Cuando en 2011
alcanzamos oficialmente la cifra de 7 mil millones, la ONU reclamaba medidas
eficaces, para detener el “crecimiento insostenible” de la población. A los
organismos de la ONU un humano más en el mundo les asusta. Llevan desde
mediados del siglo XX asustando a los ciudadanos por la falta de recursos y
pronosticando catástrofes, que hasta ahora no se han cumplido.
Se puede preguntar, pues: ¿Hay que reducir
la población? ¿No debe haber más nacimientos? ¿Hay que aplicar la eutanasia y
acabar con los mayores? ¿Cuál es la cantidad de población ideal? ¿Cuántos y
quiénes deben quedar? ¿Quién lo decide?
Si quieres ver desmontado el mito de la sobrepoblación, puedes leer:
http://t.co/iwyYeR46
Sabemos que injustamente, la misma ONU y muchos gobiernos, han decidido cobardemente lo más fácil: apoyar la eliminación de los más débiles, los que no pueden protestar, y no dan votos en las urnas.
Si quieres ver desmontado el mito de la sobrepoblación, puedes leer:
http://t.co/iwyYeR46
Sabemos que injustamente, la misma ONU y muchos gobiernos, han decidido cobardemente lo más fácil: apoyar la eliminación de los más débiles, los que no pueden protestar, y no dan votos en las urnas.
Pero la solución no siempre está donde queremos. Y lo que es peor, las soluciones
erróneas, pueden acarrear nuevos problemas. La crisis actual ha demostrado
que el declive demográfico en los países
desarrollados, y la falta de apoyo a la familia, ha comenzado a hacer saltar
las alarmas.
No es políticamente correcto hablar del tema,
pese a la gravedad. Pero, “en una época de universal engaño, decir la verdad
constituye un acto revolucionario” (G. Orwel).
Ningún país, que haya aprobado la ley del aborto, o los embarazos
selectivos en razón del género se ha librado de la crisis. Puede afirmarse
justo lo contrario. Han propiciado una crisis de valores sin precedentes y los
recortes sociales y de puestos de trabajo han alcanzado proporciones
alarmantes. Hasta el momento, ningún partido ha
planteado una regeneración ética y un rearme humanitario, social y familiar. ¡No
se da prioridad a la cultura de la vida!
No es verdad “que los recursos
naturales sean ilimitados”, pero tampoco “que la población vaya a crecer
siempre”. Los
recursos, son los que son. Pero son más destructivas las guerras, los
armamentos, y la rapiña de los poderosos, que la sobre explotación, para atajar
la pobreza. Además, esos recursos están
desigual e injustamente repartidos. Los gobiernos que tienen una limitación de
mandato cortoplacista, son miopes de conveniencia, tienen “puntos ciegos”
(blind spot). ¡Hay recursos suficientes para alimentar la población actual,
incluso triplicada! Lo que no está permitido es destruir el planeta en
beneficio de unos pocos!
Pero además, “la población no va a
crecer siempre”. En muchos países ni
siquiera hay relevo generacional. Si no se toma conciencia del problema y se
fomenta la natalidad entramos en recesión y sufriremos las consecuencias. Muchas naciones están en recesión, paliada en
parte por la inmigración. Las consecuencias económicas son palpables. El
bienestar social no es sostenible porque no hay suficiente gente trabajando
para sostener a los jubilados y pensionistas. Lo mismo que la población ha
crecido, puede ir decreciendo.
Curiosamente fue el primer ministro
Japonés, Naoto Kan, en enero 2011 después de un discurso en la “Dieta
Nacional”, quien comentaba en su Blog un gráfico sobre la tendencia demográfica
de su país. Japón en 2004 tenían cerca de 128 millones, en 2030 de seguir la
tendencia actual, serían 115 millones, en 2050, 95 millones, y en 2100, 47
millones. Es decir en tres generaciones (30x3), serían una población en peligro
de extinción. Por eso dijo: “Estamos dejando atrás un abrupto máximo
demográfico y actualmente todos
nosotros nos encontramos al borde de un gran precipicio”. Por eso
se hacía la pregunta del millón: “¿Cómo podemos hacer realidad un sistema de
Seguridad Social sostenible, en el que la gente viva sin ansiedad?”.
