En la universidad aprendimos a convivir ateos con creyentes, católicos y no católicos. Si se exponen verdades humanas, con argumentos racionales, que “giran en torno al derecho a la vida de todo ser humano inocente, patrimonio común de la razón humana”, cualquiera las puede aceptar,-si no hay cerrazón o contaminación ideológica. “Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, con la luz de la razón puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término». Cuando algo tan fundamental, tan humano como la vida está en juego, no puede haber ambigüedades, ni componendas, entre intereses partidistas y principios éticos, entre sofismas interesados y argumentos científicos.
Al Gobierno no le ha gustado que los Obispos, con rigor y claridad le descubra las muchas falacias de la Nueva Ley del Aborto.
Primera. El Gobierno insiste en presentar la Nueva Ley como una ampliación de la ya existente, con el pretexto de “garantizar” los supuestos derechos de la mujer y los médicos. No es cierto. Entre la anterior Ley de 1985 y la actual hay una diferencia esencial. Aquella consideraba el aborto, como un mal menor entre dos derechos el del no nacido a nacer y el de la madre a la salud. En el Proyecto nuevo, el Gobierno convierte en derecho la voluntad de la madre para eliminar a un ser no nacido. “La mera voluntad de la gestante anula el derecho a la vida del que va a nacer. En las primeras catorce semanas, la gestante decide sobre la muerte del que va a nacer: la violación del derecho a la vida, tratada como si fuera un derecho. El aspecto tal vez más sombrío del Anteproyecto es su pretensión de calificar el aborto provocado como un derecho que habría de ser protegido por el Estado”.
Se parte de una perogrullada aparentemente inocente, art. 3.2 : “ Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”, pero eso quiere decir que la mujer tiene derecho a eliminar al ser que ha concebido. Y ese derecho es el que el Estado debe proteger. “Lamentablemente esta expresión no significa aquí que toda mujer tiene derecho a elegir si quiere o no quiere ser madre; significa, más bien, que tiene derecho a decidir eliminar a su hijo ya concebido”.
Segunda. Privar de la vida a los que van a nacer no es algo privado. La decisión de eliminar una vida humana incipiente es calificada una y otra vez de asunto íntimo suyo en el que nadie podría intervenir: ni el padre del que va a nacer, ni los padres de la menor, ni el Estado. “El derecho a vivir no está a disposición de nadie. no puede ser violado por ningún ciudadano ni por el Estado; menos, si cabe, por aquellos que tienen particulares obligaciones de atención a la vida incipiente de un ser indefenso como son sus padres o los médicos”.
Ninguna razón científica se da para justificar los plazos. Pero el derecho de la madre dejaría de ser absoluto a partir de la semana 14 y un día. “El Anteproyecto establece que desde la decimocuarta semana de gestación el aborto ya no sería un derecho absoluto de la madre, puesto que para poder ser realizado sin sanción habrá de existir entonces «riesgo de graves anomalías en el feto» (art. 15, b) o«grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada» (art. 15, a). A tenor de la definición de salud señalada, los facultativos podrán certificar la existencia de esta indicación médica para el aborto cuando el niño que va a nacer suponga un grave inconveniente para «el completo bienestar físico, mental y social» de la madre. Lo que no se sabe es cuáles serán los criterios que el médico habrá de emplear para poder diagnosticar un grave quebranto de un tal «completo bienestar» eventualmente causado por el que va a nacer”.
Tercera: La salud como excusa para eliminar a los que van a nacer . La salud de la mujer se define como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades” (art.2.a). Es decir la salud es simplemente una excusa para hacer lo que se quiera. ”La falacia es más sangrante cuando el concepto de salud empleado –aunque sea el de la Organización Mundial de la Salud– se convierte en una excusa para encubrir el deseo particular de no tener un hijo, aun quitándole la vida”. Y esto hasta la semana 22. De ahí que incluir el aborto en la política sanitaria falsee siempre gravemente el acto médico, que queda desnaturalizado."Una política sanitaria debe tener siempre en cuenta la salud de la madre gestante, pero también la vida y la salud del niño que va a nacer". “A tenor de la definición de salud señalada, los facultativos podrán certificar la existencia de esta indicación médica para el aborto cuando el niño que va a nacer suponga un grave inconveniente para «el completo bienestar físico, mental y social» de la madre.
