El físico Isaac Newton,
usando un par de prismas, demostró que la luz blanca se podía descomponer en
siete principales bandas de colores.
Pero los humanos estamos más acostumbrados
a ver los colores de forma más cercana y hasta podemos tocarlos en las flores. Desde
muy pequeños los niños con estuche de colores aprenden a pintar, incluso antes
de hablar.
Cuando podemos verlo, siempre nos
sorprende el arcoíris. Pero, por su variedad y su hermosura, las flores,
también suelen sorprendernos, y están cerca de nosotros, en casa, en los jardines
y en la naturaleza.
Los abuelos y los papás suelen enseñar
a los niños que hay “una flor que se sopla y vuela”. Así que probablemente,
muchos la han tenido en sus manos, y hasta saben que al soplarla para que se
disperse y vuele, suelen pedirle un deseo. Es tan frágil que, al volar, se alza
y detiene su vuelo y se posa dónde quiere.
Sabemos que hay un motivo para
todo, aunque no siempre sepamos las razones para que algo se produzca. Con
paciencia y estudio tal vez algún día descubramos las razones de lo que hoy
ignoramos. Este mundo está ahí para aprender a amarlo y, cuanto más sepamos de
él, mejor lo respetaremos.
“La flor que se sopla y vuela” y sus leyendas.
Aunque nace directamente del
suelo, no tienen tallo, y se ha convertido en leyenda. El nervio central
puede tener un color rojizo. La forma de las hojas de esta planta se asemeja al
diente de león, de ahí su nombre.
Es una planta herbácea que agrupa
muchas flores en miniatura. Puede contener hasta 200 florecillas en una sola
cabeza de flor, las mismas que con un leve soplido se sueltan, se esparcen y
vuelan. Se encuentra fácilmente en los caminos, pastizales, prados, en las
tierras de siembra directa, y sobre todo en jardines, y parcelas privadas. Por
ello muchos la consideran una mala hierba, es decir, una planta que crece
en un lugar donde no se desea que crezca. Generalmente este concepto se aplica
a las especies que crecen en los cultivos.
Esta flor es
única y especial por muchas razones, porque es como el Sol, y a veces como la Luna, y cuando hay viento o la soplan, en su vuelo se parece
a las Estrellas.
En realidad, es una potente
planta medicinal silvestre de la raíz a las hojas.
Algunos aconsejan probar el café de
raíz de diente de león, es exquisito.
Se lava la raíz y se prepara cortada en trocitos. Se deja secar un día.
Se tuesta (según los gustos) y luego se muele en un triturador de granos de
café. Tiene un sabor a café-caramelo delicioso. Limpia el hígado.
Tiene una reputación medicinal y también una cara mística asociada con el bienestar. Además de vivir en el suelo y poder volar, esta flor es comestible. Sus partes comestibles son las hojas, frescas o menos frescas, aunque estas últimas no se suelen consumir crudas. Se puede cultivar en los huertos para las ensaladas o infusiones.
La revista “La mente es
maravillosa”, señala que en los siglos X y XI los médicos árabes se
servían de esta especie silvestre para elaborar remedios capaces de combatir el
dolor de los dientes, los problemas urinarios, la anemia, el estreñimiento, la
artritis y las irritaciones de la piel.
Los estudiosos han descubierto que la planta “diente de león” está conformada por muchas flores individuales en miniatura, llamadas flores liguladas, que se abren al amanecer y se cierran por la noche. Esto les ha otorgado un atractivo único para muchas culturas. Con el tiempo han descubierto que tiene muchas propiedades, tanto nutritivas y culinarias como curativas, tales como vitamina A, C y K; hierro; potasio; calcio; magnesio; zinc. También contiene antioxidantes naturales que ayudan a combatir el daño celular causado por los radicales libres.
Los médicos ya desde antiguo, se servían de ella para elaborar múltiples remedios. Se usaban para la fiebre, el dolor de muelas, los problemas urinarios, la anemia, el estreñimiento, la artritis, la diabetes, los problemas de la vesícula biliar, la acidez estomacal, las irritaciones de la piel, etc.
Incluso hoy se aprovecha
para realizar productos farmacéuticos naturales, para problemas
gastrointestinales o del hígado, según prescripción médica de catarros y
gripes. Se usa en casos de cistitis; mejora el funcionamiento de las vías
respiratorias; combate el reumatismo; alivia el dolor de garganta, la tos y la
afonía (gárgaras). Dicen que no conviene abusar y lo recomendable es tomarlo
dos veces al día, antes de las comidas.
