Dentro de los cimientos, necesarios está el Debatir. Hablar, informarse y opinar... es esclarecedor.
4.- DEBATIR ENRIQUECE. Se puede aprobar una ley que nos concierne, sin ser consultados. Pero al menos seamos capaces de hablar y de opinar o debatir. Es verdad que “vivimos en una especie de Gran Hermano político que quiere controlar y ordenar a súbditos obedientes y no a ciudadanos libres” como dice Carmen Iglesias, de la Real Academia, ( en su artículo La deriva autoritaria de nuestros representantes) . Pero nuestros hijos nos echarían en cara que nos comportemos como borregos.
Los jóvenes a quienes vamos a entregar la sociedad, quieren que les entreguemos lo mejor que tenemos, la educación y la vida. Nuestra sociedad y nosotros tenemos voz. Que nuestros hechos no desmientan a nuestras palabras El embarazo es el comienzo de un a vida. Para todos nosotros ha sido así. Eso es no sólo importante, es que es la única que tenemos. Nadie tiene derecho a quitárnosla, tampoco a arrebatársela a los seres más indefensos. Construyamos la Casa de la Vida y del futuro desde los cimientos. Sepamos que es obra de todos.
El sociólogo Amando de Miguel, acaba de decir que sacar ahora el tema del aborto es “un instrumento político muy útil, especialmente en estos tiempos de infortunio económico”. Y precisa sus palabras, “Ya que el Gobierno no se atreve o no puede dar la batalla para contener la pavorosa crisis económica, lo mejor es entretener al personal con polémicas morales o ideológicas, como esta del aborto provocado”.
Pero que nadie se llame a engaño, ya puestos, se va más allá. El proyecto de ley de Aido amplía la posibilidad de abortar hasta las 22 semanas, bajo la alegación de “riesgo psíquico” para la madre. Y como sabemos el uso fraudulento que se ha hecho de la ley actual, “se ve la intención de meter de matute el aborto a discreción”(J.Sinova)
Permítanme terminar con un testimonio: GENOCIDIO que Alfonso USSÍA ha publicado en La Razón. Se celebraba en Ávila un congreso internacional de conversos. Noviembre del año 2002. Se alzó entre todos y tomó la palabra el médico norteamericano: «Me llamo Bernard Nathanson y soy un asesino de masas. El primer responsable de la muerte de setenta y cinco mil niños inocentes. Tienen ante ustedes a un genocida». Siguió narrando su vida... Practicó el aborto a tres mujeres que llevaban en su vientre las vidas de tres hijos suyos. «Maté a mis hijos por egoísmo». Dirigió durante años el centro de Salud Reproductiva y Sexual de Nueva York. «Dirigía en Nueva York la mayor clínica abortista de Occidente. Tenía 35 médicos a mi cargo, con 85 enfermeras. Hacíamos 120 abortos al día en diez quirófanos. Durante los diez años que fui director realizamos 60.000 abortos. Además, yo supervisé 10.000 personalmente y realicé 5.000. Tengo 75.000 muertes en mi haber. He matado a los hijos no nacidos de mis amigos, de mis compañeros¿ incluso a los míos. Era un paria de la profesión médica. Pero también millonario, porque el aborto, además de un crimen, es un negocio. Y tuve barcos, fincas, avionetas, mujeres, todo lo que se me antojó. Yo sabía que estaba enriqueciéndome con la gran mentira. La mentira de que la persona en el vientre materno no vale nada». En el hospital St. Lukets trabajó por primera vez ante monitores electrónicos. «Allí empezábamos a tener la tecnología con la que hoy contamos. Y pudimos estudiar al ser humano en el vientre de la madre, y descubrimos que no era distinto de nosotros. Comía, dormía, bebía líquidos, soñaba, se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido”.
4.- DEBATIR ENRIQUECE. Se puede aprobar una ley que nos concierne, sin ser consultados. Pero al menos seamos capaces de hablar y de opinar o debatir. Es verdad que “vivimos en una especie de Gran Hermano político que quiere controlar y ordenar a súbditos obedientes y no a ciudadanos libres” como dice Carmen Iglesias, de la Real Academia, ( en su artículo La deriva autoritaria de nuestros representantes) . Pero nuestros hijos nos echarían en cara que nos comportemos como borregos.
Los jóvenes a quienes vamos a entregar la sociedad, quieren que les entreguemos lo mejor que tenemos, la educación y la vida. Nuestra sociedad y nosotros tenemos voz. Que nuestros hechos no desmientan a nuestras palabras El embarazo es el comienzo de un a vida. Para todos nosotros ha sido así. Eso es no sólo importante, es que es la única que tenemos. Nadie tiene derecho a quitárnosla, tampoco a arrebatársela a los seres más indefensos. Construyamos la Casa de la Vida y del futuro desde los cimientos. Sepamos que es obra de todos.
El sociólogo Amando de Miguel, acaba de decir que sacar ahora el tema del aborto es “un instrumento político muy útil, especialmente en estos tiempos de infortunio económico”. Y precisa sus palabras, “Ya que el Gobierno no se atreve o no puede dar la batalla para contener la pavorosa crisis económica, lo mejor es entretener al personal con polémicas morales o ideológicas, como esta del aborto provocado”.
Pero que nadie se llame a engaño, ya puestos, se va más allá. El proyecto de ley de Aido amplía la posibilidad de abortar hasta las 22 semanas, bajo la alegación de “riesgo psíquico” para la madre. Y como sabemos el uso fraudulento que se ha hecho de la ley actual, “se ve la intención de meter de matute el aborto a discreción”(J.Sinova)
Permítanme terminar con un testimonio: GENOCIDIO que Alfonso USSÍA ha publicado en La Razón. Se celebraba en Ávila un congreso internacional de conversos. Noviembre del año 2002. Se alzó entre todos y tomó la palabra el médico norteamericano: «Me llamo Bernard Nathanson y soy un asesino de masas. El primer responsable de la muerte de setenta y cinco mil niños inocentes. Tienen ante ustedes a un genocida». Siguió narrando su vida... Practicó el aborto a tres mujeres que llevaban en su vientre las vidas de tres hijos suyos. «Maté a mis hijos por egoísmo». Dirigió durante años el centro de Salud Reproductiva y Sexual de Nueva York. «Dirigía en Nueva York la mayor clínica abortista de Occidente. Tenía 35 médicos a mi cargo, con 85 enfermeras. Hacíamos 120 abortos al día en diez quirófanos. Durante los diez años que fui director realizamos 60.000 abortos. Además, yo supervisé 10.000 personalmente y realicé 5.000. Tengo 75.000 muertes en mi haber. He matado a los hijos no nacidos de mis amigos, de mis compañeros¿ incluso a los míos. Era un paria de la profesión médica. Pero también millonario, porque el aborto, además de un crimen, es un negocio. Y tuve barcos, fincas, avionetas, mujeres, todo lo que se me antojó. Yo sabía que estaba enriqueciéndome con la gran mentira. La mentira de que la persona en el vientre materno no vale nada». En el hospital St. Lukets trabajó por primera vez ante monitores electrónicos. «Allí empezábamos a tener la tecnología con la que hoy contamos. Y pudimos estudiar al ser humano en el vientre de la madre, y descubrimos que no era distinto de nosotros. Comía, dormía, bebía líquidos, soñaba, se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido”.
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