Después de un año de globos sonda y de retórica, la Ministra de Igualdad ha presentado al Consejo de Ministros el Proyecto de Ley del Aborto. Pero ha dejado ver un punto débil en el texto.
Durante este tiempo, la sociedad, alertada por los grupos defensores de la vida se ha movilizado, y buscado el debate. El Gobierno se ha desmarcado siempre saliendo por los cerros de Úbeda: “es un tema superado porque ya tuvo lugar cuando se aprobó la actual ley”. Cosa que es mentira, porque los políticos siempre han hurtado este debate a la sociedad. Y en las escasas ocasiones en que han hablado de él unos se han decantado por una defensa de la mujer, y otros por descalificar a los otros o a la iglesia, siguiendo las pautas o consignas de su partido. Ese debate ahora, a pesar del gobierno, está en la calle. Ciudadanos y políticos se tienen que retratar, una vez más, porque está mucho en juego, nada menos que una vida, o muchas vidas.
El Gobierno no contaba encontrar más oposición que la de los obispos o la de la Jerarquía de la Iglesia. Sin embargo, sobre todo desde el mes de marzo ha encontrado una oposición en la calle, en los medios, en los médicos, en los juristas, con la que no contaban. Fruto de la movilización ciudadana y de los grupos pro-vida, en el último momento han introducido una modificación en el texto del proyecto. Algunos dicen que es simplemente un maquillaje. Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que ellos han visto el lado débil del proyecto, y lo han querido reforzar. ¡Ahí está su talón de Aquiles!. Nos lo han señalado, sin querer.
Ante el alarmante aumento de las cifras de aborto, nada han hecho para atajar sus causas. Tan sólo intentar maquillar el número, con la Píldora del Día Después (PDD), sin receta, que ha entrado en vigor el día 28 de septiembre, o ésta Propuesta de la Ley de Plazos amparando el anonimato de las abortistas y sus cómplices.
No se ha tenido en cuenta los avances en materia científica, ni se ha escuchado otra opinión que la de los “expertos” afines al gobierno. Se había ignorado la doctrina del Tribunal Constitucional, o las acertadas opiniones del Consejo fiscal o del Consejo General del Poder Judicial. “No vamos a cambiar ni una coma”, dijeron. Pero...ya no lo tienen tan claro.
A última hora, sabiendo que si hay un resquicio, el texto podría denunciarse por inconstitucional, han introducido una modificación. La modificación es forzada y a regañadientes. Es una afirmación inmediatamente matizada. Pero ahí está: dice que la vida prenatal “ES UN BIEN JURÍDICO QUE MERECE UNA PROTECCIÓN EFICAZ pero siempre teniendo en cuenta los derechos de la mujer embarazada”.
Es un logro. El Gobierno no ha tenido más remedio que reconocerlo. Y además que esa protección hay que exigírsela, precisamente a quien la puede dar y a quien la intenta destruir con esta misma ley. Ahí está el derecho a la vida. Ahí hay que dar la batalla. Esa es la fuerza de la razón. Esa debilidad, confesada por escrito, es una fortaleza constitucional. Los grupos pro vida y la revolución cívica tienen ahí su fuerte.
En la mujer embarazada hay dos vidas, con dos fuentes de derechos. ¿Por qué tiene que prevalecer el de la madre contra el de su hijo?. La protección del ser más débil, es primordial en cualquier estado de derecho. Dejar que prevalezca el derecho de uno dando muerte al otro, -eso es el aborto-, es una injusticia, es la ley de la selva. ¡No estamos lejos!. Por eso hay que luchar con esas armas legales, que son nuestra fortaleza. Que la madre tenga 16 ó 30 años, con ser importante, es un tema, relativamente menor, no confundamos las cosas. La batalla está en el derecho, en la vida, y no en la edad.
Durante este tiempo, la sociedad, alertada por los grupos defensores de la vida se ha movilizado, y buscado el debate. El Gobierno se ha desmarcado siempre saliendo por los cerros de Úbeda: “es un tema superado porque ya tuvo lugar cuando se aprobó la actual ley”. Cosa que es mentira, porque los políticos siempre han hurtado este debate a la sociedad. Y en las escasas ocasiones en que han hablado de él unos se han decantado por una defensa de la mujer, y otros por descalificar a los otros o a la iglesia, siguiendo las pautas o consignas de su partido. Ese debate ahora, a pesar del gobierno, está en la calle. Ciudadanos y políticos se tienen que retratar, una vez más, porque está mucho en juego, nada menos que una vida, o muchas vidas.
El Gobierno no contaba encontrar más oposición que la de los obispos o la de la Jerarquía de la Iglesia. Sin embargo, sobre todo desde el mes de marzo ha encontrado una oposición en la calle, en los medios, en los médicos, en los juristas, con la que no contaban. Fruto de la movilización ciudadana y de los grupos pro-vida, en el último momento han introducido una modificación en el texto del proyecto. Algunos dicen que es simplemente un maquillaje. Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que ellos han visto el lado débil del proyecto, y lo han querido reforzar. ¡Ahí está su talón de Aquiles!. Nos lo han señalado, sin querer.
Ante el alarmante aumento de las cifras de aborto, nada han hecho para atajar sus causas. Tan sólo intentar maquillar el número, con la Píldora del Día Después (PDD), sin receta, que ha entrado en vigor el día 28 de septiembre, o ésta Propuesta de la Ley de Plazos amparando el anonimato de las abortistas y sus cómplices.
No se ha tenido en cuenta los avances en materia científica, ni se ha escuchado otra opinión que la de los “expertos” afines al gobierno. Se había ignorado la doctrina del Tribunal Constitucional, o las acertadas opiniones del Consejo fiscal o del Consejo General del Poder Judicial. “No vamos a cambiar ni una coma”, dijeron. Pero...ya no lo tienen tan claro.
A última hora, sabiendo que si hay un resquicio, el texto podría denunciarse por inconstitucional, han introducido una modificación. La modificación es forzada y a regañadientes. Es una afirmación inmediatamente matizada. Pero ahí está: dice que la vida prenatal “ES UN BIEN JURÍDICO QUE MERECE UNA PROTECCIÓN EFICAZ pero siempre teniendo en cuenta los derechos de la mujer embarazada”.
Es un logro. El Gobierno no ha tenido más remedio que reconocerlo. Y además que esa protección hay que exigírsela, precisamente a quien la puede dar y a quien la intenta destruir con esta misma ley. Ahí está el derecho a la vida. Ahí hay que dar la batalla. Esa es la fuerza de la razón. Esa debilidad, confesada por escrito, es una fortaleza constitucional. Los grupos pro vida y la revolución cívica tienen ahí su fuerte.
En la mujer embarazada hay dos vidas, con dos fuentes de derechos. ¿Por qué tiene que prevalecer el de la madre contra el de su hijo?. La protección del ser más débil, es primordial en cualquier estado de derecho. Dejar que prevalezca el derecho de uno dando muerte al otro, -eso es el aborto-, es una injusticia, es la ley de la selva. ¡No estamos lejos!. Por eso hay que luchar con esas armas legales, que son nuestra fortaleza. Que la madre tenga 16 ó 30 años, con ser importante, es un tema, relativamente menor, no confundamos las cosas. La batalla está en el derecho, en la vida, y no en la edad.
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