Cuarta. El Anteproyecto de Ley presenta el aborto provocado como un derecho que forma parte de un programa de «salud sexual y reproductiva». “La inclusión del aborto entre los medios supuestamente necesarios para cuidar la salud es de por sí una grave falsedad. El acto médico se dirige a prevenir la enfermedad o a curarla. Pero el embarazo no será nunca de por sí una enfermedad, aunque pueda conllevar complicaciones de salud, ser inesperado o incluso fruto de la violencia. Por eso, abortar no es nunca curar, es siempre matar”.
El Estado no tiene autoridad para decidir que se pueda suprimir la vida de un ser humano inocente, porque la vida es anterior al mismo Estado. Y éste tiene la obligación de protegerla siempre.
Quinta. Se niega o devalúa al ser humano para intentar justificar su eliminación . “Frente a la evidencia de que donde hay un cuerpo humano vivo, aunque sea incipiente, hay un ser humano y una dignidad humana inviolable, se establecen plazos de gestación y de presencia humana de los que no es posible dar razón suficiente”. Sorprendentemente, el Anteproyecto no explica en ningún momento por qué fragmenta el tiempo de la gestación en tres periodos o plazos(14, 22 y posteriores) pretendidamente determinantes de diferentes tipos de trato del ser humano en gestación.
Y Sexta: Se pretende llevar a los colegios una “ideología de género”que presenta el aborto como una opción sexual más, a la que se tiene derecho. Con todo lo cual, para decirlo sin rodeos, se pretende cambiar los principios antropológicos y dejar que el Estado pueda decidir el derecho a la vida.
He leído los documentos,el Anteproyecto y el de los Obispos. En uno se nota una manipulación ideológica; desde el principio se intenta llegar a donde se quiere llegar. En el otro, hay claridad y valentía ante la ley del aborto. Por lo menos los Obispos, pueden tener fe, pero no están ciegos.
JOSÉ MANUEL BELMONTE
Al Gobierno no le ha gustado que los Obispos, con rigor y claridad le descubra las muchas falacias de la Nueva Ley del Aborto.
Primera. El Gobierno insiste en presentar la Nueva Ley como una ampliación de la ya existente, con el pretexto de “garantizar” los supuestos derechos de la mujer y los médicos. No es cierto. Entre la anterior Ley de 1985 y la actual hay una diferencia esencial. Aquella consideraba el aborto, como un mal menor entre dos derechos el del no nacido a nacer y el de la madre a la salud. En el Proyecto nuevo, el Gobierno convierte en derecho la voluntad de la madre para eliminar a un ser no nacido. “La mera voluntad de la gestante anula el derecho a la vida del que va a nacer. En las primeras catorce semanas, la gestante decide sobre la muerte del que va a nacer: la violación del derecho a la vida, tratada como si fuera un derecho. El aspecto tal vez más sombrío del Anteproyecto es su pretensión de calificar el aborto provocado como un derecho que habría de ser protegido por el Estado”.
Se parte de una perogrullada aparentemente inocente, art. 3.2 : “ Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”, pero eso quiere decir que la mujer tiene derecho a eliminar al ser que ha concebido. Y ese derecho es el que el Estado debe proteger. “Lamentablemente esta expresión no significa aquí que toda mujer tiene derecho a elegir si quiere o no quiere ser madre; significa, más bien, que tiene derecho a decidir eliminar a su hijo ya concebido”.
Segunda. Privar de la vida a los que van a nacer no es algo privado. La decisión de eliminar una vida humana incipiente es calificada una y otra vez de asunto íntimo suyo en el que nadie podría intervenir: ni el padre del que va a nacer, ni los padres de la menor, ni el Estado. “El derecho a vivir no está a disposición de nadie. no puede ser violado por ningún ciudadano ni por el Estado; menos, si cabe, por aquellos que tienen particulares obligaciones de atención a la vida incipiente de un ser indefenso como son sus padres o los médicos”.
