domingo, 13 de febrero de 2022

Entrenador y Ganador: Dos Maestros y una lección de superación.

 


Rafa Nadal ganó 16 de sus 21 títulos de Grand Slam con su tío Toni como entrenador jefe.

 

Con motivo de su triunfo en el Open de Australia, Toni ha ofrecido una reflexión, que merece la pena recordar sobre los principios básicos para el triunfo en la vida.


 
(Foto Getty Images) 

 "Durante estos últimos días y a raíz del aclamado triunfo de mi sobrino en el Open de Australia, he leído y escuchado repetidamente un sinfín de elogios dirigidos a su persona. En muchos de ellos se hacía referencia a su fortaleza mental, a su demostrada entereza ante las dificultades y a su capacidad de sobreponerse después de situaciones muy adversas. Muchos son los que se han preguntado cuál es la razón de todo ello e, incluso, algunos se han atrevido a dar alguna explicación. Yo, algo conocedor del particular caso que nos ocupa, formaré parte de estos últimos.

Sin ningún ánimo de estar en posesión de la verdad absoluta, intentaré explicar las claves que, a mi parecer, hacen que Rafael responda así ante estas situaciones y que esto resulte tan singular en los momentos actuales porque, evidentemente, lo que hace admirable el hecho, por encima de todo, es su excepcionalidad. 

En muchas ocasiones me he preguntado, no tanto por qué él es capaz de actuar así, si no por qué no lo hace de esta misma manera la mayoría de la gente que aspira a conseguir algún logro importante en su vida. Yo entiendo que cuando uno toma una decisión así asume la dificultad y el reto que todo ello conlleva y presupongo, a su vez, que estará interesado en hacer todo lo necesario para alcanzarlo. De ahí mi sorpresa cuando constato que eso no sucede de forma habitual. Y mi creciente desazón cuando comprendo que ese modo de actuar se da en todos los ámbitos y no solo en el tenístico o deportivo. 

Toda vez que esto es así, a mi modo de ver, sería bueno que nos replanteáramos nuestros principios y que nos preguntáramos, como mínimo, si con el modelo actual estamos formando correctamente a nuestros jóvenes y si les ayudamos a afrontar con garantías su futuro. 

En un pasaje del ensayo La civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa escribe: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la escala de valores vigente lo ocupa el entretenimiento y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”. Y añade que ese ideal en la vida es perfectamente legítimo pero advierte, también, de sus inesperadas consecuencias, y continúa: “De ese modo, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia pasó a ser para sectores sociales cada vez más amplios de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional”. Y yo añadiría que esto tiene consecuencias contrarias, si no devastadoras, para una buena formación del carácter. 

Esto que describe el escritor peruano-español no ha empezado ahora, es donde hemos llegado en un proceso de declive que empezó unas décadas atrás, pero sí se ha agudizado enormemente con el mundo tecnológico actual y con el buen empeño que en ello ponen ciertos dirigentes necesitados del favor popular y respaldados por un grupo creciente de población necesitado de pensar que está contribuyendo a crear un mundo ideal y de alardear de su gran corazón, de su excelsa corrección y de su singular empatía. Y así, paulatinamente, hemos logrado desdeñar todo lo que exige esfuerzo o que nos incomoda mínimamente.

En mi amplia experiencia dentro de la formación tenística he ido comprobando cómo se han acentuado en los jóvenes la frustración, el hastío y el abandono enseguida de algo que les turba o no les sale inmediatamente como desean. Las nuevas generaciones necesitan en una medida cada vez más creciente que los entrenamientos sean divertidos, que las recompensas sean inmediatas y que se les aplauda el más mínimo avance. 

Y volviendo al por qué Rafael se ha escapado a todo esto y es capaz de actuar como actúa, mi respuesta es sencillamente: porque se acostumbró a ello. No concibo otra manera de hacer. Nunca vi en un examen, al menos no me ocurrió a mí, que alguien pudiera contestar aquello que no había estudiado. Mi sobrino se preparó durante muchos años, prácticamente durante toda su vida, para afrontar la dificultad.

Por eso, yo fui un entrenador muy exigente, poco complaciente, muy poco dado al halago y, por tanto, consecuente con el camino elegido. 

