Estamos encarnados, aquí y ahora,
para vivir la experiencia humana hasta el final de nuestros días en este
planeta. Pero no sabemos ni el cuándo ni el cómo será el final. Nos hemos
acostumbrado a que el final de quien tiene más años será antes del que tiene
menos, o que los padres se irán antes que los hijos. Pero no siempre es así. Como
decía Petrarca: "nadie es tan joven que no pueda morir hoy".
De hecho, la vida incluye lo que
llamamos "muerte". O la
muerte es parte de la vida. Pero olvidamos lo que somos. No solo somos cuerpo.
No somos solo el coche con el que nos movemos. Somos, y a veces lo olvidamos,
el conductor. El coche puede dejar de funcionar porque tiene fecha de
caducidad, pero el conductor no. El conductor no tiene fecha de caducidad, es
anterior al tiempo y al espacio. Pero no nos gusta hablar de ello. Nos hemos
acostumbrado a hablar erróneamente de la
"muerte", como final de la vida. Es un error que además produce
miedo.
La vida que tenemos y se nos ha
regalado, es vida sin final. La muerte no existe. Lo que venimos llamando
"muerte" es un "tránsito" de esta forma encarnada, visible,
a otra dimensión distinta de la misma vida, no palpable y no visible a los
sentidos. Dicho de otro modo, el "tránsito" es el "paso" del ser encarnado, a la
vida del mismo ser, en un plano distinto a la visibilidad corpórea; a la vida
en el "plano de luz" una vez liberados de las ataduras espacio corpóreas.
Suele llamarse "tránsito"
tanto a la fase de desencarnar, lo
que hemos entendido como "morir", como al proceso de pasar de esta dimensión a la nueva, distinta, invisible,
transformada, pero viva -también del mismo ser-. Individualmente mientras
estamos encarnados somos un ser infinito formado por millones de partículas
vivas, autónomas y unidas, para formar el ser
que somos (cada uno distinto).
En realidad toda la vida es una
transformación vital, un continuo perfeccionamiento de capacidades interiores,
energías, experiencias y toma de consciencia que nos cambia la forma de mirar,
de amar, de valorarlo todo y valorarnos.
En la medida que aflora esa consciencia, suele crecer la ilusión y la
confianza, la experiencia y la paz, pero también la forma de mirar y de
apreciar. Es como si en un momento dado descubriéramos lo que antes nos parecía
imposible, o no lo veíamos. A veces, no lo descubrimos hasta que nos falta.
Como si descubriéramos la importancia de una gota cuando llega al mar. Vamos
hacia la unidad.
Sea en el momento que sea, el
final de un familiar o un ser querido, produce dolor. Siempre es un imprevisto,
tener que partir. Quien se va, tiene que aceptar que debe partir y transitar.
No es fácil, y menos si se es joven. Se
puede ayudar en ese trance. Al menos no se debería entorpecer. Antes o después,
todos pasaremos por esos momentos.
Admitamos que... "cada día es
un regalo y no un derecho".
Se puede aprender mucho de quien
ha pasado por esa Experiencia cercana a la Muerte y ha vuelto para contarlo desinteresadamente,
con una paz y un amor admirables.
Pero, el tránsito de un familiar
o de un amigo, también es un imprevisto para quienes se quedan. Los lazos de
amor son tan hermosos y tan fuertes, que van hacia arriba y hacia abajo. Amar
es dejar partir. Pero también, partir, es dejar aquí a quien se amaba.
Podemos acompañar y hacer que no se
sienta solo quien se va, durante el proceso de irse. Cada día sabemos más del
"proceso de tránsito" y los seres queridos que le precedieron saldrán
a su encuentro y le acompañarán hacia el plano de luz y el amor. Cuando abandona
el cuerpo, todo cambia, para el ser que transita.
Pero no cabe duda de que la soledad
de quien no transita es muy dura. ¡Hay que seguir viviendo! También para nosotros
todo ha cambiado. Todo, menos el ser que
somos, nuestra consciencia, el amor, su recuerdo y el hoy aquí y ahora.
El que se queda y... los que
siguen caminando.
¡Qué lejos queda todo, cuando se
sufre y un ser querido tiene que partir! ¡Qué lejos de todo lo que nos rodea
nos deja un ser querido con su ausencia! Parece el punto de partida de un
trayecto en un paisaje desconocido.
