
Ayer un amigo, escribía, en su Blog y en la Prensa: “Busco personas”. Y especificaba de qué clase de personas estábamos hablando. Cito sus palabras: “Busco personas que tengan el sueño de terminar con los privilegios de ciertos agentes y representantes que gestionan el poder en instituciones públicas y por supuesto de sus recolocados, amigos y compromisos puestos a dedo y con el riesgo de ser declarados funcionarios sin ningún tipo de oposición.
Busco personas que estén dispuestas a trabajar duro para lograrlo, que no se asusten ante nuevos retos, que se comprometan en serio al riesgo de jugarse el pellejo porque se cumpla el principio constitucional de igualdad en la pensión de jubilación para todos los ciudadanos, sin ningún tipo de abuso ni privilegio.
Busco personas con ganas de reducir la deuda de las Administraciones autonómicas y de suprimir aquellos gastos innecesarios y que no sean absolutamente imprescindibles; aunque supongan un coste político, un perjuicio propio en sus intereses personales o en su estatus socio-económico.
Busco personas que se dejen enseñar, que escuchen al resto de trabajadores españoles, que respondan de una forma real a la política de austeridad y que sean los primeros en dar ejemplo renunciando o legislando para perder todo trato de favor personal o interesado.
Busco personas de confianza, sinceras, honestas, que sepan cual es su prioridad en la vida, con ganas de trabajar más por menos dinero y menos favoritismos” (Antonio de Miguel, Blog: La verdad Congelada).
Me pareció todo un programa humano, político y social. Se lo hice saber. Le pregunté si estaba dispuesto a lanzarse y tratar de aceptar el reto. Y si pensaba que le iban a responder.
Su respuesta, que acepto y entiendo, es muy clarificadora. “Lo que reclamo es un cambio de actitud de los políticos. Creo que ellos ya han perdido la conexión con la sociedad…Yo no sería buen político en el actual sistema de política profesional…tendencia a convertirse en dioses y a corromperse…
La libertad, la independencia, la sinceridad, la honradez, la democracia, creo que curiosamente está reñido con la política. No puedo dedicarme a la política, soy demasiado humano, con demasiado corazón”.
Y a la segunda pregunta que le hacía: “De todas formas creo que no respondería nadie. La sociedad anda un poco enferma y no va más allá de las necesidades primarias; y por supuesto de implicarse, mojarse, posicionarse e incluso mancharse ni hablamos”.
Creo que ni se puede definir mejor el momento de la sociedad española, ni la grandeza quijotesca de mi amigo. Pero hay un poco de fatalismo en sus palabras.
Sin embargo, sé que no se va a cruzar de brazos. Yo tampoco. Desencantados de política, la sociedad civil entra en escena. El camino: “Despierto, para despertar”. Todo el mundo puede entender la razón: “Un dormido no es capaz de despertar a otro dormido”. La sociedad necesita despertar.

No podemos crear riqueza, humana, política, social, o financiera, a base de acumular miseria. Ya hemos acumulado tanta que hay que soltar lastre y replantear lo que queremos. Tenemos que encontrar y provocar una respuesta no sólo racional sino también emocional. El marxismo, tal como ha llegado hasta nosotros por los cauces del comunismo y socialismo, ha supuesto un coste enorme de vidas humanas y de valores esenciales. No podemos seguir engañándonos o dejando que nos engañen. Tenemos que comenzar por desbrozar el terreno de nuestra convivencia y anclar en él los cimientos de nuestro futuro.
“Resulta esencial que la sociedad recupere el protagonismo frente al Estado. El crecimiento del aparato estatal ha sido elefantiásico. Frente a un estado prepotente, la sociedad civil deja de existir, inerte, vencida antes de pelear, egoísta, miserable en sus ideas básicas…
Definamos de nuevo el verdadero alcance del producto estado, centremos sus límites y reasignemos el espacio a la sociedad civil, renaciendo en ella los valores que nunca debieron morir. Al final el mismo problema de siempre: edificar al hombre conforme a valores superiores” (M. Conde (ya en 1992), Días de Gloria).
¡Hay tarea! ¿Alguien cree que sin hacer nada podemos salir de la miseria? ¿Es razonable pensar, que sin poner algo de nuestra parte podemos terminar con la dictadura de las minorías? ¿Se puede sembrar la cultura de la vida y del cambio sin levantarse del sofá?
Se necesitan personas, pues claro. Primero las personas, después pequeños grupos y comunidades debemos dedicar nuestra vida “a la mayor visión de todos los tiempos: no esperar que un día un sabio nos ilumine; no esperar que un gobierno apruebe leyes justas; no esperar una revolución que corrija las injusticias de un mundo cruel… Cada uno de nosotros, por sí sólo y con todos los demás, es responsable de crear alegría y esperanza, eligiendo un estilo de vida adecuado, aquí y ahora”(Wayne W Dyer, En busca del equilibrio).
La tarea para los valientes es crear las condiciones para aportar bienestar a los demás. Condiciones en la que poder trabajar y convivir. Una sociedad libre y con valores, que aporte justicia e integridad, esperanza, responsabilidad e igualdad a nuestro alrededor. Hay que poner las bases para producir el cambio aquí y en todas partes. No dentro de mil años… ¡ya! Es el hombre actual el que está en juego; y sobre todo, el futuro de los niños.
¡FELIZ NAVIDAD!
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES[21-12-10 14:48] - La sociedad civil necesita valientes; EL DIA, 31-12-2010.