Los próximos días 10,11 y 12 de agosto, tendrá lugar en Ámsterdam (Holanda), el V Congreso Internacional de la Familia.
Nos parece un momento importante, en medio de las vacaciones, para que las Delegaciones de todos los países, y las distintas asociaciones, pongan en común y en valor a la Familia.
No ha pasado de moda el proyecto de vida en común de la familia, ni el amor de los padres y los hijos. La familia es el núcleo natural en donde surge el milagro de la vida. Y es la escuela natural donde se inicia y se apoya la inserción del niño en la sociedad. Por eso es también la base de la sociedad. Es en la familia, en el cariño y el respeto donde se aprenden los mejores valores, los que tanto echa de menos el mundo actual: los valores humanos, los básicos y fundamentales. Es en su seno donde se aprende a discernir lo bueno de lo malo, y donde naturalmente se elige lo primero y se aprende a desechar lo segundo. Los Derechos Humanos se viven, no se imponen.
Los Delegados y quienes les acompañan acuden a Ámsterdam, cargados de la mejor ilusión, pero también quieren poner en común, sus inquietudes y sus preocupaciones, por los diferentes y continuados ataques que la familia viene padeciendo. No se pueden ignorar, ni los ataques, ni las falta de apoyo. El derecho a la vida, es también el derecho de la familia a dar la vida. Es un Congreso por la vida.
No podemos olvidar, ni el creciente número de divorcios, ni la realidad terrible de las familias desestructuradas. Los hechos están ahí y hay que estudiarlos, valorarlos y tratar de encontrar la forma para que el daño sobre las personas interesadas, y sobre todo en los hijos, sea el menor posible. Cuando llega la separación, cuando se tienen hijos, y además de la crisis económica hay diversidad de culturas, y diversidad de nacionalidades, la situación es muy compleja.
A todos nos vendría bien, que de este Congreso de los Países Bajos nos llegara un poco de aire fresco. Es verdad que yo fui invitado, pero finalmente no me ha sido posible asistir. Estoy por eso mismo especialmente sensibilizado. Pero me gustaría que todas las familias de Guadalajara tuvieran un recuerdo para los participantes, y les enviaran su energía positiva. Las familias no somos islas. Entre todas formamos la Familia Humana. Podemos influir en lo bueno y en lo malo. Nada de lo que allí suceda en estos días nos es ajeno.
Ciertamente tampoco nos es ajeno lo que suceda fuera del Congreso, en cualquier parte del mundo, cualquier día del año. Me gustaría que esto se sintiera que es verdad. Dicen los expertos que cada uno lo capta según su sensibilidad. Entre los asuntos “de familia”, al margen del V Congreso, hay uno muy relevante. Es la intención del Papa, de que los hijos de los curas, lleven su apellido. ¡Ya era hora!. Después de XX siglos la Iglesia, reconoce que los curas son hombres también de la cintura para abajo. Y que los hijos (de los curas) tienen derecho también al cariño de su padre, a su apellido y a su manutención. Y los padres tienen derecho a ver a sus hijos y disfrutar de su ternura. ¡No todo es pecado!. ¡Ya está bien de hipocresía!. ¿Para cuando los curas casados?. ¿Cuándo se dará el paso para que la mujer pueda ser sacerdotisa?. Parece que teológicamente no hay razón para que no pueda serlo. Además lo haría muy bien. La igualdad de derechos para la mujer sigue siendo una asignatura pendiente para los católicos. ¡Todo llegará!. La verdad libera. Entonces esta Gran Familia, la Iglesia, predicará con la verdad y con el ejemplo.
Nos parece un momento importante, en medio de las vacaciones, para que las Delegaciones de todos los países, y las distintas asociaciones, pongan en común y en valor a la Familia.
No ha pasado de moda el proyecto de vida en común de la familia, ni el amor de los padres y los hijos. La familia es el núcleo natural en donde surge el milagro de la vida. Y es la escuela natural donde se inicia y se apoya la inserción del niño en la sociedad. Por eso es también la base de la sociedad. Es en la familia, en el cariño y el respeto donde se aprenden los mejores valores, los que tanto echa de menos el mundo actual: los valores humanos, los básicos y fundamentales. Es en su seno donde se aprende a discernir lo bueno de lo malo, y donde naturalmente se elige lo primero y se aprende a desechar lo segundo. Los Derechos Humanos se viven, no se imponen.
Los Delegados y quienes les acompañan acuden a Ámsterdam, cargados de la mejor ilusión, pero también quieren poner en común, sus inquietudes y sus preocupaciones, por los diferentes y continuados ataques que la familia viene padeciendo. No se pueden ignorar, ni los ataques, ni las falta de apoyo. El derecho a la vida, es también el derecho de la familia a dar la vida. Es un Congreso por la vida.
No podemos olvidar, ni el creciente número de divorcios, ni la realidad terrible de las familias desestructuradas. Los hechos están ahí y hay que estudiarlos, valorarlos y tratar de encontrar la forma para que el daño sobre las personas interesadas, y sobre todo en los hijos, sea el menor posible. Cuando llega la separación, cuando se tienen hijos, y además de la crisis económica hay diversidad de culturas, y diversidad de nacionalidades, la situación es muy compleja.
A todos nos vendría bien, que de este Congreso de los Países Bajos nos llegara un poco de aire fresco. Es verdad que yo fui invitado, pero finalmente no me ha sido posible asistir. Estoy por eso mismo especialmente sensibilizado. Pero me gustaría que todas las familias de Guadalajara tuvieran un recuerdo para los participantes, y les enviaran su energía positiva. Las familias no somos islas. Entre todas formamos la Familia Humana. Podemos influir en lo bueno y en lo malo. Nada de lo que allí suceda en estos días nos es ajeno.
Ciertamente tampoco nos es ajeno lo que suceda fuera del Congreso, en cualquier parte del mundo, cualquier día del año. Me gustaría que esto se sintiera que es verdad. Dicen los expertos que cada uno lo capta según su sensibilidad. Entre los asuntos “de familia”, al margen del V Congreso, hay uno muy relevante. Es la intención del Papa, de que los hijos de los curas, lleven su apellido. ¡Ya era hora!. Después de XX siglos la Iglesia, reconoce que los curas son hombres también de la cintura para abajo. Y que los hijos (de los curas) tienen derecho también al cariño de su padre, a su apellido y a su manutención. Y los padres tienen derecho a ver a sus hijos y disfrutar de su ternura. ¡No todo es pecado!. ¡Ya está bien de hipocresía!. ¿Para cuando los curas casados?. ¿Cuándo se dará el paso para que la mujer pueda ser sacerdotisa?. Parece que teológicamente no hay razón para que no pueda serlo. Además lo haría muy bien. La igualdad de derechos para la mujer sigue siendo una asignatura pendiente para los católicos. ¡Todo llegará!. La verdad libera. Entonces esta Gran Familia, la Iglesia, predicará con la verdad y con el ejemplo.
PUBLICADO en NUEVA ALCARRIA el 8 de agosto de 2009
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