En otros países, no hay planteamientos tan lúcidos, o son silenciados “por el
mayoritario engaño” y la dictadura ideológica. Posiblemente las verdaderas soluciones
son “invisibles” ahora, como en su día, la esclavitud, el voto femenino, o la
igualdad de derechos. El dinero parece el dios supremo al que debe sacrificarse
el presente, en el que se cifra la recuperación y en que se asienta el futuro
de la humanidad.
Es una falacia, pero permite que una sociedad civil sea silenciada,
maltratada y que tenga que seguir soportando, el saqueo de los bienes públicos
por unos, y el peso de las reformas y recortes. La cultura de la miopía, no
respeta ni la más elemental humanidad.
“Que los ancianos se den prisa en morir”, ha dicho precisamente
el ministro de Finanzas de Japón, Taro Aso. Su idea es que así el Estado se
ahorraría mucho dinero de los costes sanitarios y asistenciales a los ancianos.
Casi un cuarto de la población nipona tiene ya más de 60 años y, si las
previsiones se cumplen, esa cifra alcanzará el 60% en los próximos 50 años. No
muy lejos de esa perspectiva están muchos países occidentales.
Ahora bien ¿qué harían con ese
dinero? No lo dijo. Sus palabras han causado indignación en el país asiático.
Pero también han desencadenado las especulaciones en otras latitudes. La
deshumanización, ha llegado a considerar al ser humano como un trasto, de usar
y tirar, ¿un Kleenex? Se han aprobado ya en varios países
“leyes de ayuda al suicidio”. Con más refinamiento, ironía y eufemismo, se están
gestionando, leyes de este tipo. La retórica sirve para decir lo mismo, de
forma indirecta y atenuada, para que no produzca rechazo entre la gente. Recuerden que a la muerte por aborto la han
llamado IVE, Interrupción voluntaria del embarazo, etc. Hay naciones en que a
esa misma ley se la conoce como “Ley de Salud Sexual”. Por ella son millones, los seres humanos que
no llegan a nacer.
El recorte de vidas en su atapa final, gracias a su correspondiente ley,
se denomina “ley de muerte digna”. Con estas
leyes, que ya pusieron en práctica los nazis “para ahorrar”, porque había “vidas que no merecía ser vividas”,
convencerán a los mayores de que “lo
hacen por su bien”. Si con la ley de recortes al principio (esos sí que son
recortes traumáticos), se inventaron el derecho de la mujer para acabar con su
hijo, sin justificación, ni explicaciones;
en la etapa final de la vida, le dejarán que usted pueda morir “con
dignidad”. El “recorte” de vida, como
dice el ministro japonés, mejor que usted lo decida y se apresure.
Si usted deja de luchar, y no utiliza los cuidados paliativos, ahorrará
al Estado. Los que resistan y acaben sus días de forma natural, morirán como
aprovechados, que no tienen dignidad.
¿Para cuándo el respeto y el cariño que nuestros mayores merecen? Mi
madre lleva 14 años con demencia senil. Es atendida día y noche con el mayor
cariño y la mayor profesionalidad. ¿Tengo que agradecer al Estado que no se
encuentre en una región donde está ya en
vigor la ley de la muerte digna? Ni la familia ni el Estado ahorran con ella.
Pero, ni la familia ni el Estado pueden fabricar besos como si fueran monedas.
El brillo de sus ojos, cuando ella recibe una caricia, no lo iguala ni el sol
cada mañana. Cumplir años, que el cuerpo se deteriore con la edad, o por estar
enfermo, no es preocupante. Lo verdaderamente preocupante es que la familia, la
sociedad o el Estado, te traten como un trapo, o como un kleenex.
Soy de los que creen que después de la muerte, se entra en otra
dimensión y la vida continúa de otra manera. No parece una buena forma de
entrar en el más allá, teniendo que pasar un infierno de soledad, desamor, o
que “para ahorrar”, te hagan bajar del tren. No se olvide, que ese tren, no
lleva sólo pasajeros “mayores o con muchos años”, nos lleva a todos. Cuando
toque bajar a cada uno, seguro que es mejor llegar ligeros de equipaje y vacías
las manos, pero con algo en el corazón.
Incluso Alejandro Magno, lo entendió así.
Por último, no estaría de más, recordar al ministro de Finanzas Taro Aso
y a todos los políticos, que “somos seres espirituales viviendo experiencias
humanas, no al revés. Actualmente, la sociedad vive inmersa en una crisis de
valores espirituales, absorta en el consumismo y renegando de su faceta
espiritual, es decir, de su verdadera naturaleza.