Sobre esta pequeña planta,
hay varias leyendas.
1)
El diente de león es
una planta mágica que se relaciona con el aire. Está regida por
Júpiter y es considerada una planta masculina. Su color característico se debe
al Sol. En el lenguaje de las flores, esta planta mágica
simboliza el amor, la felicidad, la fidelidad y los
deseos.
Se dice que como hijos del sol y
de la luna tenían por encargo de encender las luces en el cielo al caer la
noche. No siempre lo hacían. Por eso, un
día el sol se enojó y les envió un fuerte viento que las trajo hasta la Tierra. Sin embargo, les concedió la gracia de ser
pequeños soles (como su padre), para el planeta y sus habitantes. Pero siguen
extrañando su antiguo hogar en el firmamento, por eso en forma livianas
intentan regresar a los cielos.
2)
Como planta mágica es
producto de las hadas y no quiere ser pisada. Cuenta la leyenda que hace miles de años,
cuando el mundo estaba poblado por hadas y duendes aparecieron los
humanos. Debido a su pequeño tamaño, estas mágicas criaturas, pasaban
desapercibidas para los humanos que sin darse cuenta las pisaban.
Pero las hadas que habitan en su
interior, cansadas de ser pisoteadas decidieron adoptar una apariencia más
llamativa. Se vistieron de color dorado semejante al sol. Puede retraerse si
la van a pisar, e incluso en ese caso tiene una rápida recuperación, que se
debe a la magia del hada que habita en su interior.
Son muy eficaces a la hora de
responder a los deseos de las personas que al soplar sus semillas piden algún
deseo.
3)
El diente de león fue escogida por
un ángel.
En 1908 comenzaron a publicarse
semanalmente varias leyendas que eran muy apreciadas tanto por los niños como
por los jóvenes. En 1918 esos relatos fueron recogidos en un libro titulado: La
hora de los niños. Años más tarde se convirtió en todo un volumen de cuentos y leyendas.
Según los padres y los
escritores, el momento para despertar la imaginación y la fantasía de los
niños son los atardeceres.
Posiblemente ha influido un poema de Henry Wadsworth Longfellow en
cuyos versos explicaba que, al atardecer, era el momento ideal para forjar o
descubrir una leyenda.
Se cuenta que los ángeles
de la naturaleza se reunieron un día para que cada uno decidiera
qué elemento representar o proteger ya fuera un río, un lago, una montaña, un
árbol, una piedra o una flor.
La mayoría decidieron rápidamente.
Pero la indecisión de uno de estos seres de luz lo llevó a preguntar antes de
escoger. Así que después de hablar con
el tulipán, la rosa, la azucena, la dalia, la peonia, la hortensia y el lirio,
el ángel de la naturaleza se sentó desanimado sobre una roca del camino. Allí descubrió casi por casualidad a una
flor amarilla, discreta y muy sencilla. Cuando charló con ella notó que su
único fin era vivir a donde el viento la llevara, ya sea el aire, lluvia,
tierra o al borde de los caminos.
El cariño que el ángel desarrolló
por su querida flor fue tan grande que le otorgó un gran poder: cada vez
que los niños soplaran sus semillas, uno de sus deseos se haría realidad.
Pero la taraxacum
officinale, fascina por su transformación y hechiza con las leyendas
extraordinarias que se han construido a su alrededor. Incluso sobre esta
planta sencilla se ha erigido toda una antropología de lo místico.
El ángel indeciso, después de
hablar durante muchos días con las diferentes flores, había descubierto que
unas se enorgullecían de su aspecto, otras de su aroma, y algunas por estar
cerca de los humanos, y ser escogidas como adornos. Pero como la mayoría de las
flores resultaron ser egoístas y engreídas, ninguna lograba cautivar al ángel
de la naturaleza.
Cuando descubrió esta flor
discreta, resulta que era sencilla y optimista, que no deseaba vivir más que donde
el viento la llevara, y crecer en cualquier lugar del mundo. Ella amaba la
tierra, el cielo, la lluvia y cada elemento de la naturaleza. No pedía más. Eso
sí, estaba a disposición de todos, -en el lugar que estuvieran- y le gustaba
hacer felices tanto a los adultos como a los niños.
Ante la sorpresa de cuantos ya
habían escogido, el ser de luz indeciso relató por qué había escogido al
“diente de león”. Y expuso abiertamente su razón: “Nace
siendo una bola de fibras amarillas o rojizas, muy semejante al astro que nos
da la vida, el Sol. Más tarde, adquiere una forma redonda, esponjosa y de color
plateado, como la Luna en las noches de verano. Seguidamente, para esparcir sus
semillas, se separa y recorre grandes distancias, como pequeñísimas Estrellas
fugaces llevadas por el viento”.
Esta planta mágica tiene unas
semillas tan ligeras que permiten que el aire las transporte fácilmente y quienes
las aprecien, pueden disfrutar al soplarlas, y hasta verlas volar mientras su
deseo se hace realidad. Ni siquiera necesita ser polinizada por las abejas.
Al caer la tarde, tanto los
pequeños como los mayores pueden descubrir en la naturaleza que en la flor
mágica que vuela, hay un niño o un ángel, un poeta y un sueño, grande o pequeño,
que puede hacerse realidad. Todo depende de la luz y el reflejo de inspiración que
surja en cada uno.
José Manuel Belmonte
ESPERANDO LA LUZ 14-5-2023
http://belmontajo.blogspot.com/2023/05/la-flor-que-se-sopla-y-vuela.html
EL HERALDO DEL HENARES 16-5-2023
https://www.elheraldodelhenares.com/op/la-flor-que-se-sopla-y-vuela/
http://civica.com.es/ciencia/la-flor-que-se-sopla-y-vuela/
Buenas noches José Manuel, acabo de leer tú artículo, muy interesante y precioso, tanto por las propiedades de la planta del diente de león, que desconocía, como el estudio que hiciste de la leyenda. Muchas gracias y buena semana.
ResponderEliminarUn abrazo. MarinaPF.
Viendo el mundo y todo lo que existe a nuestro alrededor, solemos, ligeramente, "etiquetar o adjetivar" como "perjudiciales" o "buenas", sin conocerlas realmente. Las gafas de los prejuicios, nos impiden ver el lado interior y el más positivo de las cosas y los seres, hasta que "algo o alguien" nos hace ver de otra manera, "lo que desconocíamos". ¡Ojalá no sea demasiado tarde!
EliminarUn abrazo para ti.
Hola!
ResponderEliminarUna planta bien peculiar sin duda. Déjame explicarte un poco sobre algunos de sus nombres en catalán (que tiene muchos). Algunos son curiosos:
Su nombre oficial sería Xicoia pero además se la conoce como apagallums (apaga luces), el consabido , cama-roja (pierna roja), llumenetes (lucecitas), queixals de vella (dientes de vieja), xicoira (achicoria) de burro, etc
Yo le tengo un poco de manía, porque en cierta ocasión, al cambiar una lente en mi cámara réflex, se coló uno de sus "angelitos voladores" en el interior, donde el sensor, y limpiarlo al 100% me costó más de 100 euros.
Saludos!
Noxeus, gracias, porque siempre añades "algo nuevo y personal" a lo dicho. Es enriquecedor, hablemos de una flor, un viaje interestelar o la absorción de un agujero negro. A mi, personalmente me enriquecen especialmente tus diálogos interiores con tu alter ego An´ya, o con Okanuh (Okano).
EliminarSiento y espero que aunque te costara "las pelas", limpiar o cambiar el sensor de tu inseparable cámara réflex, por haberse colado una semilla voladora de esta abundante y sensible planta, seguro que tu gran experiencia fotográfica, desde entonces, no fuera menos enriquecedora.
Un abrazo.
Precioso texto-documental, Josemanuel. Ves?.. La mágica belleza de lo sencillo... Perdona, siento tenerte, teneros, tan lejanos, aunque siempre, cerquita de mi cuore, no lo dudes.
ResponderEliminarAbrazosmiles, para todos.
Gracias, Soco, por estar siempre ahí, con la finura de un corazón rebosante de belleza, la magia de tus versos, y la sensibilidad de quien siente el dolor de un poco de silencio. Si estamos leyéndote, y disfrutando de la nana que nos regalaste para Izan, y tus libros de poemas... no estamos lejos, ¡nunca! Sempre nel nostro cuore.
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