Después del 17 de octubre nada será igual. Habrá una imagen de un pueblo en marcha por la vida. Un pueblo vivo, unido, alegre, que busca soluciones al margen de un gobierno que trata de imponerlas. Un pueblo sacrificado, al que no pueden callar, ni el paro, ni las promesas, ni los cuentos, ni la muerte. Un pueblo que se paga su viaje para poder decir a cielo abierto su protesta. Un pueblo que ha salido a celebrar la vida. MADRID, la tarde del 17 de octubre ha sido una fiesta. Un día claro, un mensaje claro. Mayores, jóvenes, niños, y un millón de ausentes por la democracia. Todos en un grito.
No podrán cerrar los ojos ni en España ni en el mundo ante esa marcha multicolor por la vida. Desde todos los rincones del país, una voz se ha alzado: ¡Una vida importa!. ¡Déjame vivir!, va a resonar en los oídos de todas las madres. Desde muchos países (más de cuarenta) ciudadanos del mundo, se han unido a ese grito. Ni sus gobiernos ni el nuestro han podido ocultarlo. Es un fuego que prende. Es una suelta de globos que se eleva, por los no nacidos. Lo pudieron contemplar todos.
Habrá quien pretenda borrarlo de un plumazo, diciendo que es “la derecha reaccionaria”. Algunos dirán que era una protesta del PP. Yo he visto a personas de otros grupos, también del socialista. Por eso se van a equivocar una vez más. La vida no es de derechas ni de izquierdas. ¡Es la vida!. El pueblo y su grito, no es de derechas ni de izquierdas, es su libertad, y su autoridad, anterior a todos los políticos y a todas las leyes. El pueblo es soberano. El pueblo dice lo que quiere cuando quiere. Le escucharán o tratarán de manipularlo, pero el pueblo ha hablado. El pueblo, al que no se han atrevido a preguntar ha salido a la calle a decir lo que piensa. Y lo ha hecho con su dinero, con el sacrificio de su tiempo y teniéndose que desplazar, levantarse de su cómodo asiento, y dejando su lugar de residencia, para poder unir su voz con otras voces y gritar lo mismo:¡No al aborto!.¡Sí a la vida!. ¡Cada vida importa!.
Se han llevado a sus hijos. Las familias enteras dando ejemplo, de que una vida, la vida de un hijo cuenta, es sagrada, es irrenunciable. Hay, ciertamente, muchas asociaciones detrás de una manifestación. Pero nadie obliga a nadie a desplazarse. La decisión de estar en Madrid, capital of life, es personal. Cada uno cuenta, porque su voluntad es soberana.
Esa imagen pasará a la opinión pública. La opinión publica tendrá en los medios su reflejo. Pero al hacerse éstos eco de la actualidad diaria, pueden perder pronto la perspectiva de los sucedido en Madrid. A lo sumo pueden guardar la etiqueta minimizada en un archivo, como el 11S, el 23F, o el 11M. No importa como lo guarden. El 17 O, si lo guardan así, habrá merecido la pena. Fue el día en el que un pueblo, valiente, se opuso a una Ley de una Ministra y de un Gobierno que permitía la muerte de un inocente, sin que medie otra razón ni otra causa que “el deseo de su madre”. ¡Nada más arbitrario y antidemocrático!. ¡Nada más vil!. Querían llamar a eso”derecho de la mujer”. ¡Mentira, no existe ese derecho!. Ningún ser humano puede decidir cuándo otro ser humano debe morir. El pueblo ha gritado: Sí, a la vida. Sí, al ser que va a nacer. También han dicho otras muchas cosas. ¡Mejor no las repito!. Son para pensarlas. Ha sido una fiesta. Hubo mucha gente, muchísima. Fue un gozo. “Para que nada cambie basta con que las personas buenas no hagan nada”. Pero han hecho algo muy importante.. Han salido, se han unido, se han hecho oír. ¡Ya nada va a ser igual!.
¡Yo estuve allí!.
No podrán cerrar los ojos ni en España ni en el mundo ante esa marcha multicolor por la vida. Desde todos los rincones del país, una voz se ha alzado: ¡Una vida importa!. ¡Déjame vivir!, va a resonar en los oídos de todas las madres. Desde muchos países (más de cuarenta) ciudadanos del mundo, se han unido a ese grito. Ni sus gobiernos ni el nuestro han podido ocultarlo. Es un fuego que prende. Es una suelta de globos que se eleva, por los no nacidos. Lo pudieron contemplar todos.
Habrá quien pretenda borrarlo de un plumazo, diciendo que es “la derecha reaccionaria”. Algunos dirán que era una protesta del PP. Yo he visto a personas de otros grupos, también del socialista. Por eso se van a equivocar una vez más. La vida no es de derechas ni de izquierdas. ¡Es la vida!. El pueblo y su grito, no es de derechas ni de izquierdas, es su libertad, y su autoridad, anterior a todos los políticos y a todas las leyes. El pueblo es soberano. El pueblo dice lo que quiere cuando quiere. Le escucharán o tratarán de manipularlo, pero el pueblo ha hablado. El pueblo, al que no se han atrevido a preguntar ha salido a la calle a decir lo que piensa. Y lo ha hecho con su dinero, con el sacrificio de su tiempo y teniéndose que desplazar, levantarse de su cómodo asiento, y dejando su lugar de residencia, para poder unir su voz con otras voces y gritar lo mismo:¡No al aborto!.¡Sí a la vida!. ¡Cada vida importa!.
Se han llevado a sus hijos. Las familias enteras dando ejemplo, de que una vida, la vida de un hijo cuenta, es sagrada, es irrenunciable. Hay, ciertamente, muchas asociaciones detrás de una manifestación. Pero nadie obliga a nadie a desplazarse. La decisión de estar en Madrid, capital of life, es personal. Cada uno cuenta, porque su voluntad es soberana.
Esa imagen pasará a la opinión pública. La opinión publica tendrá en los medios su reflejo. Pero al hacerse éstos eco de la actualidad diaria, pueden perder pronto la perspectiva de los sucedido en Madrid. A lo sumo pueden guardar la etiqueta minimizada en un archivo, como el 11S, el 23F, o el 11M. No importa como lo guarden. El 17 O, si lo guardan así, habrá merecido la pena. Fue el día en el que un pueblo, valiente, se opuso a una Ley de una Ministra y de un Gobierno que permitía la muerte de un inocente, sin que medie otra razón ni otra causa que “el deseo de su madre”. ¡Nada más arbitrario y antidemocrático!. ¡Nada más vil!. Querían llamar a eso”derecho de la mujer”. ¡Mentira, no existe ese derecho!. Ningún ser humano puede decidir cuándo otro ser humano debe morir. El pueblo ha gritado: Sí, a la vida. Sí, al ser que va a nacer. También han dicho otras muchas cosas. ¡Mejor no las repito!. Son para pensarlas. Ha sido una fiesta. Hubo mucha gente, muchísima. Fue un gozo. “Para que nada cambie basta con que las personas buenas no hagan nada”. Pero han hecho algo muy importante.. Han salido, se han unido, se han hecho oír. ¡Ya nada va a ser igual!.
¡Yo estuve allí!.
PUBLICADO en EL HERALDO DEL HENARES, 18 de octubre de 2009
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