"Antes
lo de la cara era literal, aunque lo de la cruz no tanto. Ahora por ejemplo con
las monedas del euro, la cara es el dibujo y la cruz el lado donde está la
cifra del valor -simbólico- de la moneda" (P.Horrillo).
En
1996 se estrenó la película estadounidense: "Las dos caras de la
verdad", basada en la novela de William y dirigida por Gregory Hoblit, con
Richard Gere. En el cartel anunciador, puede leerse: "tarde o temprano un hombre con dos caras, olvida cual es la real".
Después
de escribir la semana pasada, sobre "La sincronía", me parecía
necesario decir que la vida, también tiene dos caras. La sincronía no
tiene por qué ser siempre alegre, ni
gozosa. Puede también ser dolorosa. Una y otra son igualmente importantes,
aunque a veces se olvida. Las dos suceden para bien. Hoy pretendo hablar de la
otra cara, es decir, de la "cruz".
La
vida es hermosa y vale la pena, pero tiene dos caras. "La realidad no ha
sido nunca blanca o negra" (A.Trapiello). Y esa realidad única, es cierta
para todos, para quienes se sienten ricos, sanos y poderosos, y también para
quienes se creen pobres, enfermos o desheredados.
Lo importante es la vida. Se trata de vivir la que toque en cada momento y ser feliz. Alguno, consciente de vivir en un momento brillante, alegre, emprendedor, puede soñar que la vida es solo eso y nunca le puede llegar la cara oscura, porque es muy poderoso. Pero, no hay más que ver el momento que estamos viviendo en este Planeta, a nivel mundial, con la pandemia.
El poeta y músico, F. Cabral, libre como el viento que cantaba al despertar: "hoy puede ser un gran día", que había nacido en la calle, y fue capaz de recorrer cantando y despertando la consciencia de la agente de 165 países, no perseguía la gloria. Cantaba para vivir, como otros cantores han cantado: "ser feliz es mi color de identidad". A eso venimos y para eso estamos aquí.
Los sabios de cualquier época, y de diversas creencias, nos han enseñado a aceptar las dos caras de la vida, y aunque sea más fácil aceptar "la cara amable", las dos nos ayudan en nuestro desarrollo vital y consciencial.
Ciertamente
no todo puede ser calificado bueno, pero podemos ver lo bueno en todo, incluso en el dolor y la cara más difícil. La vida
es un regalo y hay que aceptarla como se presenta cada día. "Nada te
turbe. Nada te espante. Dios no se muda... quien a Dios tiene nada le
falta", decía Teresa de Ávila.
No estamos aquí para quejarnos ni para juzgar nada ni a nadie. Si desterramos los juicios y las quejas, seremos felices. Se alejará de nosotros la tristeza, el miedo, el estrés y los conflictos emocionales. Ni la rendición, ni el desaliento, el abandono y la desidia, deben tener cabida en nuestra mente ni en nuestra vida. Así nos sentiremos tranquilos, sanos, altruistas, capaces de descubrir en los demás y en nosotros todo lo mejor: lo que somos y nos une.
Todo
tiene un sentido profundo, tanto la alegría como el dolor. Aunque suene
extraño, también lo tienen la compañía y la soledad, la salud y la enfermedad. Últimamente
el gobierno y los medios de comunicación nos abruman hablando de "contagios",
y nos ofrecen estadísticas de porcentajes por comunidades. Como si todos los
demás estuvieran sanos, o no existieran.
Hasta finales de 2019, visitaba a algunas personas en el CAMF con regularidad. Incluso escribí de ellas en varias ocasiones. Desde entonces, como no podía ser de otra manera, me he abstenido de visitar a los amigos, respetado las recomendaciones y los protocolos.
Pues
bien, después de nueve meses, pude por fin esta semana, visitar a un amigo en
el CAMF, aquejado de ELA. Y pude hacerlo, gracias a que su hermana solicitó a
la Dirección, que yo pudiera ir a visitarle, ya que ella, también con ELA y en
su domicilio, estaba en cama, con vértigos.
Mi
amigo, durante este tiempo no ha podido salir de su habitación, ni siquiera
para ir al comedor. Tan solo tiene la compañía de su radio, sus pensamientos y
sentimientos. No tiene televisión, ni ordenador, ni móvil, pues ha perdido la
visión. No puede andar.
