lunes, 5 de julio de 2010

Algo de lo que estoy convencido


Desde el 29 de marzo de 2009 en que salimos a la calle por primera vez por esta misma ley, he escrito cerca de 200 artículos, publicados en algunos diarios y alguna revista científica, en varios Blogs de Internet y periódicos digitales. Por responsabilidad he escrito al Presidente del Gobierno y a la joven ministra utilizada como autora de esta ley.

Algo he aprendido y de lo que estoy convencido voy a hablar. Me gustaría hacerlo casi en silencio, para el alma, en un susurro, mientras me quede luz, porque hay luces que se apagan. Quiero concentrarme y sentirme profundamente unido a vosotros y a todos los que están en vela, en cualquier punto de España o del mundo.

-Una vida no vale más que otra. Principio de igualdad que muchos no conocen. Un enfermo no tiene menos valor que otro sano. En la vida, antes o después, todos pasamos por esa etapa. Una vida vale igual en la semana 1, en la 77 o la 3.600.

–La vida, toda vida, es importante, porque es infinita, y porque es eterna. Una vida es una participación de la divinidad, algo que la ciencia demuestra, y para aceptarlo no es preciso ser creyente.

–Estamos en este mundo para descubrir el sentido a la vida. Y para darnos cuenta que nuestras vidas no son ajenas unas a otras. Todos somos energía y regalo. Y cada nueva vida es un nuevo regalo de una chispa de la Luz. Una vida es una luz, que todos debemos conservar.

–Somos espíritus en un cuerpo temporal, que podemos ver evolucionar desde su concepción hasta su muerte. Puede ser constatado en tiempo real. Hemos introducido, para entendernos el concepto de “tiempo”, pero el tiempo no existe. Desde el principio somos eternos. Se puede medir una hora y un año, lo mismo que se puede decir que estamos aquí y ahora en este espacio concreto, en esta velada, pero somos eternos. Se puede aislar una gota de agua, pero formamos parte del maravilloso océano de la vida.

–Se puede matar el cuerpo, pero nadie puede matar el alma porque es vida y energía indestructible. Dar muerte a un feto, un bebé, un joven o a un adulto, no es interrumpir un embarazo, unos estudios, una vida familiar. Es un crimen. Destruye la unión de espíritu y cuerpo. Pero sólo pueden matar el cuerpo. Luego esos muertos “que vos matáis” siguen vivos y preguntan ¿por qué? ¿Por qué con esta ley se eliminan 32 niños cada hora?

–Crecemos, avanzamos y nos realizamos, por nuestro comportamiento con los seres que nos rodean. Lo que hagamos por los demás, si es positivo, nos procura felicidad interior y nos conduce a una nueva etapa. Cuando nos comportamos de forma negativa, destructiva o criminal, ese comportamiento destruye sobre todo a quien lo realiza.

–Somos libres y responsables de las elecciones que hacemos y del comportamiento que tenemos, con nosotros mismos, con los que nos rodean, y también con la naturaleza. Somos responsables de nuestros actos se acepten o no las consecuencias; estén o no amparados penalmente por leyes torticeras. El gobierno tiene su responsabilidad, los parlamentarios tienen la suya, los votantes tenemos la nuestra. Quien mata a un niño o a una mujer, o a quien sea, tiene una responsabilidad inalienable e intransferible.

–Los principios fundamentales de comportamiento y conducta están dentro de nosotros mismos. Los gobiernos pueden hacer leyes, pero saber que debemos hacer el bien y evitar el mal, es anterior a cualquier ley y cualquier gobierno. Cuando se dice que “se han perdido los valores”, debemos pensar en nuestro interior, no en el vecino. Nadie nos puede obligar a hacer lo que no queremos. La regeneración tiene que ser primero personal para luego ser familiar y social. Nunca se puede imponer desde fuera.

–El aborto, no es un derecho, es un crimen y es también un negocio. Alterar el nombre de las cosas para cargarlas de ideología y que las personas ignorantes traguen con la trampa es otro crimen. Un famoso pediatra vallisoletano dice de los abortistas que son “sicarios, mal llamados médicos, que cobran por asesinar amparados por la ley y sus cómplices políticos, que promueven el horror de la cultura de la muerte asesinando a inocentes”. Un millón y medio de abortos, en España, durante 25 años son más que suficientes para abolir la ley que política y jurídicamente los ha amparado, no para cambiarla por otra aún peor.

1 comentario:

  1. Con tanta mala en el mundo. La muerte es en realidad una solución. Para mí es el final. Es el fin del sufrimiento que todo en esta vida. Es el Nirvana. La palabra es la felicidad. No sé por qué vivimos. No vale la pena sufrir. Hay cosas buenas, pero de qué sirve si son efímeras. ¿Y cómo puede ser feliz sabiendo que mucha gente no tenía un buen rato? ¿Cuántos niños mueren de hambre o de cáncer antes de la edad de la razón? Y las personas que mueren violentamente. La vida no merece vivir si tomamos en cuenta las desgracias de los demás. No puedes ser feliz. Es donde la muerte se convierte en un valor inmensurable. Dejamos de existir y, por lo tanto, sufrir.

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