viernes, 17 de septiembre de 2010

Llenar cada minuto, no ocuparlo









Cuando se lleva un barco con un cargamento de ciudadanos hay que estar siempre atentos. Si el viento sopla a favor no se debe seguir remando en contra. Si los mástiles que soportan las velas maestras permiten hacer la travesía en las mejores condiciones, hay que marcar el rumbo y mantener el timón.


Este verano el deporte nos ha dado muchas alegrías. El futbol trascendía el ámbito deportivo y se convertía en bandera. La Selección, después de muchos años de tropiezos y de escollos, henchía las velas del orgullo. La bandera española lucía en los balcones en cualquier rincón de España. Y así en casi todos los deportes. A los éxitos de Gasol y compañía se sumaba también el ciclismo, una vez más con Contador, y el golf con Jiménez, y el atletismo con la eterna Marta Domínguez y las chicas del agua, en las pruebas sincronizadas, en F1 con F.Alonso, el tenis, otra vez con Nadal, con su noveno Grand Slam, y sus compañeros, brillando a gran altura. Ellos, individual o colectivamente, han señalado el camino del esfuerzo y de la superación para llegar a lo más alto. Las cumbres más altas del mundo han sido superadas por nuestros esforzados hombres y mujeres.



Aprendizaje, entrenamiento, competición, derrotas y victorias, lucha y superación, sacrificio y apoyo, humildad y grandeza, serenidad y valentía, reconocimiento y respeto al adversario y, por fin, la gloria de estar en lo más alto.



Es una pena, que arrastrando una crisis de valores humanos no aprovechemos el tirón ejemplarizante, de los mejores, en cualquier campo y en cualquier disciplina. La voluntad de superación, necesita ejemplos y modelos imitables que atraigan a grandes y pequeños.



El Papa ha dicho en su visita al Reino Unido: “La exclusión de Dios, la religión y la virtud, de la vida pública lleva, al final, a una visión truncada del hombre y de la sociedad”. Está pasando en España y en el mundo. Desde hace algún tiempo, en nuestro país, los políticos parecen más cortos de miras, más ambiciosos y menos preocupados por el bien común. Y la gente parece más roma, más codiciosa y menos solidaria. Parece como si nadie tuviera nada que aprender. Nadie parece ressponsable de nada. Ello nos hace menos comprensivos, más críticos y exigentes y más vulnerables.



Se podía aprovechar, repito, el nivel humano de la mayoría de los deportistas y de otras muchas personas que llegan, a la cima, con el esfuerzo y la preparación. Si al menos unos pocos rozan la perfección, no podemos reducir todos los demás a mera comparsa, o meros espectadores. ¿Es que su valía, su arrojo y, en casi todos los casos, su humildad y equilibrio, dentro y fuera de los terrenos de juego, no merecen la pena? Si el país está a la cola de Europa en paro, en educación y en competitividad, ¿no sería preciso alejarse de tanta “polisemia” y tanta utilización torticera del lenguaje? Con tanto forzar el significado de las palabras terminamos sin poder entendernos. Alguien debería poner rumbo al trabajo, al estudio, al esfuerzo, a la superación, al respeto y la honradez. La subvención rima demasiado con corrupción.



En el Ranking Académico de las Universidades del Mundo (URWA), publicado a finales de agosto, para encontrar la primera Universidad española hay que bajar hasta el puesto 200. Ojo, y del puesto 200 al 300 solo hay 4 españolas. ¿Si perdemos las Universidades, qué nos queda? La OCDE aconseja invertir más en educación. ¿Solo invertir?



El futuro del país, está en el futuro de la juventud. Si más del 39% no encuentran trabajo, y estamos a la cabeza de Europa en jóvenes NI-Nis (que ni estudian ni trabajan), ¿no se podía alcanzar un pacto educativo y priorizar objetivos claros?



Volvemos a las aulas nuevamente, ahora en septiembre. No hay un plan de estudios que potencie la excelencia. Los partidos mayoritarios, los docentes y los padres vamos cada uno por su lado. Vamos a pasar otro año. A perder un año todos. El futuro o es de los hombres y mujeres preparados, valientes y sin miedo, o está perdido. El miedo es lo que impide a las personas descubrir y realizar lo que deben hacer.



No todo lo antiguo es mejor. Ni todo lo nuevo es malo. A mí hay algunas cosas me hacen pensar y me inspiran, y siempre son nuevas. Recuerdo, algo que mi viejo profesor me hizo leer cuando pequeño. Servía deportivamente, pero iba mucho más allá. Llegaba hasta la vida. Era un texto del ganador del Premio Nobel de Literatura en 1907, R. Kipling (1865-1936):



“Si conservas el juicio, aunque otros estén perdiendo el suyo; si crees en ti mismo aunque otros duden; si sabes esperar pacientemente aunque vivas rodeado de mentira; si puedes soñar, y pensar; si eres inmune al triunfo y al fracaso; si puedes forzar todo tu cuerpo, corazón, nervios y músculos para que te sirvan y mantenerte firme cuando nada queda a salvo; si hablas con la gente y conservas tu virtud; si no pueden herirte tus enemigos, ni tampoco tus amigos; si todos ponen en ti su confianza y esta no queda nunca defraudada; si puedes llenar cada minuto implacable con sesenta segundos que merezcan haber sido vividos, el mundo entero será tuyo, con todos sus tesoros, y aún más, hijo mío: ¡Serás hombre!”.



De eso se trata. De ser hombre. De ser mujer. De llenar cada minuto. Algo muy distinto de ocuparlo. Si ponemos en ello todo el entusiasmo, merecerá la pena. No empieza ni acaba con el curso. No depende de ningún gobierno, ¡Felizmente! Ni se puede echar la culpa a nadie.



PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES, 18-09-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario