El SPA, es el síndrome post aborto o sus consecuencias. Se ha escrito mucho y bien de este tema, pero nada está de más.
Se han dado casos, más de los que imaginamos, de personas adultas, que han fallecido, o han estado próximas a la muerte, y se han encontrado “allá” con seres queridos, o se han hecho visibles para decir algo a un ser querido de “acá”. Hay libros, y relatos de estas manifestaciones. Y si esto es así, en personas adultas, ¿por qué no podría suceder en las criaturas a las que no se les ha dejado nacer? No estoy hablando de milagros. Estoy diciendo que los seres que pasan a otra dimensión no son ajenos a la nuestra.
El paso por este mundo tiene una finalidad según los expertos y los sabios, y es aprender a crecer en la energía de la que estamos hechos y que da sentido a la vida: el amor. Y en la medida que aprendemos y crecemos en esa energía, tendremos más alegría, más salud, más felicidad. Padres e hijos estamos aprendiendo. Aprender o no, obrar bien o mal, es cosa de nuestro albedrío. Pero si no aprendemos en esta vida tendremos que llevarnos nuestras deudas, nuestros suspensos, y hasta es posible que tengamos que regresar, para poder aprobar y superar nivel.
Yo me voy a referir sólo al primero de los datos que ha publicado la Dra. Anne Speckhard. Su estudio ofrece los siguientes datos de mujeres que han abortado:
- el 35% pensó que su hijo abortado había venido a verlas,
- el 54% tuvo pesadillas relacionadas con el aborto,
- el 69% experimentó síntomas de locura,
- el 73% recordaba a menudo la experiencia,
- el 81% mostró preocupación por el bebé abortado,
- el 61% aumentó el consumo de alcohol,
- el 65% tuvo pensamientos suicidas,
- el 69% tuvo problemas sexuales,
- el 81% lloraba con frecuencia,
- el 77% experimentó incapacidad para comunicarse.
Como digo sólo quiero hablar de ese primer dato que arroja la encuesta realizada con las respuestas de las mujeres que han abortado. Según el cual, el “35% pensó que su hijo abortado había venido a verlas”.
- el 35% pensó que su hijo abortado había venido a verlas,
- el 54% tuvo pesadillas relacionadas con el aborto,
- el 69% experimentó síntomas de locura,
- el 73% recordaba a menudo la experiencia,
- el 81% mostró preocupación por el bebé abortado,
- el 61% aumentó el consumo de alcohol,
- el 65% tuvo pensamientos suicidas,
- el 69% tuvo problemas sexuales,
- el 81% lloraba con frecuencia,
- el 77% experimentó incapacidad para comunicarse.
Como digo sólo quiero hablar de ese primer dato que arroja la encuesta realizada con las respuestas de las mujeres que han abortado. Según el cual, el “35% pensó que su hijo abortado había venido a verlas”.
Seguro que ustedes se preguntarán: ¿eso puede ser verdad? Lo primero que hay que decir es que ofrece el mismo grado de verosimilitud que cualquiera de los otros porcentajes, pues uno y otros los han ofrecido las mujeres. Algunas han presentado más de un síntoma. Si se aceptan los otros, este debe aceparse también.
Entonces hay que hacer otra aproximación. Sin pamplinas seudo-progres: “el aborto voluntario es la muerte de un ser humano vivo”. Que alguien lo llame “interrupción voluntaria del embarazo” no cambia la realidad. La semántica es sólo puro celofán.
Todas las filosofías y religiones suelen convenir en que todo ser humano tiene una realidad física, que comienza en la concepción y al mismo tiempo una realidad espiritual.
Un ser humano nunca muere y desaparece en su totalidad. Los psiquiatras suelen corroborar, con las experiencias de sus pacientes, lo que dicen los escritos sagrados de las diferentes religiones. Es más, las personas adultas, que bajo la hipnosis alcanza una gran concentración, pueden revivir, ver y hablar de la etapa pre-natal y los conocimientos experimentados en el vientre materno. Según ellos hay un grado de conciencia que permite conectar con los sentimientos, e incluso con los pensamientos de la madre. También con el padre aunque no esté unido a él físicamente. Estas experiencias de “regresión” han tenido lugar incluso públicamente. Se ha comprobado su veracidad. Luego no es imposible que un feto sepa más de su madre, de lo que imaginamos. Y si el ser humano, aunque sea muy pequeñito, no muere para siempre, aunque se le haya impedido nacer, pasa a vivir en otro nivel. Desde ese nivel podría “visitar” a su madre, como el 35% de ellas afirma.
Transcribo los datos de alguien que, bajo hipnosis, revive esa experiencia: “Es un sitio oscuro (...) A mi madre no le han puesto anestesia. Salgo de color rosa. Estoy llorando, pero no me pasa nada. Mi madre se encuentra bien. Todo el mundo se encuentra contento. Afuera todo es azul. Mi madre acaba de tomarme en brazos. Tengo la impresión de que estoy siempre con ella. Mi padre se siente tan orgulloso que no hay quien le haga callar(...) Ha entrado el marido de la señora que está en la cama al lado de la de mi madre”.
Se han dado casos, más de los que imaginamos, de personas adultas, que han fallecido, o han estado próximas a la muerte, y se han encontrado “allá” con seres queridos, o se han hecho visibles para decir algo a un ser querido de “acá”. Hay libros, y relatos de estas manifestaciones. Y si esto es así, en personas adultas, ¿por qué no podría suceder en las criaturas a las que no se les ha dejado nacer? No estoy hablando de milagros. Estoy diciendo que los seres que pasan a otra dimensión no son ajenos a la nuestra.
Un psiquiatra americano de renombre mundial dice “que en realidad la muerte no existe, que sólo existe la vida; que nuestras almas son eternas y nunca pueden recibir daños; que siempre volvemos a encontrarnos con nuestros seres queridos, en espíritu y en forma corporal”( El mensaje de los sabios)
El paso por este mundo tiene una finalidad según los expertos y los sabios, y es aprender a crecer en la energía de la que estamos hechos y que da sentido a la vida: el amor. Y en la medida que aprendemos y crecemos en esa energía, tendremos más alegría, más salud, más felicidad. Padres e hijos estamos aprendiendo. Aprender o no, obrar bien o mal, es cosa de nuestro albedrío. Pero si no aprendemos en esta vida tendremos que llevarnos nuestras deudas, nuestros suspensos, y hasta es posible que tengamos que regresar, para poder aprobar y superar nivel.
Estar en un estado físico es algo transitorio, porque lo normal es estar en un estado de amor, es decir espiritual, es decir ya eterno. Somos inmortales. El tiempo cuenta poco. La felicidad nace del interior, de lo que somos. Pero es verdad que decidimos, mientras estamos aquí lo que hacemos. Somos responsables de nuestro destino. Los demás todos, incluido nuestros hijos o nuestros padres, son compañeros de camino y estamos aquí para ayudarles. Igual que a nuestros convecinos y coetáneos. Ellos también a nosotros. Amar y ser amados, no es otra cosa.
La gran lección de estos autores es que nuestros hijos –incluidos los no nacidos- tienen mucho que enseñarnos. Lo importante es escucharlos. No hay que tener miedo a este SPA, sino agradecimiento. Nunca es tarde para aprender.
PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES [16-05-10 16:26] - Anotación a un estudio sobre el SPA
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