Hay mucha hambre espiritual en los países capitalistas. Donde abunda el dinero es fácil que abunde el hambre de Dios” (Rosetta Forner, en su blog y en Facebook adelantaba el artículo enviado a un diario nacional). http://www.larazon.es/detalle_opinion/noticias/889453/el-valor-de-la-vida.
Tiene toda la razón, la periodista. Tan sólo añadir, que esta faceta del ser humano no se puede ignorar en ningún tramo de la vida, ni antes de nacer, ni antes de morir. Gobiernos, legisladores, sanitarios, y familia deberían respetarlo.
PUBLICADO en: EL HERALDO DEL HENARES, BLOG: LA TANGENTE, 30-01-2013: http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=16157; LA ESFERA DIIGITAL, BLOG: A FAVOR DE LOS VALIENTES, 30-01-2013: http://www.laesferadigital.es/blogs/a-favor-de-los-valientes/882-los-mayores-tambien-lloran.html ; BITACORA DE BELMONTE en CiViCa, 18-02-2013:http://www.investigadoresyprofesionales.org/drupal/content/los-mayores-tambi%C3%A9n-lloran;REVISTA UTOPIA, 19-04-2013: http://revista-utopia.blogspot.com.es/2013/04/los-mayores-tambien-lloran-jose-manuel.html.
José Manuel, siempre se ha considerado como un signo de sociedad avanzada e inteligente aquellas que sienten un gran respeto y admiración por sus ancianos, a los que fruto de su bagaje vital se les otorga una sabiduría de la que han de beber las futuras generaciones.
ResponderEliminarY si echamos la vista atrás, ya los romanos instituyeron el "Consejo de Ancianos" o Senatus, al que se acudía en aquellas ocasiones en las que se necesitaba de su experto criterio y asesoramiento.
También los griegos, otra sociedad avanzada para su tiempo, tenían una institución similar, también llamada consejo de sabios, de hecho, la "soficracia" proviene de los términos griegos "sofía" que significa sabiduría, y "kratos" que se refiere al gobierno.
Sorprende sobremanera el terrible desliz de Taro Aso, ministro de finanzas japonés, que culpó a los mayores del alto gasto sanitario y les pidió <>, más grave si cabe en una sociedad tan respetuosa con sus ancianos como la nipona.
Y que decir de la nuestra, donde aparte de deber a nuestros mayores lo que somos, hoy siguen siendo un sustento fundamental para nuestro acomodo social, ya sea porque sus exiguas pensiones sirven para alimentar a muchas familias, como por el papel que les hemos asignado, abusando del cariño que les profesan, con el cuidado de sus nietos (siete de cada diez abuelos cuidan de sus nietos)
Y como pago, muchas veces el olvido, cuando no, el desprecio. Ya se sabe, la peor vejez es la del espíritu.
¡Si la juventud supiese!
¡Si la vejez pudiese...!
JRSeco
Hola JRSeco:
EliminarMe alegra lo que dices, porque además es verdad. La Historia, la del progreso, la de la inteligencia, y de la hombría de bien, se basaba en reconocer el esfuerzo y los logros de nuestros mayores, para encarar el futuro como hijos.
Lamentablemente se han metido por medio el dinero, las prisas, los medios de comunicación y los políticos. Han ido creando ídolos, referentes juventud, de culto a la imagen y al poder: "tanto tienes tanto vales".
Y ni se tiene clara la historia, ni se fomenta el pensamiento, la filosofía, la ética. Gente poco preparada, maneja el poder. Y aunque hay centros para mayores, no se les presta mucha atención; o hay que distinguir los cuidados, con el cariño que necesitan.
Son admirables las familias, donde los abuelos tienen el puesto y el aprecio que necesitan. Conocemos algunas.
Pero el Ministro de Finanzas japonés, puso el dedo en una llaga muy sensible: querer ahorrar a costa de adelantar la muerte. Es volver a poner, el dinero por encima del humanismo. Tengo toda la admiración por Japón. Pero me han dolido sus palabras, sobre todo porque en occidente, ya se han dado pasos y leyes en esa dirección. Incluso en nuestro país, hay dos comunidades, que han aprobado la ley de "la muerte digna".
He asistido a algunas conferencias del famoso Dr. Montes, fundador del Testamento vital, y las sedaciones en un Hospital...¿entiendes?
Un fuerte abrazo.
José Manuel