sábado, 19 de febrero de 2011

Para entender un brote de esperanza


Cuando le digo a alguien que estuve en Madrid en la Conferencia de la presentación de la “Fundación civil”, que preside Mario Conde, la gente hace un gesto de asombro. Muchos, comentan o preguntan: ¿pero ese no fue el que estuvo en la cárcel después de ser Presidente de Banesto? ¿Y ya está libre? Y otras lindezas aún mayores.

Precisamente por ésta y otras razones, es difícil entender, la conferencia de Madrid, si no desmontamos los prejuicios y desconocemos la realidad social española.

La imagen que trasmiten los medios, audiovisuales, hablados y escritos sobre las personas, muchas veces no coinciden con la realidad. Tan sólo cuando disponemos de una perspectiva, de tiempo, y de mejor conocimiento, podemos comprender lo sectarios e interesados, cuando no malintencionados que pueden ser las imágenes, las palabras y estereotipos que se trasmiten. El poder político, el judicial y el de los medios “venden” lo que quieren ”vender”. Quien ”ingiere” todo lo que “ve” y “oye” o “lee” sin un poco de autocrítica, es muy difícil que pueda entender el nacimiento de un brote de esperanza.

No es mi intención, ni se me ocurre, hacer una defensa de Mario Conde. He leído bastante y estaría en condiciones de poder hacerlo. Pero entiendo que cada uno tiene que hacer su evolución personal y humana. Si se leen, al menos dos libros, “Días de Gloria” y “Memorias de un preso” tal vez encuentren en sí mismos elementos para ser más objetivos, o cambiar los esquemas mentales y fotográficos sobre el personaje. Tal vez entonces puedan descubrir por sí mismos, su talla humana.

En otro orden de cosas, está el clamor de la realidad social actual. Después de 40 años de democracia, el distanciamiento entre la clase política y la sociedad civil es tal que, que todos están de acuerdo en que no podemos seguir así. (Menos los políticos, claro). Un país con cinco millones de parados; con el 42 % de jóvenes sin trabajo y pensando en emigrar; en el que se descubre una corrupción cada vez más cercana a las cloacas; un país en el que el poder contamina la justicia, la policía y todo lo que toca; una nación que se deja girones de prestigio internacional y está al borde de estar intervenida; un legislativo secuestrado por las minorías; con una ley electoral que perpetúa su poder aunque cambie el partido que gobierna; un país, en fin, a la cola de Europa en educación, donde se despilfarra sin control, donde la deuda y los intereses aumentan como caballos desbocados, y donde, sin preparación ni argumentos, se imponen leyes que nadie ha pedido, ni figuraban en los programas de los partidos, como la de Bibiana, la del Estatuto de Cataluña o la del humo, tienen a la gente muy inquieta.

La gente, la sociedad civil, aguanta mucho. Pero todo tiene un límite, aquí y en otras partes, léase países árabes, Italia, etc. La gente se está sacudiendo el miedo y busca nuevos cauces para que se la escuche. Hoy existen medios para poder tomar la responsabilidad de sus decisiones y al amparo de la Constitución, participar activamente en la democracia. Se han ido multiplicando, aquí y allá, Foros, Asociaciones, Fundaciones, por los que de alguna manera la gente se sienta viva y activa.


Pero la sociedad civil y sus ideas, suelen necesitar tanto un cauce, como un referente. La gente que nos reunimos en Madrid, llegada de todos los puntos de España, incluidas las islas, y que desbordaron las previsiones de los organizadores, deseaban algo; tal vez que alguien pudiera leer su interior y conectara con su energía para intentar, juntos, una iniciativa.

Era el día, la hora y el momento oportuno. Llovía en Madrid. A las 18 horas de un miércoles 16 de febrero la gente guardó silencio y Mario tomó la palabra. La “Fundación Civil” hacía su presentación oficial. ¿Qué ideas trasmitió? Por falta de espacio, intentaré hablar de ello en otro momento. Seguro que puede interesar

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