Mi sobrino tenía la obligación, inculcada por mí al principio, asumida por él después, de no quejarse, de entrar en la pista cada día con buen ánimo, de aceptar que las cosas no salen bien de inmediato y de asumir la dificultad tanto física como mental. Él aceptó la exigencia, absolutamente todos los días de todos los años que entrenó conmigo, de entrar con buena cara en la pista, de no romper una raqueta (signo de desánimo), de entrenar más tiempo del previsto, de no quejarse jamás y de pegarle a la bola, cada vez, lo mejor que pudiera. Pero, sobre todo, de entender y aceptar que aunque hiciéramos todo esto, no necesariamente las cosas saldrían bien.

 Él creció escuchando y, especialmente, asimilando toda una serie de frases que le repetí incansablemente: “Si no eres capaz de derrotar a tu rival, al menos no le ayudes a que él te venza”. “Hacer todo lo que toca no nos garantiza el éxito; no hacerlo, casi con toda seguridad, nos garantiza el fracaso”. “Cuando luchamos en una situación totalmente adversa, casi siempre acabaremos perdiendo; pero habrá un día que conseguiremos darle la vuelta a la situación. Y ese día justificará todos los anteriores”. “Es muy difícil dominar la pelota si tú no eres capaz de dominar tu voluntad”. Todas estas frases, y algunas más, Rafael las interiorizó y las aplicó constantemente. 

A veces, me han atribuido cierto mérito en la forma de actuar de Rafael. Sin falsa modestia, no es así. Decirlo es muy fácil. El mérito es única y exclusivamente de él, porque estuvo dispuesto a obedecer, primero, y a interiorizar y a aplicar después.

Que Rafael fuera capaz de hacer lo que hizo en la final (del domingo pasado) en Melbourne, y de tantos otros domingos, responde en parte a la aplicación de todos estos aprendizajes, pero principalmente, no nos engañemos, a un talento inusual y a una habilidad innata impropios en la mayoría de los jugadores.

Independientemente del número de títulos conseguidos, yo he visto antes este espíritu de lucha, esta concentración y esta fe inquebrantable en la victoria en jugadores como Mats Wilander, Björn Borg, Steffi Graf, Arantxa Sánchez Vicario o el mítico Rod Laver, y en otros tenistas con menos éxito deportivo. Lo inquietante es, sin duda, que hoy en día esto sea un hecho excepcional".

https://youtu.be/FXL2G1p-EDw

Toni Nadal


DOS NOTAS:

1.-Esta lección de superación, es muy importante. Pocas ocasiones tenemos en la vida, de encontrar una lección magistral y su plasmación en la práctica como el 30 de enero de 2022, después de 5 horas y 25 minutos, agotadores. Y, desde allí, se fue al gimnasio.

                                                       

Su tío Toni pudo predecirlo: "habrá un día que conseguiremos darle la vuelta a la situación. Y ese día justificará todos los anteriores".

https://youtu.be/smRFtMJW6xk

2.- ¡Ojalá este nivel de exigencia fuera tenido en consideración por todos los docentes  tanto aquí como en cualquier parte del mundo! Es cierto que cada uno tiene su propio método para llevar a cabo su tarea o sus responsabilidades ("cada maestrillo tiene su librillo" decía el refrán). Pero son respetables, solo hasta cierto punto. El esfuerzo no puede ser solo cosa de un día, ni de un maestro, ni de una sola disciplina. Debe ser reflejo del esfuerzo conjunto de muchas oportunidades que terminan haciendo realidad el progreso personal y social.

Por eso, hay que enseñar a apreciar el valor del esfuerzo, en el deporte y en la educación en general. La mediocridad y la cobardía, son muy caras y las pagamos todos. La preparación de las nuevas generaciones, con menos dejadez y menor contaminación ideológica, beneficiaría a todos en todos los niveles: humanos, académicos, profesionales y éticos. No se pueden regalar los títulos ni se debe solapar la realidad de la incompetencia.

A su modo, estos Maestros, recuerdan que: "lo inquietante es, que hoy en día esto sea un hecho excepcional". 

¡Enhorabuena a ellos y a los actuales entrenadores! El deporte señala un camino, que con grandes exigencias puede terminar siendo faro para logros y triunfos en muchas otras disciplinas de la vida misma.

