domingo, 11 de octubre de 2009

NO BASTA



Habrá que reformarla, le ley del menor, pero no basta. Lo sucesos casi seguidos de violaciones infantiles de Córdoba y de Huelva, pueden conmocionar, pero sobre todo deben hacer pensar.
Reformar la ley, para que se pueda enjuiciar a “todos” los violadores es lo menos que se debe hacer, por las menores ultrajadas. La violación ha sido múltiple, y en el caso de Huelva, llevaron a la fuerza hasta la playa a una menor, con una deficiencia.
Lo importante de todo esto, no es que el peso de la ley “caiga” con toda su contundencia sobre los desalmados. Pero si no hay ley, o la actual no puede llegar hasta estos “pobrecitos cobardes”, que los políticos y los jueces, y todo el aparato del estado se ponga de inmediato, -sin vacaciones, ni amnistías- a favor de las criaturas inocentes, vejadas, humilladas . Estas jaurías en pandilla, no pueden campar por nuestros pueblos y ciudades, imponiendo el terror a su antojo. Es necesario poder actuar con contundencia, y para ello hay que hacerlo con justicia.
Pero estos hechos, no deben quedar sólo ahí, en el ámbito de la justicia. Estos hechos son síntomas degenerados de una sociedad enferma, y deben servir de aldabonazo a todos. Sí, a todos.
¿Puede ser el gobierno y la política educativa, en materia sexual y general, ajeno a estos acontecimientos?. Con tanta permisividad, y tanta píldora del día después y tanto aborto, ¿no se está mandando –indirectamente-un mensaje a la juventud para que haga lo que quiera?. ¿Para cuando la educación en la responsabilidad y el respeto?
¿Son ajenas las televisiones- cada una a su manera- cuando en horas de máxima audiencia se pasan contenidos capaces de avergonzar incluso a los padres?. ¿Qué se pretende con toda la física y la química, la biología y demás espacios pseudoculturales y reflejo de la sociedad?. ¿Quién va a poner un poco de cordura y un poco de coto y tanto desmán a las cadenas públicas primero y también a las privadas?.
¿El acceso a Internet, con los Twenty, y las páginas que aparecen ante cualquier búsqueda, por más cultural y sin ánimo sexista que se pretenda, quién lo controla?. ¿Tienen los padres preparación para controlar en esto a sus hijos?. Si se cuelgan en Intenet videos se suales de novias menores, o con menores, ¿quién los consume?. La redadas de la policía no pueden abarcar todo. Pero hay condenados de todas las clases sociales, y de todas las profesiones. Hoy mismo, 20 de julio, los periódicos traen noticias de algún adulto detenido por colgar, por venganza, videos sexuales con una menor. ¿Quién controla esto?.
Y los padres, los padres de esos chicos, los padres que tenemos hijos/hijas en edades potencialmente de riesgo, ¿somos ajenos al problema?. ¿No hemos sacrificado a la paz familiar, cualquier indicación o corrección que pueda provocar discusión o rechazo por parte de los hijos?. ¿Les hemos dado la información y la educación sexual suficiente, con cariño y sinceridad, o hemos preferido que estos temas los aprendan en la calle?. ¿De verdad hablamos de estos temas con respeto?.
Yo soy totalmente partidario de la libertad. Pero creo que los padres tenemos que compaginar libertad con responsabilidad, educación en valores y sentido común. Ni en la familia ni en la sociedad todo vale, porque no vale todo. O así nos va.
¿Son las modas y costumbres ajenas al problema?. Por supuesto que no me refiero a la forma de vestir... me refiero a los premios y permisos que damos a los hijos para que vayan en pandilla, o con el amigo o la amiga, y otros amigos y otras amigas, a un apartamento, a una casa rural, o a la playa más cercana distante 300 kms. ¡Son tan buenos –los nuestros-¡. ¡Si no les va a pasar nada!. ¡Si todos van! . Si hay que pedir responsabilidades a quien corresponda, creo que tenemos que pedirlas también a la familia, luego a las autoridades, a los medios y así sucesivamente Una nueva ley del menor... bienvenida sea. Pero sabiendo que “todos” somos culpables. Muchos padres son más culpables que los hijos. ¡Hay que decirlo y aplicarles también la ley!. Los degenerados sexuales, por muy jóvenes que sean, no vienen de Marte. ¡Qué más quisiéramos, para lavarnos las manos!.

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