Hola amig@ (NOMBRE): (Estas cartas las han solicitado de los hospitales, con lo que se entiende que algún sanitario se las leerá al ingresado y al hacerlo, dirá su NOMBRE)
Me presento, ya que no tenemos el gusto de conocernos: Me llamo José
Manuel. Soy Montañés, porque así se
conoce a los cántabros. No busco nada. No tengo otra intención que acompañarte porque, como tú, solo soy un
ser humano.
Aquí en el hospital, a pesar de las prisas, se puede encontrar un
ejército blanco con mucha humanidad. Afuera, he visto muchos humanos, pero no
tanta humanidad. Creo que la situación
crítica que estamos viviendo nos va a cambiar a todos, enfermos y sanos, niños
y adultos. O tal vez ya nos ha cambiado.
Como nadie, ni siquiera los mayores, habíamos vivido una experiencia tan
dura, no hemos tenido ocasión de aprender y decirle a los niños y a los jóvenes
que hombres y mujeres, ricos y pobres, somos iguales. Todos somos
débiles y frágiles ante el dolor, la enfermedad, la soledad y la muerte. No había vacuna para eso. Ha tenido que golpearnos un pequeño e invisible virus, para recordarlo.
Así que, desde casa y desde aquí, estamos
empezando a renacer. Estamos descubriendo que en el fondo tenemos un gran
corazón y nos preocupan los demás. Es
posible que venzamos al virus, pero vamos a saber que lo mejor de la vida es
ayudar y disfrutar, aprovechando el tiempo de estar juntos.
Los
sanitarios, los policías, la guardia civil, los ejércitos y los que aplaudimos desde
la ventana, estamos unidos para darnos fuerza unos a otros y, darla también a
los enfermos, a ti amigo.
Siempre
debió ser así, pero lo olvidamos. Lo que ya no podemos dejar de recordar, es esta separación tan
dolorosa. Una familia, una esposa, un marido, unos hijos, unos nietos, son tan
importantes, que estar lejos unos días o no verlos, es muy duro. Y las
ausencias de los seres queridos nos acompañarán siempre, hasta que la vida nos
junte.
Vamos a cambiar nosotros y la sociedad. El Mundo Nuevo ha comenzado
a surgir tras estas largas noches, que a muchos nos han parecido un siglo.
Así que, sinceramente, aquí tienes un abrazo, amig@. Si algo necesitas estoy a tu disposición.
José Manuel Belmonte
Genial, Alabo la convocatoria a escribir estas cartas y a quien las ha escrito. Yo no he podido, yo que he acompañado tantas veces me he sentido incapaz de escribirlas. No he sabido qué decirles, por dónde empezar. Yo que siempre he tenido una frase dispuesta.
ResponderEliminarIncreíble todo. Terrible.
SAludos.
Tal vez la realidad que vivimos a nivel mundial, y el sentimiento emocional de dolor y soledad, de las personas (generalmente mayores) a quien no pueden acercarse ni sus seres queridos, es tan duro que no me extraña tu paralización. Tal vez se necesite un poco más de tiempo para poder reaccionar y ser caz de decir una palabra de aliento.
ResponderEliminarHe sentido, algo parecido. Y he experimentado gratamente esa palabra tuya, poderosa, cálida y sincera, en tu Blog. Me sentí mejor, después de leer tu ánimo.
Me pareció que replicar tu comentario sería dar a mi sentimiento una importancia fuera de lugar. No lo hice, por respeto a los otros comentaristas, pero lo guardé, para cuando la ocasión se presentara. Y hoy, Dama de Agua, te he encontrado un poco baja.
Pero me consta que la carta o cartas no solo les hace bien a los ingresados, sino que, según dicen: "Se han puesto diversos hospitales y áreas en contacto con nosotros y vamos a compartir las cartas y dibujos que recibamos para no solo animar a nuestros pacientes si no que entre unos y otros animemos a todos los que podamos".
Es decir que se pueden multiplicar...Lo cual sí anima también a los posibles escritores, como tú. ¡Ojalá!
Un fuerte abrazo.