José Manuel Belmonte

PUBLICADO EN

ESPERANDO LA LUZ  13-2-2022  Entrenador y Ganador:  2  Maestros y una lección de superación.

http://belmontajo.blogspot.com/2022/02/entrenador-y-ganador-dos-maestros-y-una.html

EL HERALDO DEL HENARES  13-2-2022

https://www.elheraldodelhenares.com/op/entrenador-y-ganador-2-maestros-y-una-leccion-de-superacion/

CIVICA   15-2-2022

http://civica.com.es/etica_social/entrenador-ganador-dos-maestros-una-leccion-superacion/

6 comentarios:

  1. Un caso excepcional.
    Impresionante no desfallecer en ningún momento.
    Ese nivel de autoexigencia pocos lo pueden tener.

    Un saludo.

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    1. Cierto, Alfred, pero hay que evaluar lo que tenemos. PISA es un intento de comparación. La OCDE que "mide la intensidad y la duración del esfuerzo invertido por los alumnos en superar obstáculos y experiencias adversas, España se sitúa significativamente por debajo del promedio de la OCDE".(El informe es el último publicado, 22 octubre de 2020). Esto tiene consecuencias, en la vida, en la personalidad y en las salidas profesionales.
      Por eso creo que, el nivel de exigencia tiene que ir más allá del deporte.

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  2. Cuando el "tiet Toni" apunta a que el espíritu de lucha, la concentración y la fe inquebrantable y el esfuerzo no deberían parecernos un hecho excepcional, tiene razón, pero solo hasta cierto punto. Basa su criterio en un entorno muy concreto: el tenis y más concreto aún: el día a día en la escuela de tenis.
    Quizás si abriera el campo mental, podría ver que su sobrino no esta excepcional y si extendemos esos valores mencionados a otros campos de la actividad humana, encontraremos muchos héroes de calibre semejante o incluso superior. Desde cirujanos interviniendo a pacientes hasta la extenuación, o ayudando en lugares selváticos donde nadie querría vivir ni un fin de semana, hasta científicos jugándose la vida en un artilugio como la estación espacial para poder experimentar en condiciones de ingravidez... solo por mencionar un trio de ejemplos.
    Y ni ganan tanta dinero, ni brillan tanto en las revistas y los medios.
    Acepto el valor del deportista y lo que hace, pero apuesto más por el valor de otras actividades que favorecen mucho más a la humanidad.

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    1. Gracias Ricard, por mencionar otros campos de la actividad humana más allá incluso de las tres que mencionas y son indiscutibles.
      Aquí hemos tenido, a nivel nacional, un ministro astronauta, aun gestor de la sanidad Licenciado en filosofía y algunos ministros y altos cargos que han estado o/y están ahí, bajo el paraguas de las siglas políticas o ideológicas. (Eso sí, grandes sueldos, despachos y amplio manejo de presupuestos -del dinero de todos-). El nivel de exigencia no solo no está acreditado en excelencia, sino que, globalmente es un despilfarro, pues son incapaces de bajar los impuestos y dirigir de forma competitiva el país, a pesar de tener el mayor número de asesores de la democracia. Alemania con el doble de habitantes tiene 15 ministros, aquí 22. Y luego cada parcela estatal,(Autonomía) más de lo mismo, sin que haya una exigencia mínima, ni se tenga que dar cuenta de lo que se hace o deshace. Para que no trascienda la incompetencia y la corrupción se dispone de medios o de una forma o de otra se "subvencionan".
      Teniendo la luz, la gasolina y todo, por las nubes, y estando a las puertas de una posible guerra, en la que España -de una forma o de otra-está implicada, en los Premios Goya, quienes en 2003 gritaban "no a la guerra", o "nunca máis", han guardado interesadamente un "clamoroso silencio".
      Por supuesto que, hay médicos y otros profesionales con un nivel de preparación encomiable. En general los ciudadanos lo saben y aprecian.

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  3. Alemania con el doble de habitantes tiene 15 ministros, aquí 22.
    Pues si investigas el número de funcionarios, comparado con los nuestros, se te pone ese precioso cabello que tienes, rojo de golpe.
    😂 😂 😂

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    1. Es posible Ricard que, se volviera el cabello del color que dices, pero si se sumaran aquí, a los funcionarios de carrera, los interinos, los eventuales, el personal que trabaja en las distintas administraciones de los distintos entes nacionales y autonómicos...nos quedaríamos todos calvos de asombrado o con los pelos de punta por lo generosa que es nuestra dedocracia.

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