicas). Me comentaban, su experiencia tanto de fracasos como de logros. “Algunas veces, no quieren escucharnos”. Pero, “han sido varios logros”. “Con uno solo que hubiéramos tenido, ya habría merecido la pena”. ¡Son de Navarra! ¡Están en comunicación con estudiantes de otras universidades españolas, para extender el movimiento de rescate! ¡Cuánta vida y cuanta ilusión ponen en lo que hacen! Por experiencia saben que “la felicidad no es un premio, sino una consecuencia”. Su altruismo y una actitud comprometida con la vida, les compensa de muchos sacrificios.


     Y termino con el anillo de, Sir Nicholas Winton (nacido el 19 de mayo de 1909). Es el hombre que salvó a 669 niños judíos de la muerte en la Alemania nazi, justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Siempre lleva consigo el anillo que le regalaron algunos de los niños a los que salvó. El anillo lleva la siguiente inscripción: «Salva una vida, salva el Mundo». ¿Qué sentiría este hombre si en un momento dado, sin que él lo supiera, cientos de esos niños estuvieran a su lado? Puedes comprobarlo en este vídeo adjunto, de hace algunos años, cuando se le tributó un merecido homenaje.

PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES; BLOG LA TANGENTE: 24-07-2014: http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=22081;
BITACORA DE BELMONTE en CiViCa, 27-07-2014:  http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/de-nosotros-depende-que-las-consecuencias%E2%80%A6-sean-positivas



2 comentarios:

  1. Gracias a Dios hay muchas "madres de Cristiano", que salvan las vidas de sus hijos, porque son valientes y se le echa una mano en su soledad y su miedo.
    Un abrazo amigo. Me ha encantado este post. Lo comparto en mi uro de FB.

    ResponderEliminar
  2. Gracias amiga luchadora Lourdes.
    Es verdad que, felizmente, esas madres de que hablas,son mayoría. Pero tu sabes que cada día, debido al paraguas de las leyes permisivas, hay muchos bebés que son desechados, abortados. Vengan sanos o tengan alguna anomalía.
    También hay valientes, médicos, familiares, voluntarios que alertan del peligro personal, familiar y social de esas consecuencias.
    Hay una decisión personal que es y seguirá siempre siendo libre, pero la obligación es informar, formar y ayudar y apoyar.
    Gracias por compartir lucha, información y apoyo a todo lo que hacemos. Una forma es también, difundir lo que se hace. Las Redes Sociales, Facebook y cualquier otra forma multiplicadora es de agradecer.
    Un fuerte abrazo
    José Manuel

    ResponderEliminar