Ninguna razón científica se da para justificar los plazos. Pero el derecho de la madre dejaría de ser absoluto a partir de la semana 14 y un día. “El Anteproyecto establece que desde la decimocuarta semana de gestación el aborto ya no sería un derecho absoluto de la madre, puesto que para poder ser realizado sin sanción habrá de existir entonces «riesgo de graves anomalías en el feto» (art. 15, b) o«grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada» (art. 15, a). A tenor de la definición de salud señalada, los facultativos podrán certificar la existencia de esta indicación médica para el aborto cuando el niño que va a nacer suponga un grave inconveniente para «el completo bienestar físico, mental y social» de la madre. Lo que no se sabe es cuáles serán los criterios que el médico habrá de emplear para poder diagnosticar un grave quebranto de un tal «completo bienestar» eventualmente causado por el que va a nacer”.
Tercera: La salud como excusa para eliminar a los que van a nacer . La salud de la mujer se define como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades” (art.2.a). Es decir la salud es simplemente una excusa para hacer lo que se quiera. ”La falacia es más sangrante cuando el concepto de salud empleado –aunque sea el de la Organización Mundial de la Salud– se convierte en una excusa para encubrir el deseo particular de no tener un hijo, aun quitándole la vida”. Y esto hasta la semana 22. De ahí que incluir el aborto en la política sanitaria falsee siempre gravemente el acto médico, que queda desnaturalizado."Una política sanitaria debe tener siempre en cuenta la salud de la madre gestante, pero también la vida y la salud del niño que va a nacer". “A tenor de la definición de salud señalada, los facultativos podrán certificar la existencia de esta indicación médica para el aborto cuando el niño que va a nacer suponga un grave inconveniente para «el completo bienestar físico, mental y social» de la madre.
Cuarta. El Anteproyecto de Ley presenta el aborto provocado como un derecho que forma parte de un programa de «salud sexual y reproductiva». “La inclusión del aborto entre los medios supuestamente necesarios para cuidar la salud es de por sí una grave falsedad. El acto médico se dirige a prevenir la enfermedad o a curarla. Pero el embarazo no será nunca de por sí una enfermedad, aunque pueda conllevar complicaciones de salud, ser inesperado o incluso fruto de la violencia. Por eso, abortar no es nunca curar, es siempre matar”.
El Estado no tiene autoridad para decidir que se pueda suprimir la vida de un ser humano inocente, porque la vida es anterior al mismo Estado. Y éste tiene la obligación de protegerla siempre.
Quinta. Se niega o devalúa al ser humano para intentar justificar su eliminación . “Frente a la evidencia de que donde hay un cuerpo humano vivo, aunque sea incipiente, hay un ser humano y una dignidad humana inviolable, se establecen plazos de gestación y de presencia humana de los que no es posible dar razón suficiente”. Sorprendentemente, el Anteproyecto no explica en ningún momento por qué fragmenta el tiempo de la gestación en tres periodos o plazos(14, 22 y posteriores) pretendidamente determinantes de diferentes tipos de trato del ser humano en gestación.
Y Sexta: Se pretende llevar a los colegios una “ideología de género”que presenta el aborto como una opción sexual más, a la que se tiene derecho. Con todo lo cual, para decirlo sin rodeos, se pretende cambiar los principios antropológicos y dejar que el Estado pueda decidir el derecho a la vida.
He leído los documentos,el Anteproyecto y el de los Obispos. En uno se nota una manipulación ideológica; desde el principio se intenta llegar a donde se quiere llegar. En el otro, hay claridad y valentía ante la ley del aborto. Por lo menos los Obispos, pueden tener fe, pero no están ciegos.
JOSÉ MANUEL BELMONTE
PUBLICADO en EL DIA el 7 de julio de 2009
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