Tan sólo son necesarios, un buen médico, acudir a tiempo, unos medicamentos adecuados y la voluntad del enfermo para luchar todo lo posible para sanar.
Sin embargo, cada vez con más frecuencia se dice que la sociedad está enferma. Y éste diagnostico lo realizan o constatan diariamente los ciudadanos, los analistas, y los expertos. Y abarca tanto el aspecto económico, como en el social, cultural y moral. Hay una degeneración de las costumbres, malas prácticas comerciales, -más en la administración, pero no sólo en ella-, y pérdida de los valores en la familia y en la sociedad.
La corrupción social en general es consecuencia directa de la corrupción política y cultural. Se intenta crear una sociedad civil satisfecha mediante el estado del bienestar pero obediente y clientelista, a quien se vende cultura de consumo, pero ajena a las ideas o incapaz de pensar. La ética y los valores humanos, son ridiculizados tanto por los ejemplos frecuentes y palpables de corruptos eminentes como de falso progresismo.
Pero aún sabiendo que la sociedad está enferma, ni se busca la causa, ni se le pone remedio. En ningún campo. ¡No interesa!. Y ni la justicia es ajena, porque de esta enfermedad tan sólo conocemos una pequeña punta del iceberg. Alguna vez hubo un fiscal anticorrupción. Pero era como John Wayne, “solo ante el peligro”.Lo mataron, claro.
La lacra de la corrupción es devastadora, y lleva a una sociedad a la descomposición. Es mucho más sutil que la del terrorismo. Más que la fiebre del independentismo. Lo peor de todo es el triste “silencio” de los corderos, es decir de las personas buenas y honradas, pero que para no complicarse la vida, agachan la cabeza y miran hacia otro lado. La sociedad enferma que no reacciona se autodestruye.
La Ley del Gobierno sobre el aborto es un síntoma y un ejemplo de lo que acabo de decir. “No hace falta tener un sentido trascendente de la vida para condenar el aborto. Sólo con la Biología vale”, dice María José B. una profesora de la Universidad. Pero el gobierno desoye a los expertos, ignora las recomendaciones del Poder Judicial, del Consejo Fiscal, y la autoridad de los miles de científicos firmantes del Manifiesto por la Vida. Defiende al poderoso entramado de las clínicas de la muerte.
La que fuera Directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, hoy Ministra de Igualdad del gobierno de España nos toca desde ahí las castañuelas presentando como un logro del gobierno la Nueva Ley de Interrupción del embarazo.
Que media España conozca las escalofriantes imágenes de los fetos troceados en las clínicas abortistas, no le importan al gobierno, ni a la joven ministra. Que seamos el país de Europa donde más han crecido los abortos y que éstos superen los 100.000 en un año, nada parecen importar. Vamos, por decisión de Zapatero, hacia la Ley de Plazos que se aprobará según sus cálculos con los votos y el visto bueno de IU, ERC e ICV.
La división ciudadana, se trasladará al Parlamento, pero ellos seguirán cobrando y nos impondrán la muerte de los niños. ¡Es una avergüenza de política!. Si somos capaces de mirar para otro lado, de callar, de no hacer nada, seguiremos dejando que esta sociedad enferma se pudra y nuestros políticos nos avergüencen. La vida y la política son cosas diferentes. Los intereses de unos pueden anular los derechos de los otros. El mismo día se aprueban la subida de impuestos y de abortos.
La sociedad civil, no anestesiada, tiene en sus manos, su voz y su voto. ¡Que nadie lo olvide!. El 17 de octubre, en Madrid, puede dejarse oír. Tal vez tengamos que volver a Jarcha: “habla pueblo, habla...no dejes que nadie decida por ti”.
JOSÉ MANUEL BELMONTE
Sin embargo, cada vez con más frecuencia se dice que la sociedad está enferma. Y éste diagnostico lo realizan o constatan diariamente los ciudadanos, los analistas, y los expertos. Y abarca tanto el aspecto económico, como en el social, cultural y moral. Hay una degeneración de las costumbres, malas prácticas comerciales, -más en la administración, pero no sólo en ella-, y pérdida de los valores en la familia y en la sociedad.
La corrupción social en general es consecuencia directa de la corrupción política y cultural. Se intenta crear una sociedad civil satisfecha mediante el estado del bienestar pero obediente y clientelista, a quien se vende cultura de consumo, pero ajena a las ideas o incapaz de pensar. La ética y los valores humanos, son ridiculizados tanto por los ejemplos frecuentes y palpables de corruptos eminentes como de falso progresismo.
Pero aún sabiendo que la sociedad está enferma, ni se busca la causa, ni se le pone remedio. En ningún campo. ¡No interesa!. Y ni la justicia es ajena, porque de esta enfermedad tan sólo conocemos una pequeña punta del iceberg. Alguna vez hubo un fiscal anticorrupción. Pero era como John Wayne, “solo ante el peligro”.Lo mataron, claro.
La lacra de la corrupción es devastadora, y lleva a una sociedad a la descomposición. Es mucho más sutil que la del terrorismo. Más que la fiebre del independentismo. Lo peor de todo es el triste “silencio” de los corderos, es decir de las personas buenas y honradas, pero que para no complicarse la vida, agachan la cabeza y miran hacia otro lado. La sociedad enferma que no reacciona se autodestruye.
La Ley del Gobierno sobre el aborto es un síntoma y un ejemplo de lo que acabo de decir. “No hace falta tener un sentido trascendente de la vida para condenar el aborto. Sólo con la Biología vale”, dice María José B. una profesora de la Universidad. Pero el gobierno desoye a los expertos, ignora las recomendaciones del Poder Judicial, del Consejo Fiscal, y la autoridad de los miles de científicos firmantes del Manifiesto por la Vida. Defiende al poderoso entramado de las clínicas de la muerte.
La que fuera Directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, hoy Ministra de Igualdad del gobierno de España nos toca desde ahí las castañuelas presentando como un logro del gobierno la Nueva Ley de Interrupción del embarazo.
Que media España conozca las escalofriantes imágenes de los fetos troceados en las clínicas abortistas, no le importan al gobierno, ni a la joven ministra. Que seamos el país de Europa donde más han crecido los abortos y que éstos superen los 100.000 en un año, nada parecen importar. Vamos, por decisión de Zapatero, hacia la Ley de Plazos que se aprobará según sus cálculos con los votos y el visto bueno de IU, ERC e ICV.
La división ciudadana, se trasladará al Parlamento, pero ellos seguirán cobrando y nos impondrán la muerte de los niños. ¡Es una avergüenza de política!. Si somos capaces de mirar para otro lado, de callar, de no hacer nada, seguiremos dejando que esta sociedad enferma se pudra y nuestros políticos nos avergüencen. La vida y la política son cosas diferentes. Los intereses de unos pueden anular los derechos de los otros. El mismo día se aprueban la subida de impuestos y de abortos.
La sociedad civil, no anestesiada, tiene en sus manos, su voz y su voto. ¡Que nadie lo olvide!. El 17 de octubre, en Madrid, puede dejarse oír. Tal vez tengamos que volver a Jarcha: “habla pueblo, habla...no dejes que nadie decida por ti”.
JOSÉ MANUEL BELMONTE
PUBLICADO en LA NUEVA ALCARRIA el 29 de septiembre 2009, y en EL DIA el 29 de septiembre 2009, y en EL HERALDO DEL HENERAES el 27 de septiembre de 2009
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