Constato
que, en mi amigo Roberto no hay queja, de nada ni por nada. Dice que recuerda a
los suyos y a los que se han ido. Siempre ha sido muy fuerte anímicamente. Está
más delgado, pero no triste. Su estado es de total aceptación. Si llueve, hace
sol o truena, le da igual. Solo piensa
en vivir cada día. Es como un junco, zarandeado, pero no roto.
Su
aceptación no es resignación ni impotencia. Lo suyo es herencia. No es que no haya
otro remedio para él. Su madre, su hermano y su sobrino, con ELA (o su variante, la Ataxia), ya se han ido. Su amiga Azucena, tetrapléjica, también se fue en
diciembre. Roberto descubrió su enfermedad a los 23 años, cuando estudiaba en
Madrid, en la Universidad. Sabe lo que tiene, lo acepta y vive. ¡Le ha costado!
No hay remedio, ni vacuna para su enfermedad. Como no depende de él, lo acepta.
El virus y la pandemia le dan igual, aunque haya llegado al centro. Allí ha
pasado la alarma y el confinamiento. Por supuesto, salimos a pasear con
mascarilla. El, desde que se levanta va en silla de ruedas.
No puede leer el libro titulado "La enfermedad como camino". Su camino es vivir al minuto. El cuerpo le habla. Tiene días malos y peores, pero está a merced de la Vida, de la ayuda de los cuidadores. No tiene miedo, ¡vive! Su sentidos, su fuerza y su equilibrio físico se han deteriorado, pero está mental y anímicamente, lúcido.
En
estos meses, muchos conciudadanos han vivido situaciones muy profundas de
"la otra cara de la vida", directamente o en algún familiar o
conocido. La vida, como dice mi amigo "también tiene esa cara". La
muerte forma parte de la vida, piensa en ella, claro, pero él dice que ella llega
cuando tiene que llegar.
Lo
que pensamos, sentimos o hacemos, tiene repercusión en el universo, en este
plano y en otros. Maduramos con los daños, no con los años. Lo vivido por él y
su familia, es ejemplo de la gran lección de Emilio Carrillo, que podéis ver y escuchar en poco más de 1 minuto.
https://youtu.be/TvWCd6Id6xs
No
deberíamos olvidar que, además del Covid-19, hay otros enfermos en los hospitales,
en los pueblos y ciudades, en los hogares. Sí hay vida: niños, familias, y
personas que también necesitan ayuda o por lo menos que no se las olvide,
porque en estos momentos están percibiendo y viviendo "la otra cara de la
vida".
A
los cuidadores, -familiares o profesionales-, a todos, ¡Gracias de corazón!
José Manuel Belmonte
PUBLICADO EN
ESPERANDO LA LUZ 19-09-2020
http://belmontajo.blogspot.com/2020/09/la-otra-cara-de-la-vida.html
EL HERALDO DEL HENARES 19-09-2020
https://www.elheraldodelhenares.com/op/la-otra-cara-de-la-vida/
CIVICA
19-09-2020
http://civica.com.es/blog/la-otra-cara-la-vida/
Hay a quien todo les sale cruz. por suerte lo aceptan sin más.
ResponderEliminarSaludos.
Por tu comentario, Alfred, deduzco que la aceptación, termina siendo más positiva que el rechazo. ¡Todo vuele y revela su por qué!
EliminarUn abrazo.
Felicidades por esta entrada.
ResponderEliminarAceptación que no resignación es una máxima que me acompaña desde hace muchos años, por bien que en alguna situación del pasado, reconozco que me costó años alcanzar ese estado de consciencia ante la realidad que vivía.
También yo estoy muy preocupado por la situación actual, aunque yo no te hablaré de de pandemia como causa/efecto de la situación. Es más; me atrevo a afirmar que la pandemia, sin dejar de ser por supuesto un gravísimo problema, también es el pretexto perfecto para muchas (demasiadas) cosas. No especificaré más porque aún creo en aquella vieja máxima del "a buenos entendedores, pocas palabras bastan" pero ahí está todo lo que sabiamente expones y a lo que añado (sin duda por afectación personal; lo reconozco) los millones de personas con dolencias crónicas cuya supervivencia depende de la eficacia prometida del que pomposamente se decía ser "el mejor sistema sanitario del mundo" y a los cuales se les tiene prácticamente dejados a su suerte. Sin ir más lejos, mi condición de diabética venía siendo controlada monitorizándome cada dos meses (control de azúcar en sangre, presión arterial en las piernas, observación de la salud de los pies, etc.) Si me saltaba un control recibía una reprimenda. Ahora me dicen que con una vez al año ya basta. Y sobre todo que no me olvide de pedirlo. Ni siquiera lo programan ellos. Tienes que pedirlo y ya veremos...