"El tránsito de un ser querido" cambia
la vida y deja sumidos en soledad a quienes quedan, y obliga a afrontar una
etapa nueva de la existencia terrena, con interrogantes pero con valentía para
nuevos compromisos o retos. Cuando
expira, todo cambia en un instante. Todo, menos uno mismo. Todo, menos "el
yo que soy". Para él y para
nosotros.
El recuerdo, "su"
recuerdo, y "su" amor ausente de nuestro corazón pero presente en él,
no se borran ni de noche ni de día. Todo tiene un por qué y un para qué.
También el morir. Las llagas que creemos que no se van a cerrar nunca, el tiempo y la esperanza con manos suaves,
las van cerrando. La fe -como quiera que
uno la entienda-, ayuda mucho. Decía Santa Teresa: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda".
Como ayer, a pesar de la noche, hoy
amanece, para que recordemos que estamos vivos y algunos siguen a nuestro lado.
¡No estamos solos! La familia ha cambiado no se ha deshecho.
Es una nueva oportunidad de crecer
replanteándonos el futuro tras la ausencia del ser querido. El tiempo nuevo,
sin la persona que hasta ahora caminaba a nuestro lado, como padre o madre,
como esposo o esposa, (o pareja) como hijo o hija, o compañero/a del alma, abre
una etapa desconocida. Debemos hacer ese camino sin ver a quien nos ha dejado,
pero seguros de que -como fue hasta ahora- va a ser "un camino de bondad,
que conduce -según Siddharta Gautama-, a la iluminación y al despertar".
Cada uno puede decir: "soy",
estoy vivo y voy a vivir intensamente; cuento con el apoyo de quien se fue y quien lo recibió. Voy a ser feliz. Es un don
que nadie nos ha arrebatado. Como
escribió la australiana Holly Butcher,
de 27 año: "Nunca sabes el tiempo que tienes en esta tierra así que no
lo malgastes".
Esta joven, enferma
de cáncer, fue consciente de su estado y
sabiendo que iba a morir escribió, poco antes, una carta que, como un relámpago,
ha recorrido el mundo a través de facebook, iluminando a muchos y cambiando la
vida de otros.
Holly partió rodeada
de sus familiares el 3 de enero de 2018, al día siguiente de que su familia
publicara su carta en Internet que
comenzaba así: "Tengo
ahora 27 años y no me quiero ir. Amo mi vida, soy feliz. Se lo debo a mis seres
queridos. Pero no tengo el control".
Lo que esa joven australiana dijo en su carta, tiene toda la
carga de quien siente lo que dice y dice lo que siente, sinceramente. Posiblemente todo un propósito vital. Aunque
se puede decir de otra manera, hay que reconocer que lo suyo es un testamento
vital. Se puede escuchar o no lo que dijo pero ciertamente puede ser todo un
programa. Lo comparto, como ha hecho su familia, para quien no lo conozca.
¡No te quejes tanto
de la gente!… y ayuda más a los demás.
Haz lo que puedas
para que tu tiempo sea digno y grandioso, sin tonterías.
Trabaja igualmente
duro en encontrar tu felicidad mental, emocional y espiritual también.
Da, da, da. Es cierto que te sientes más feliz cuando haces cosas por
otros que cuando las haces solo para ti mismo. Ojalá yo lo hubiera hecho
más.
Al estar enferma me he encontrado con las personas más maravillosas y
he recibido palabras y pensamientos con gran cariño de mi familia, amigos y
desconocidos. Más de lo que podría devolver. Nunca lo voy a olvidar y siempre
voy a estar agradecida por tener a esas personas cerca.
El tiempo de los demás es valioso... Prepárate con tiempo y aprecia el
hecho de que tus amigos quieran compartir su tiempo contigo (…). ¡Te vas a
ganar su respeto!
Fúndete con la
naturaleza.
Intenta disfrutar cada momento, en lugar de atraparlos con la pantalla
de tu teléfono. La vida no está diseñada para vivirla a través de una
pantalla, tampoco para tomar la foto perfecta… ¡disfruta cada instante!
Escucha música…
Hazle cariñitos a
tu perro. (Al mío) lo voy a echar de
menos.
Habla con tus
amigos
Viaja si es lo que
te apetece...
Trabaja para vivir,
no vivas para trabajar.
En serio, ¡haz lo
que te haga feliz!
Dile a tus
familiares y amigos que los quieres, cada vez que tengas la oportunidad. Ámalos
con todas tus fuerzas.
¡Ah, y una última
cosa! Haz alguna buena acción por la humanidad( ...)Te hará sentir bien!
De cualquier manera, esto son solo algunos consejos de una chica joven.
Escucharlos o no es cosa tuya..."
https://es.stories.newsner.com/noticias/joven-muere-cancer-deja-potente-carta-facebook/
Es
una carta a corazón abierto y comprensible para todos, aquí y ahora. El tiempo
no existe por sí mismo, ni fuera de nosotros. Ella, como el ser querido que se
nos va, se ha ido, pero quedamos nosotros, caminantes. Tenemos que adaptarnos
para seguir viviendo y creciendo.
Nosotros, individualmente, somos los
miembros que, afectados por la realidad de la ausencia, tenemos que cambiar
para ser más lo que somos, sin desfallecer en el intento. Nuestra dignidad como
personas es única. Podemos dejar una impronta indeleble en la familia que nos
queda, en la sociedad y en la humanidad. Hay algo seguro que no cambia: cada
uno somos, vivimos y crecemos. Cada día nos vuelve a la realidad con un nuevo
reto: recordar lo que somos, no olvidarlo y ser consecuentes. Quienes están ausentes
porque se fueron, nos duelen, pero también nos recuerdan que no estamos solos. La
unión con ellos es la meta.
José Manuel Belmonte
José Manuel Belmonte
PUBLICADO EN
ESPERANDO LA LUZ:
03-02-2018
http://belmontajo.blogspot.com.es/2018/02/la-soledad-de-los-que-no-transitan.html
EL HERALDO DEL
HENARES: 03-02-2018
https://www.elheraldodelhenares.com/op/la-soledad-de-los-que-no-transitan/
CONTRASTES:
05-02-2018
http://belmontejosemanuel.blogspot.com.es/2018/02/la-soledad-de-los-que-no-transitan.html
CIVICA: 14 02-2018
http://civica.com.es/bioetica/fin_vida/la-soledad-los-no-transitan/
Con lo fácil que parece,lo bien que lo expones....y cuánto nos cuesta entenderlo.Como siempre mis saludos,mis respetos sobre lo que escribes.Un abrazo José Manuel.
ResponderEliminarDomingo
Hola Domingo:
EliminarAntes de nada, gracias por estar ahí, y por tener la amabilidad de leerme.
En este caso, creo que son importantes también las palabras de Emilio, un sabio que está pasando por los rincones de España y de otras naciones, impartiendo en sus charlas algunas de las experiencias que vivió en su Experiencia Cercana a la Muerte. Creo que aporta luz y paz y con ellas también confianza y esperanza.
Un fuerte abrazo.
José Manuel.
Enhorabuena por tan sabias palabras. Muchas gracias por la oportunidad de leerlas y escucharlas.
ResponderEliminarFeliz día.
Begoña S.
Gracias Bego:
EliminarHace tiempo que no sabía de ti y me alegra saber que sigues por ahí siempre atenta a lo que hacen los amigos y dando ánimo.
Un fuerte abrazo, y espero que te cuides especialmente estos días tan duros del invierno.
José Manuel
Que bien lo cuentas todo,y leyéndote pare todo tan sencillo,pero la palabra muerte sigue siendo un enigma para Mi difícil de asimilar,Ya sabemos que es un regalo y que estamos de paso,pero todos queremos estar mucho tiempo disfrutando del regalo de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Buenos días Pilar:
ResponderEliminarEres una mujer valiente, aunque pareces solo un junco. Has ayudado mucho y estado muy cerca de las personas que han transitado o pasado momento muy difíciles.
Lo que piensas tu suele ser también lo que piensan muchas personas. Cuando llegamos a ser capaces de asimilar que aunque nuestro cuerpo se deteriore o tenga fecha de caducidad, la muerte no existe, no desaparecemos, nuestra vida no termina, seguirá de otra manera, entonces encontramos paz, confianza y se terminan los miedos.
Los VÍDEOS que incluyo, si los puedes ver, te ayudarán mucho y te descubrirán algo de lo que necesitas.
Gracias por estar ahí. ¡Ya hablaremos!.
Un gran abrazo,
José Manuel
Hola buen día:
ResponderEliminarNo puedo imprimirlo y quiero tenerlo.
Gracias y felicidades por tu bloc, es muy bueno.
Un saludo.
J.Mayo y A.
Buen día:
EliminarHay comentarios, que son respuesta a muchas de las preguntas que nos hacemos quienes escribimos, sin saber quien o en qué lugar del mundo puede leernos.
Por eso agradezco su respuesta, por saber que ha leído y además le ha interesado.
Un fuerte abrazo y que Dios les bendiga.
José Manuel