Te expongo uno de mis problemillas, porque son lo que tengo mas a mano, pero sé que hay casos mucho mas graves.
Pero lastimosamente, tenemos lo que tenemos. Y si lo pienso un poco, no sé si en esto, la máxima de la resignación o incluso la de la aceptación, serían un acierto. Que triste todo !
Nada se logra de la noche a la mañana. Las dolencias, el esfuerzo y los pequeños (o grandes) logros, nos revelan humanos y luchadores. Me alegra descubrir ese estado de consciencia de que hablas.
EliminarCoincido contigo en la "duda" de si la aceptación sería un acierto, ante la realidad que vivimos. Personalmente creo que aceptación y rechazo, deben ser compatibles. La rebelión, también es vida. Las ruedas de molino están para moler, no para tenerlas que tragar. Tal vez por eso escribo.
Mi deseo es que vigiles esos problemillas de salud y vayan mejorando.
Gracias por tu comentario.
Un sincero abrazo.
Muchas gracias por tú artículo José Manuel. Toda mi admiración y respeto hacia Roberto y deseo de corazón lo mejor para él y para tantas personas enfermas, por desgracia el covid hizo mucho daño, pero las otras enfermedades estan ahí y cada quien las lleva como buenamente puede.
ResponderEliminarPido al Señor por los enfermos para que su sufrimiento sea leve.
Pido al gobierno de este pais medios para la sanidad, no recorteis en esto que nos va la vida en ello.
Gracias José Manuel, feliz lunes.
Un fuerte abrazo.MarinaPF.
Gracias Marina.
EliminarPones de manifiesto tu sensibilidad y el buen corazón que tienes. Posiblemente tu experiencia de enfermedades no muy comunes, que también enseñan.
Tan solo puntualizaría lo que dices "el covid hizo mucho daño" en el sentido, primero, que no ha ha pasado, y por lo tanto sigue actuando; y segundo, que a las personas con enfermedades raras o poco comunes, y a la población en general, le hacen tanto o más daño las políticas erráticas, la falta autoridad científica y la descentralización SANITARIA del Estado, y la desorientación de que unas Autonosuyas se echen las culpas unas a otras para imponer limitaciones de movilidad y confinamiento.
Un fuerte abrazo.
PARA HACER VISIBLE OTRO PUNTO DE VISTA MAS CERCANO A LA SITUACION ACTUAL:
ResponderEliminarEs verdad de principio a fin. Estamos inmersos en las cifras de contagiados. La Atención Primaria desbordada por todo esto. Cada día con cerca de 100 enfermos para pasar consulta y controlar síntomas. Incluso a los asintomáticos. Mis compañeros fuera de sus casillas y realmente, vistas por encima muchas otras patologías tan graves o más que el Covid dichoso. Los enfermos de domicilio sin poder ser vistos por falta de tiempo o vistos a las 5-6 tarde sin haber comido. Tan importantes o más que los coronavirus. Amigo mío todo es un sin sentido. Yo como médico estoy abrumada. Tendremos que aprender de tu amigo a vivir cada segundo.
Todo mi cariño y agradecimiento a tu sensibilidad,
La vida es distinta para cada persona, para algunos es una cuesta arriba muy difícil de escalar. Habrá algún motivo más allá del raciocinio, seguro.
ResponderEliminarQuienes tenemos la suerte de no padecer ciertas enfermedades degenerativas, o tener que sobrellevar ciertas circunstancias vitales... nos parece imposible que alguien pueda sobrellevarlas, pero lo cierto es que la mente es increíble el poder de aceptación que tiene. Es supervivencia hasta el último aliento.
SAludos.
Tienes Manuela, razón en ambas cosas: que la vida, para algunas personas es muy cuesta arriba, y que debe haber alguna razón, aunque desde fuera no seamos capaces de descubrirlas.
EliminarLa aceptación de la vida que demuestran, parece que es mucho más que resignación. Hay en esas enfermedades, gran parte de misterio, y tienen su por qué y su para qué, en la evolución personal, y en la repercusión social. No podemos abandonarlos a su suerte. La vida no termina con lo que llamamos "muerte". Lo que hayamos aprendido o experienciado, seguro que servirá en la próxima etapa o en la próxima dimensión.
Un sincero abrazo.